"Primera misa en el Monasterio de Viaceli
Recuerdo en la S.I. Catedral de Santander |
Presidieron, en el templo parroquial, el Prelado de la
Diócesis y el Abad Mitrado de Viaceli
El pueblo de Cóbreces, con sus autoridades, se sumó al acto
El pasado domingo, festividad de San Juan. Se celebró en la
iglesia parroquial de Cóbreces el emocionante acto de la primera misa de un
religioso cisterciense del Monasterio de Viaceli. Se trata del reverendo Padre
Santiago Hernández de Pablo, joven trapense, perteneciente a distinguida
familia de Salamanca. Por encontrarse el templo de la abadía cerrado al culto
por realizarse en él importantes obras de transformación, la ceremonia no pudo
celebrarse dentro del Monasterio, y aprovechando el ofrecimiento y los deseos
del reverendo párroco de Cóbreces, don José Urrutia, y del vecindario de dicho
pueblo que deseaba asistir a la tierna ceremonia, se acordó que dicha primera
misa tuviera lugar en el templo parroquial.
El vecindario mostró su adhesión al Padre Santiago adornando
los accesos al templo con guirnaldas y colgaduras y un arco con expresiva
dedicatoria. También fue levantado otro arco de saludo al excelentísimo señor
Obispo de la Diócesis, doctor don José Eguino y Trecu, que había anunciado que
asistiría al acto. Durante toda la mañana se dispararon cohetes y el pueblo se
congregó en las afueras del templo para esperar la llegada del misacantano.
Hízolo éste a las
once de la mañana. Salió del Monasterio con la Comunidad en pleno, en dos
largas filas, y acompañaban al Padre Santiago el muy reverendo Padre Abad
Mitrado, Dom Luis Yagüe Martín que vestía capisayos; sus padres don Maximino
Peña y doña Flora de Pablo, y todos sus familiares, que habían acudido a
Viaceli desde Salamanca. Entre ellos se hallaban sus hermanos don Fernando y
don Carlos.
Al llegar la Comunidad, en silencio, al templo parroquial,
el vecindario acogió con vivas y cariñosos aplausos la presencia del Padre
Santiago. Seguidamente, con el templo abarrotado de fieles, la Comunidad de
Viaceli dió comienzo el canto de Tercia, presidiendo bajo dosel el muy
reverendo Padre Abad. A la terminación, llegó desde Comillas, en cuya
Universidad había conferido Sagradas Órdenes, el excelentísimo señor Obispo,
doctor Eguino y Trecu, a quien acompañaban el muy ilustre señor don Gabriel
Palomero lectoral de la S.I.C. de Santander; el muy ilustre señor don Epifanio
Roiz, arcediano y el prefecto de Ceremonias, muy ilustre señor don Martín
Manso. El doctor Eguino y Trecu ocupó sitial
bajo dosel en la parte de la Epístola, acompañado del muy reverendo
Padre Abad, Dom Luis Yagüe, y del muy ilustre señor don Epifanio Roiz.
También asistieron a esta primera misa, el Rector Magnífico
de la Universidad Pontificia de Comillas, reverendo Padre Pardo, acompañado del
reverendo Padre Cuesta y del reverendo Padre Domínguez, profesores de Filosofía
y Humanidades, respectivamente, en dicha Universidad. Estuvo, asimismo,
presente en la ceremonia el Ayuntamiento en pleno, presidido por su alcalde.
Entre los invitados se hallaban don Severiano Yagüe, alto funcionario del
Ministerio de Marina, y don José Yagüe, hermanos del muy reverendo Abad Mitrado
y emparentados con el misacantano; don Ezequiel Bueno Martínez, industrial de
Jaén; don Luis Hernández Álvarez, abogado de Salamanca; don Prudencio de
Bidegaín, de Quijas; don Arturo de la Lama y don Manuel González Hoyos, Gerente
y Director, respectivamente de EL DIARIO MONTAÑÉS, todos los cuales ocupaban
sitios junto al presbiterio.
