viernes, 24 de enero de 2025

Santillana del Mar, agosto 1996

 

Santillana es una villa para recorrerla a pie

La villa románica recibe cada día a cientos de asombrados visitantes

Santillana del Mar, para disfrutar de la historia piedra a piedra


CARLOS BIELVA . DM


Pérez Galdós alabó la belleza de Santillana, su historia y sus piedras


SANTILLANA DEL MAR.

    Recogida en el llano que le da nombre, según describe Pérez Galdós, sólo se ve Santillana cuando se entra en ella, y, en efecto, aquello sucede por la situación en hondura rodeada de pequeñas altitudes que protegen a la villa con suaves colinas.

    Su imagen se describe en un documento del año 1711 del siguiente modo: “Es su forma triangular, pero con líneas desiguales, a la figura de una “Y” griega, pues empezando en una dilatada calle, la forma en dos otra línea de edificios corriéndola la una por Poniente y declinándola otra al septentrión, por donde tiene menos distancia al mar”

    Es obligado visitar Santillana del Mar, a pie, escudriñando sus rincones y calles, porque“Santillana se siente, se ve, se huele, se palpa, se gusta, se escucha”, “Santillana se piensa, se desea y se percibe; Santillana se vive”. “Se vive sin tiempo. Porque el tiempo en Santillana no existe”.

    Una vía principal lleva al visitante hasta la Colegiata tomando diversos nombres, la Rúa del Rey, que posteriormente se dividió en varios tramos que reciben los nombres de la Carrera, el Cantón y El Río. Palacios y casonas jalonan las angostas calles del casco monumental de la villa, siendo las contemplación del palacio de Benemejí parada obligada para quienes acceden a la villa. Más adelante y en la calle de la Carrera y Cantón puede contemplarse la primitiva casa de los Velarde y la casa de los Valdivieso, para, en plena calle del Cantón, rememorar al marqués de Santillana con la admiración de la casa palacio de doña Leonor de la Vega.

    Próxima está la casa de los “Hombrones”, al inicio de la calle de El Río, denominada de este modo por el gran tamaño de unos hombres colocados uno a cada lado del escudo, que es de la familia de los Villa. En la calle de El Río, frente a la Colegiata, se ubica la casa de Cossío, leones y ángeles. Junto a esta casa se halla la de Quevedo, que, en su día, se dice perteneció a un pariente del ilustre poeta don Francisco de Quevedo y Villegas. Frente a esta casa se sitúa la casa-palacio que, en su día perteneciera a la arquiduquesa Margarita de Austria.

    Sin duda alguna, el monumento más singular y característico de la villa lo constituye la Colegiata de Santa Juliana y su claustro románico, declarada monumento nacional el 12 de marzo de 1889, en donde se veneran y guardan las reliquias de Santa Juliana, mártir de Bitinia, origen del actual nombre de la villa.

    Rodeando la Colegiata, merece la pena contemplar la plaza de Las Arenas y los bellos ábsides y torres de la Colegiata, así como el Palacio de Velarde.

    Volviendo sobre nuestros pasos, dejando la calle del Cantón a la izquierda, subiendo la calle de El Racial, el visitante se encuentra con la Torre del Merino, construida en el siglo XIII para residencia de la autoridad local, que eran entonces los merinos.

    Ya en la Plaza Mayor de la villa aparece, majestuosa, la Torre de Don Borja, sede de la Fundación Santillana, que en su día perteneciera a doña Paz de Borbón. En otro punto de la irregular plaza se contempla el Ayuntamiento construido en el siglo XVII y junto a éste las casas del Águila y de la Parra que, en su día, pertenecieron al linaje de los Estrada, completado el bello conjunto monumental la contemplación de la casa de los Barreda Bracho, hoy Parador de Turismo. De regreso, por la calle Juan Infante, justo en el cruce de carreteras, se encuentra el Museo Diocesano, ubicado en el Monasterio Regina Coeli, y junto a éste, el Monasterio de Santo Domingo, finalizando el recorrido con la contemplación de la casa de los Tagle, en el campo de Revolgo.

    Después de pasear Santillana, al visitante le invade la sutil sensación de que “Santillana es todavía mucho más, casi tanto como se quiera que sea o como cada uno se atreva a desear”. Jean Paul Sartre la quiso definir como “el pueblo más bello de España”.

DM/ LUNES, 19 DE AGOSTO DE 1996


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