Apuntes históricos del pueblo de Oreña (1973)
PRÓLOGO
En el año 1966, escribía
yo el libro OREÑA PUEBLO CON MIL AÑOS, y para ello me basaba en la ermita de
San Bartolomé del Barrio de Caborredondo, pues según la tradición en este
pueblo data del siglo nueve y hay cosas que dan fe pues el Castillo de Perelada
de los Marqueses de Quintana que el que escribe estas líneas conoció las
ruinas, nos hacían comprender que era milenario, no así los Palacios que ya
algunos decían que habían sido construidos en el año 1700, y otra de las
construcciones que también lo demuestran es el hoy campanario, (Antiguo faro)
pues es tradición en este pueblo que la Iglesia se acopló al Faro muchos años
después, pues la Iglesia sufrió un incendio en el año 1500 y fue reconstruida;
esto o esta reconstrucción apareció el año, grabado en el interior de la misma
y cuatrocientos y pico años después, volvió a ser reformada.
1. EL ESCUDO DE OREÑA
Hace unos treinta años
hubo una competición deportiva en este pueblo de Oreña que consistió en un
Torneo de Fútbol entre los pueblos vecinos y entonces el equipo representativo
de Oreña era el CLUB DEPORTIVO CALDERÓN, y yo recuerdo que presidió los
encuentros un banderín en el que aparecía el escudo de Oreña que no recuerdo
entre quienes se acordó aquel Escudo, llevaba el Puerto de Calderón el faro de
la Iglesia con ella acoplada pero no estoy seguro si llevaba las dos Calderas
símbolo de la estirpe de los Calderones que es esta vieja y famosa familia lo
más representativo de este Pueblo, yo he reproducido este Escudo que es la
portada de la historia de Oreña y que lo escribo y se lo entrego a la Junta
Administrativa del Pueblo de Oreña para que las juventudes venideras sepan algo
de donde vienen pidiéndole a la Presidencia de esta Junta que no ocurra como
sucedió en el famoso Archivo que tuvo este pueblo y que por negligencia de un
Presidente de la Junta desapareció; no dudó de que sacarle al exterior para que
se ventease y quitarle la humedad era con la mejor intención pero al cambiar el
tiempo de golpe y barrerle del cerco de la Iglesia que era donde estaba
aireándose salió por el aire mojado y a merced del viento, pero cuando cesó la
tempestad se pudo recoger aun mojado pues el papel de aquellos tiempos era
Pergamino y no se estropeaba fácilmente, pues me decía una personalidad
intelectual hace poco tiempo lo importantísimo que hubiese sido para hoy el
mencionado Archivo y que para abrir el hueco que yo conocí de niño donde se
guardaba, para abrirlo tenían que juntarse varias llaves, esto nos dice la
importancia que tenía el mencionado Archivo.
En el año 1111, la Reina
Doña Urraca dona al Cabildo de Santillana toda su heredad en el Valle de Oreña,
según términos antiguos, es decir, desde Peña de Alba por el sabledo de Santa
Eulalia de Luaña hasta Peña Carminy el Piélago de Pelambrera.
El 13 de marzo de 1868
Oreña solicita de otra Reina la separación del Ayuntamiento de Santillana y su
incorporación al Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo.
El día 14 de abril del
mismo año el Excmo. Sr. Gobernador Civil de la Provincia, libró un escrito por
el que se mandaba reunirse el vecindario de Oreña y se hiciese constar cuántos
de ellos estaban de acuerdo con la separación. El Ayuntamiento de Santillana
convocó una reunión para el día 22 en la Casa del Concejo de Oreña.
En sesión del
Ayuntamiento de Santillana, el día 3 de noviembre de 1869, el Alcalde Mayor D.
Manuel González Santiago leyó el oficio del Excmo. Sr. Gobernador Civil, de
fecha 15 de octubre y, en él se inserta una Orden del Regente comunicado por el
Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación para que se ejecutase la segregación del
Pueblo de Oreña del de Santillana y se agregara al de Alfoz de Lloredo.
También se había recibido un oficio del Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo el 27 de Octubre, los de Alfoz habían nombrado una comisión y los de Santillana la suya, compuesta por el alcalde Síndico y Secretario, entre los firmantes aparecen D. Valeriano del Castillo y D. Benito Oyanguren, éstas autoridades tenían que reunirse el día 8 de Noviembre a las 10 de la mañana en el Pueblo de Oreña.