A las once y cuarto dió comienzo la santa misa, ayudando al
misacantano, de diácono y subdiácono, respectivamente, los reverendos Padres
Fructuoso Martín y Francisco González, del Monasterio de Viaceli. Oficiaron de
padrino de capa el párroco de Cóbreces, don José Urrutia, y de maestro de
Ceremonias el muy ilustre señor don Martín Manso canónigo de la S.I. Catedral.
De padrinos seglares actuaron los padres del nuevo sacerdote, don Máximo Peña y
doña Flora de Pablo, y su hermano don Fernando Hernández de Pablo con su
distinguida esposa, doña Flora Dávila de Hernández de Pablo. La Comunidad
cisterciense tuvo a su cargo la parte musical, cantada con la unción
acostumbrada.
Al Ofertorio, ocupó la Sagrada Cátedra el muy ilustre señor
don Gabriel Palomero, el cual pronunció un bellísimo sermón exaltando las excelencias
del sacerdocio católico.
Terminada la misa, el reverendo Padre Santiago entonó un “Te
Deum” de acción de gracias, e inmediatamente dio comienzo el besamanos,
comenzándose por el Prelado y el Abad, y desfilando luego ante el nuevo
ministro del Señor todos los sacerdotes, la Comunidad y cuantos asistieron al
acto.
Seguidamente, la Comunidad regresó al Monasterio en la forma
en que se había acudido al templo parroquial.
A mediodía, los invitados fueron delicadamente obsequiados:
los caballeros en el Monasterio, y las señoras, en una de las dependencias del
Instituto Quirós. A los postres se pronunciaron varios discursos y leyó una
bella poesía nuestro Director, don Manuel González Hoyos.
A las cinco de la tarde, y organizada por los novicios del
Monasterio, se celebró una sencilla velada, en el salón de actos del Instituto
Quirós, en honor al misacantano, submaestro de Novicios. Presidieron el Prelado
y el Abad, y asistieron todas las distinguidas personas de que hemos hecho
mención, así como los alumnos del Colegio de Misioneros del Corazón de Jesús,
que también acudieron, por la mañana, a la iglesia parroquial.
La velada fue sencilla y encantadora, y en ella se puso de
manifiesto el amor de los novicios a su submaestro. Hubo poesías, canciones y
discursos, interviniendo los novicios
Hermanos Pío, Marcelino, Eloy, Agustín, Ramón y Félix. Hizo la
presentación del homenaje el reverendo Padre Fernando, y todos ellos fueron
cariñosamente aplaudidos. En uno de los intermedios, el Hermano José improvisó
una amena y bella charla, que fue escuchada con gran interés.
Por último, se rogó a don Manuel González Hoyos leyese la
composición poética que, dedicada al misacantano, había recitado durante la
comida en el Monasterio, y lo hizo, seguidamente, para que pudiesen conocerla
las señoras y señoritas invitadas. Fue también cariñosamente aplaudido.
Terminó la actuación de los novicios entregando al Padre
Santiago un expresivo pergamino como recuerdo de esta memorable fecha. También
se cantó por los novicios la bellísima Salve cisterciense.
El Padre Santiago habló, a continuación, para agradecer a la
Comunidad y a sus novicios la cariñosa velada que le habían ofrecido, así como
la asistencia de todas las personas que se sumaron a tan simpáticos actos.
Finalmente, el doctor Eguino y Trecu pronunció unas breves y
paternales palabras, recogiendo algunas de las ideas que habían sido vertidas
durante la velada y respondiendo a alusiones que se le hicieron por algunos
oradores. Expresó atinadísimos consejos relacionados con la vida monástica y la
perfección espiritual de todos los fieles, y terminó señalando la gran
influencia de la madre en la formación de los hijos.
Como final de la fiesta dio a todos la bendición episcopal."
(DM 26.06.1951)