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Ricardo León, retrato de Soroya |
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Portada libro Biblioteca Central Cantabria |
La novela de Santillana
Reeditada “Casta de hidalgos”, de Ricardo León, un “best-seller” de 1908 que puso a Santillana del Mar de moda entre los círculos literarios
Carlos Bielva . DM
SANTILLANA DEL MAR.- Cuando hace tres años, el Ayuntamiento de Santillana del Mar, dedicó una calle al escritor Ricardo León, con motivo de la conmemoración del cincuenta aniversario de su óbito, resulta extremadamente dificultoso hacerse con un ejemplar de la novela “Casta de Hidalgos”, que desde que se publicó en 1908, constituyó un éxito de librería, y llevo el nombre de la villa y la noticia de su existencia a muchas gentes que lo ignoraban.
Fue entonces cuando la familia de Ricardo León, presente en los homenajes que en la villa se le rindieron en el cincuenta aniversario de su muerte, se comprometió a la reedición de la novela “Casta de Hidalgos”. Cristalizándose este compromiso familiar con el Ayuntamiento y vecinos de Santillana del Mar, con la reedición en “facsímil” de la primera edición de 1908, que se ha visto enriquecida con la reproducción de un retrato que le hiciera Sorolla y un prólogo escrito por el nieto del autor, Ricardo León Nyssen.
Ricardo León vivió durante algunos años, en el Palacio de Velarde, de la Plaza de las Arenas, lugar en el que escribió la novela “Casta de Hidalgos”.
2.000 EJEMPLARES
Esta reedición cuenta con una tirada de dos mil ejemplares que Santillana del Mar y Cantabria, estando ya contratada una tirada más amplia para finales del presente año. Esta primera edición recoge la misma portada del original en la que se contempla el escudo de los Cevallos con la leyenda “es ardid de cavalleros cevallos para vencellos”, figurando en la parte inferior de la portada el título “Casta de Hidalgos": Novela escrita por Ricardo León en las Asturias de Santillana”.
En la contraportada se recoge de lo que el autor denomina portada de la obra,cuyo texto dice: “En un apacible rincón de la Montaña, apartado del bullicioso comercio de las gentes, hay una villa singular, famosa en los anales de la historia y de la fábula, reliquia venerable de la España vieja, lugar de poesía y de silencio, que se llama Santillana del Mar.
Lector: Si te place esta villa y, después de sosegar el ánimo en el campo de Revolgo, quieres penetrar en ella fiado en mi compañía, te suplico que sigas adelante por el camino de mi novela.
Nació ésta en Santillana del Mar; cúpula en suerte famosa cuna, pero menguado cronista. Más sirva de disculpa a mi audacia la bondad de la intención.
No te doy en este libro historias aderezadas con la sal del ingenio ni con el calor de la fantasía, sino historia verdadera, almas dolientes, cosas vivas, mojadas, de humanas y tibias lágrimas. Con esta advertencia que te hago al oído, vuelvo la página y me encomiendo a tu merced”
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CONTRASTES
La novela trata de presentarnos, en fuerte contraste, la melancolía de Santillana del Mar, reflejada en la existencia de la familia de un viejo hidalgo que rumia en su casona la soledad y la nostalgia de otros tiempos, y la figura del último vástago de ese linaje en decadencia bajo la tara de “heredados histerismos”.
Jesús Ceballos es ese fin de raza; compatriota de Gil Blas, soñador, rebelde y enamorado, hijo de un hidalgo de la calle del Cantón, a quien se le cae encima su pueblo y que sólo piensa en huir de “aquel sepulcro de muertos en que moraba ocioso”.
Se convierte en trotamundos; en Llanes se hace cómico de la lengua por seguir a Camelia, su primer amor, ésta muere en Toledo y él se dedica a correr mundo por ver de regresar a su casa paterna.
En París alterna con el hampa callejero y cultural sin descuidar sus amoríos con Rosa Luna, de la que tiene un hijo, que, al igual que su madre, muere muy pronto. Regresa a Santillana como hijo pródigo a los brazos de su padre anciano, irreconciliable con la mentalidad de su hijo.
Esta obra la escribió Ricardo León a la edad de veintiocho años, siendo a juicio de los críticos la mejor novela de Ricardo León y tiene páginas muy hermosas, como la del sueño-evocación de hispanas grandezas pasadas y de célebres representantes de Santillana en la historia; las que describen el claustro de la Colegiata y otras varias; el carácter de los personajes y el ambiente de la vetusta y melancólica villa están admirablemente catados y expuestos.
“SALVADA POR LA POBREZA”
En el año 1929, en el prólogo del libro “Santillana del Mar”, de la Colección del Marqués de Aledo, entre otras cosas, dice Ricardo León, en referencia a la villa:
“A Santillana la salvó su pobreza. No hubo aquí entonces, afortunadamente, dinero presuntuoso y agresivo que profanara su venerable ancianidad, ni pujos urbanos que convirtieran en “gran vía” sus angostas calles, sus ventanucas en miradores y sus casonas en chalets. De esta suerte, mientras en tantas villas y ciudades de rumbo la vanidad burguesa estimulada por arquitectos chirles o venales, hacía mangas y capirotes con los ricos mantos del viejo imperio español. Santillana. Chiquitita y pobre, se recogía con dignidad entre sus ruinas y sus yedras, sin perder su pátina, sin mudar el semblante ni el espíritu, para brillar al fin bajo la guarda y solicitud de hidalgos y fervientes armadores como joya en vitrina de museo, como un collar de piedras preciosas puesto con arte a la luz”.
Nació Ricardo León en Barcelona en 1877, pasando sus primeros años en Málaga, falleciendo en Torrelodones en el año 1943.
Funcionario del Banco de España, fue trasladado a Santander en donde en 1901 conoce a los supervivientes de la gran generación literaria montañesa; asiste a la tertulia de Pereda y se siente atraído por aquel tradicionalismo literario santanderino que influyó en su vocación titubeante.
En aquel tiempo conoció a Enrique Menéndez Pelayo, José María de Aguirre y Escalante, Luis Barreda, Ángel Castanedo, Ramón de Solano, etc. Ingresó en la Real Academia de la Lengua en el año 1912. escribió ensayos y poesía, pero su principal actividad literaria fue la novelista.
Su narrativa, de una retórica recargada, se inscribe en la línea de los grandes clásicos españoles, a los que imita, defendiendo a la vez sus mismos valores: la tradición.
De su amplia obra son destacables, “El amor de los amores”, “Casta de Hidalgos”, “Alcalá de los Zegríes”, “Escuelas de los Sofistas”, “Gozos del amor y del dolor” y “Jauja”. En 1943 publica la que para muchos es considerada su mejor obra: “Cristo en los infiernos”, retrato del tiempo precedente a la guerra civil española.
(DM/ Lunes 19 agosto de 1996)
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Santillana del Mar, agosto 1996