También se había recibido un oficio del Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo el 27 de Octubre, los de Alfoz habían nombrado una comisión y los de Santillana la suya, compuesta por el alcalde Síndico y Secretario, entre los firmantes aparecen D. Valeriano del Castillo y D. Benito Oyanguren, éstas autoridades tenían que reunirse el día 8 de Noviembre a las 10 de la mañana en el Pueblo de Oreña.
Y, desde ésta fecha, el
Pueblo de Oreña, queda incorporado al Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo.
Fueron muchas las
barreras que el Ayuntamiento de Santillana le ponía al Pueblo de Oreña, para no
separarse, las primeras eran las que el Pueblo de Oreña tenía mala comunicación
con Novales, y solo había un sendero de cabras que unía a los dos pueblos, y
era en éste donde se encontraba el Ayuntamiento de Alfoz de Lloredo, además la
asistencia médica iba a depender del médico de Novales, pero, era tan radical
la decisión de aquel Pueblo de separarse, que nombran a un vecino para que se
traslade a Madrid pidiendo audiencia al Regente, el nombramiento recayó
en D. Alejandro Sánchez Gómez (Montoin) (1834-1890)..
Recibido en Palacio con Albarcas,
Escarpines, Capa y Montera.
Oreña, este nombre tan discutido por el hecho de que en lengua vasca signifique CIERVO-HERMOSO,
pero que también puede derivarse del ORO, aunque aquí nadie recuerde haber
encontrado una sola pepita, ni se ha oído nunca a nuestros mayores que alguien
les hablase de este precioso metal, no así el hierro y la blenda, de los
cuales, el primero se encuentra a flor de tierra y el segundo en las Minas del
Pueblo que han sido explotadas durante muchas generaciones.
Si el nombre de Oreña
viene de los posibles pescadores vascos, tenemos la seguridad de que no se
equivocaron pues es muy corriente cuando las personas forasteras suben a la
Iglesia, con motivo de algún entierro o funeral, oír las palabras de siempre:
¡Qué hermoso!
Desde este lugar es de
donde mejor se domina con la vista sus extraordinarias mies y montes.
Este Pueblo, sin archivo
y pocas leyendas, un rompecabezas para toda persona que llega y pregunta, pues
ellos mismos, como nosotros, sacamos algo en claro por sentido común, pero sí
que puedo asegurar que es viejísimo, y quiero enumerar todos los detalles que
oí a los más viejos, hoy difuntos, agregando las muy pocas leyendas pobres que
nos quedan, no sin antes sacar a la luz los hombres que habitaron sus Cavernas.
Sabido es que no hay un hueco en las Sierras de Oreña que no estuviese habitado
por numerosas Tribus su enorme yacimiento así lo demuestra esta Cueva, situada
al final del Barrio de Perelada, lleva por nombre Cueva de Cualventi.
2. LA CUEVA DE CUALVENTI
Esta enorme cueva. Mira
al N.O., tiene un portalón de unos dieciocho metros de largo por ocho de fondo,
en donde tiene su parte la cueva, la cual, ha sido cerrada, por orden de Bellas
Artes y que, para ello logran evitar los abusos que se venían cometiendo en
ella; se personó en su yacimiento D. Miguel Ángel García Guinea quien ordenó
cerrarla para hacer los reconocimientos propios cuando se pueda, lo cual todos
hemos aplaudido.
Esta cueva, como las
demás, han sido visitadas por los espeleólogos dependientes de Bellas Artes y
en todas vieron las señales dejadas por los hombres prehistóricos que las
habitaron, dándose cuenta de su apreciado valor.
Esta cueva de Cualventi,
a los cuarenta metros le han hecho un pozo y cuando se cerró, tenía tres de
profundidad por otros tres de ancho, que nos da idea de la cantidad de objetos
llevados, pues lo mismo el interior como los exteriores en bastante distancia
es todo un yacimiento.
En dicho pozo, se sacan
las piezas conservadas debido a una especie de grasa en la cual estaban
envueltas, esta materia, se debe a que iban arrojando huesos con carne adherida
y como la ceniza la depositaban allí mismo, la mezcla creó esta grasa, la cual
cuesta mucho quitarla de las manos.
No cabe duda que, ésta
cueva de Cualventy tiene un valor extraordinario, pero, para ponerla al
descubierto, se necesita mucho dinero ya que para llegar a sus niveles más
bajos hay mucho escombro que quitar.
3. LAS JUANCANAS
Camino del Barrio de
Torriente y sitio de Hoyos, hay un Castro con varias cuevas, llamado
vulgarmente las Juancanas, hay varias cuevas habitadas y otras que, debido a la
maleza barda castellana, que no se puede quemar porque no arde, y que, como
Cualventi, costaría mucho ponerlas a la luz, pues estas cuevas sus niveles casi
las cubren, en una de estas, bien camuflada y por encima de la boca del río de
Bárcena se han encontrado pequeños trozos de cuerpos humanos asegurando uno de
los expertos del Museo Provincial que son Prehistóricos.
Estas cuevas, lo mismo
que todas las del pueblo, tienen a su entrada piedras sueltas y casi
enterradas, y se ve claro que las empleaban por la noche para cerrar la puerta.
Pudieran dar algún día
una agradable sorpresa, pues el más profano en la materia, se da cuenta de que
fue un Castro viviente.
4. LAS CACHIRULAS
Estas cuevas, en el
sitio de Cubías, muy cerca del mar también fueron habitadas, pero por el hecho
de haber sido empleadas como vivienda en el siglo pasado por una familia del
pueblo, no se le da importancia a lo que allí se ha encontrado.
5. SI LAS PIEDRAS HABLARAN
Por el año 1933, se hizo
un reparto de parcelas a los vecinos del pueblo de Oreña, en el monte de Cildá,
tocándole en suerte una de ellas al vecino de este pueblo Florencio Blanco Iglesias (1903-1982), que
al igual que los demás, lo primero que hizo fue cerrarlas y construir una
cabaña, hacer estiércol y con ello, hacerlas pradera. Buscaba el sitio más
resguardado para construirla y Florencio escogió la orilla de un peñasco,
disponiéndose a limpiar la maleza, he aquí que, cuando terminó vio una piedra
muy fina y procuró sacarla con mucho cuidado ya que le hacía falta para el suelo
del establo que pensaba edificar, más según iba limpiando apareció otra,
procurando sacarla con toda precaución para no romperse, estas losas estaban
unidas en vertical a la roca, metió el pico Florencio y tiró de una, la cual
salió, retirándose para que no le cayese encima, la losa no le tocó, pero no
así cinco raposos que, asustados, salieron por encima de él, se trataba de la
pareja con tres crías, que le proporcionaron al buen Florencio el mayor susto
de su vida.
Ante la sorpresa,
Florencio salió corriendo y se encontró la losa, que con otra más, estaba
tapando la boca de una cueva, la cual recorrí sin darle importancia, dicha
cueva, tenía una corteza de tierra muy a propósito para el prado, la sacó
Florencio y entre esta tierra recuerda que había cantidades de huesos y otros
objetos de los que no hizo caso, pero comentando esta aventura, cayeron en la
cuenta que había sido habitada, pues conservaba el techo ahumado.
¿A dónde habían ido los
habitantes de aquella cueva que la dejaron cerrada y nunca volvieron? Si es que
fueron al mar a por mariscos, no creo que todos se ahogasen, alguno hubiera
vuelto, el caso fue que la dejaron cerrada y que jamás volvieron.
Si esas piedras
hablaran ¿cuántos secretos revelarían?
6. LA GARITA
Voy a dejar la
Prehistoria y escribir algo de la Historia de este Pueblo, para empezar por lo
que creo más viejo, aunque hay cosas viejísimas en él.
La Garita, nombre tan
popular en el Pueblo de Oreña, tengo la seguridad que le preguntan a sus
vecinos y todos le indican en dirección a Cildá, pero de estos no hay cuatro
que sepan lo que significa.
Hace años, con motivo de
un incendio, quedó su suelo bajo y descubrió dos enormes círculos que en su día
fueron defensas y en su centro geométrico unos fosos que nos dicen fue
fortaleza, del cual no queda una sola piedra, pero después de recorrerlo con
tranquilidad y ver los edificios de la ermita de San Roque y lo que hace
cientos de años fue la Venta de Cildá, se da cuenta uno de que estos edificios
se construyeron con las piedras de la fortaleza.
Varios de los hombres de
ciencia que han pisado la Garita, para todos un enigma: ¿Quién construyó
aquella fortaleza?, ¿fueron los cántabros, romanos o los visigodos?, esto es
muy difícil de pronosticar, es otro de los muchos misterios que guarda el
Pueblo de Oreña, lo que sí es cierto es que, su emplazamiento es el sitio más
estratégico del Pueblo.
Son muchos kilómetros
que desde esta Garita se dominan, a simple vista está San Vicente de la
Barquera por el Oeste y Peñacastillo por el Este, también todos los límites de
la provincia, siendo así que sus vistas son maravillosas.
No hace mucho tiempo,
visitaron esta vieja Fortaleza unos turistas ingleses, acompañados del
reverendo Padre Patricio, de la Orden Cisterciense y, un mes más tarde,
mandaron lo que parecía la reproducción de la Garita, pero no era así, aquellas
fotografías habían sido tomadas en el país de Gales, pues al parecer, allí las
hay en las costas y la Historia les dice que se construyeron en defensa de los
Vikingos, cuando estos asolaban todo lo que encontraban por las costas de
Europa.
7. LA ERMITA DE CILDÁ
En la vieja carretera
que desde Novales pasaba por Cildá, se encuentra esta vieja Ermita, con poca
historia, no así la Venta, que en su tiempo fue tristemente célebre por un
repugnante crimen que allí se cometió.
Habitaba dicha venta una
señora que, por el hecho de vivir sola podemos calificarla de las de “Armas Tomar”, entonces era corriente ver los lobos y los osos en aquel monte, pasaban
por este camino hombres y mujeres desde Comillas y demás pueblos con dirección
a Torrelavega, que como hoy, era el centro comercial más importante de la
comarca, una de la que frecuentaba el camino de la Venta era de Cóbreces y
tenía amistad con la ventera.
Al pasar cierto día le
hizo varias preguntas sonsacándole a la pobre mujer de Cóbreces a lo que iba,
se trataba de que esta señora, tenía a su marido en Filipinas y la había
mandado una letra, por lo que se desplazaba a Torrelavega a cobrarla. La
ventera, tan pronto supo de ello, empezó a premeditar la forma de pasar
el dinero a su poder.
En esta Venta, tenía su
paradero un hombre que practicaba la mendicidad y dormía en un rincón apartado,
dentro de la Venta, y que vulgarmente era conocido en toda la comarca por el
apodo de Calzonoso.
En esto pensó la ventera
que tenía la ropa en el rincón donde dormía y sin pensarlo más, se puso la
camisa y pantalón de él, salió al camino y la mató seguidamente, se quitó la
ropa manchada en sangre y la colocó en el rincón de Calzonoso.
No tuvo problemas la
Fuerza Pública para dar con la pista del asesino, las señales de la ropa de
Calzonoso, rasgadas en señal de lucha que sostuvieron con grandes manchas de
sangre, el criminal estaba localizado, Calzonoso fue detenido y, a pesar de
poner pruebas evidentes de donde había pasado el día, de nada le sirvió.
Calzonoso fue condenado a lo que llamaban justicia a la última pena, y ahorcado
en la Plaza de Torrelavega en presencia de numeroso público.
Unos minutos antes de
morir, pronunció estas palabras:
-Muchas he hecho, pero
yo no he matado a nadie.
Los años se le volvían
días a la Ventera de Cildá, se le había introducido un microbio en su cuerpo
que le iba ahogando y se veía morir de pena, pues su conciencia no podía
soportar tan enorme peso.
Esta mujer, cuando se
vio mal, mandó llamar el sacerdote y unos vecinos, declaró públicamente que
Calzonoso había muerto inocente, que quien había matado a la vecina de Cóbreces
había sido ella, con las ropas de Calzonoso, sin embargo, la mayor pena de la ventera
fue que no encontró el dinero, pero sí el médico, al hacerle la autopsia,
pues lo tenía en el moño.
Este crimen, hace años
lo recordaba cierta revista de Torrelavega y, por cierto añadía algo más que en
Oreña no se sabía, cuando hace años se trasladaron los restos del cementerio
viejo de Torrelavega al actual, la tumba de Calzonoso apareció como si hubiese
sido enterrado recientemente, estaba completo e incorrupto.
8. EL CASTILLO DE PERELADA
Toda persona al
mencionar este Castillo pensará en la provincia de Gerona, pero no es así, en
el Barrio de Perelada del Pueblo de Oreña, hemos tenido hasta hace poco tiempo
restos de lo que fuera propiedad de los Marqueses de Quintana, nadie supo
en Oreña a quién perteneció este Castillo, pero la casualidad puso en mis manos
un libro editado por el año 1890 en Matanzas (Cuba), la fecha se la arrancó
algún lector desaprensivo y de este libro copio lo siguiente:
¿Quién que haya vivido
en el pueblo de Oreña no conoció el vetusto Castillo Feudal de los Marqueses en
Perelada?
Estas ruinas existen
como memoria permanente para las generaciones venideras, y en cuyo Castillo vio
morir a Don Vicente Quintana, el autor de esta narración histórica.
Voy a sacar a la luz a
este autor que sobre el año 1870 llegó con su padre siendo muy niño o nació en
Oreña, su padre era el Maestro Municipal de este pueblo y según escribe su
hijo, las pasaban muy estrechas, estando supeditados a una tía de su madre
viuda de un militar de alta graduación que los socorría.
El autor de estos datos,
a los 10 años era el capitán de los niños traviesos de Oreña y escogió como
peón de su confianza a un niño bonachón llamado Nelo, que le robaba la torta y
los torreznos de su hermana Teresona, para quitar el hambre a su capitán.
En este niño travieso,
inteligente y precoz, apodado Satanás, se fijó enseguida el cura del pueblo,
nombrándole su monaguillo a la vez que le enseñaba solfeo.
Este niño, en su ida y
venida a la Iglesia, tenía que pasar por la Ermita de San Roque, la cual
siempre estaba cerrada, pero tenía una ventana enrejada por donde los
peregrinos al pasar para Covadonga o tal vez Santiago, arrojaban una limosna
por la reja. Satanás, estaba acostumbrado a ver perras gordas de cobre, pero
nunca había visto una peseta que aquel día veía, pero que estaba lejos en el
interior de la Ermita.
Satanás, cuyo verdadero
nombre era el de Manuel Salas, no tuvo que romperse la cabeza para ver el modo
de hacerse con la peseta. Llamó a su amigo Nelo y le encargó una vara de
avellano larga y, cuando la tuvo en la mano le pegó un pedazo de arcilla en la
punta; mandó a Nelo ponerse con los brazos y la cabeza contra la pared, y por
encima de ésta, subió Satanas con la vara de avellano, la cual introdujo en la
Ermita.
He aquí que no llegaba a
la peseta, y haciendo un supremo esfuerzo por entre las rejas, estas cedieron y
quedó con la cabeza dentro y sin poderla sacar.
Fueron tan grandes los
apuros de Satanás que al verse perdido, pues era la hora de la
diligencia, empezó a gritar. Nelo, salió corriendo quedando Satanás colgado por
la cabeza, llegando a tal tiempo la diligencia que tuvieron los viajeros que
romper una reja para sacarle.
El escándalo fue grande,
pero peor fueron los palos que se llevó el pobre de Satanás, y hubiese tenido
esto poca importancia si no hubiese llegado a la Capital, donde tenía una tía
viuda de un militar, que al enterarse alquiló un coche de caballos y llegó al
Pueblo de Oreña para dictar sentencia, la cual consistió, en contra de la
voluntad de sus padres en mandarle a Cuba con una carta de recomendación en la
maleta.
Fue por el día 25 de mayo de 1875 y en la Ciudad de Santander, salía Manuel Salas con rumbo a Cuba a sus 13 años de edad.
Fue por el día 25 de mayo de 1875 y en la Ciudad de Santander, salía Manuel Salas con rumbo a Cuba a sus 13 años de edad.
Al llegar a La Habana y
desembarcar todo el personal, se quedó solo y empezó a llorar, se acercaron los
marineros del barco y al enterarse lo llevaron donde la carta indicaba, pero el
señor a quién iba dirigida la carta no conocía a Satanás, no obstante se hizo
cargo del niño.
Viajaba a bordo también
el nuevo Capitán General de Cuba: General Valmaseda y dos compañías de
soldados.
El “Ciudad de
Santander”, iba armado de dos cañones, con sus correspondientes artilleros y
debido a esto se formó una bronca en el barco entre los soldados de las dos
Armas y, el niño que estaba entre ellos se llevó la peor parte, saliendo de la
trifulca con sangre por varios sitios del cuerpo.
El General mandó llamar
a los revoltosos y fueron arrestados, luego llamó al niño, le hizo muchas
preguntas entre ellas como se llamaba, el cual, astuto de verdad le dijo que su
nombre era el de Ricardo Quintana Robledo.
Quedó impresionado el
General, contestándole que esos apellidos son la auténtica nobleza montañesa,
pues el Marqués de Oreña era Quintana y el de Santillana Robledo.
Mucho pensó el General sobre esto, y el resultado fue, un día le daba al niño un duro y al otro una peseta.
Mucho pensó el General sobre esto, y el resultado fue, un día le daba al niño un duro y al otro una peseta.
Llegaron todos a La
Habana, militares, paisanos y ¡Cómo no se va a escribir de nuestra raza…!
Los soldados, cuando
dejaron el equipaje en el cuartel, salieron a la calle y tres de ellos
alquilaron un coche de caballos, se pasearon por las calles de La Habana sin
una perra en el bolsillo y como no pudieron pagar fueron a parar a la cárcel.
Cuál no sería su
sorpresa cuando a su llegada a la celda vieron allí a Satanás.
¿Qué le había ocurrido?
Muy sencillo, nada más llegar a la tienda de la recomendación, se asomó a la
puerta y vio algo que no esperaba, una mujer negra con una garrota a la cabeza,
tanto le llamó la atención a Satanás que la siguió, agarró la garrota para
saber lo que llevaba y al ladearse la melaza que contenía cayó sobre la negra y
el niño. Aquélla, le denunció a un guardia y fue a la cárcel sin ninguna
compasión, en donde le propinaron una salvaje paliza.
Los soldados se
preocupaban más del niño que de ellos y cuando llegó un Sargento a sacarles le
enseñaron al niño, al mismo tiempo de ponerle en conocimiento de la amistad que
tenía el Capitán General con él en el barco.
El Sargento, mandó al
niño que le escribiese una nota para el General, la cual entregó y este ordenó
traerle, el cual, quedando impresionado de sus heridas por lo que hizo justicia
rápida y ejemplar.
El niño tenía su cuerpo
ensangrentado de tantos latigazos que le habían propinado aquellos salvajes,
que pasaron a ocupar la celda que él había dejado.
El General Valmaseda, no
llegó nunca a saber la verdadera identidad de aquel niño que en Oreña le
llamaban Satanás, pero lo cierto es que le acompañó la suerte enrevesada toda
su vida, pues aún valiendo mucho y por causas ajenas pasaban muchos días sin
probar bocado y dormía al sereno muchas noches.
Un buen día no había
probado alimento alguno y al anochecer se metió debajo de un carro que había en
los portales de un gran comercio, y al llegar los obreros por la mañana se lo
comunicaron al patrón el cual salió, mandando entrar al niño y le dio de
desayunar, después le preguntó de donde era y al decirle de Santander, con más
motivo le atendió, y le dejó con él, pues el dueño de aquel comercio era
pasiego con un corazón de oro.
Estuvo contento el niño
en aquel comercio del cual era ya su cerebro, y el patrón lo quería como a un
hijo, pues este no los tenía.
Ya un muchachote, con
diecinueve años, tenía a su cargo el cobro semanal por las casas de los
clientes de Matanzas, cosa que hacía los sábados.
Entre estos clientes, se
encontraba la viuda de un banquero de setenta años, que ella a pesar de sus
protestas no pudo rechazar y que a los tres años murió dicho banquero, quedando
en la casa con su fiel criada negra, la cual había sido antes de sus padres.
El muchacho, cuando
llegaba cobrar siempre le retenía hasta ser el último en pagar. Le gastaba
bromas, y así pasó el tiempo, hasta que un día de carnaval, pasaba Manuel
frente a su casa y al formarse un escándalo en la plaza, se refugió en casa de
la viuda, la cual, le había visto y abrió la puerta metiéndole en el recibidor,
aprovechando el momento que ella deseaba desde hacía tiempo.
Le colmó de invitaciones
y le hizo contarle su vida; Manolo al referirle una de las aventuras más
dramáticas, emocionó tanto a la viuda que le abrazó llorando de compasión.
Allí estuvo hasta la
noche, y al marchar, le entregó un sobre con la consigna de no abrirle hasta
que estuviera en el almacén, cosa que así hizo.
Manolo llegó a la
habitación donde dormía y lo primero que hizo fue abrir aquel sobre que estuvo
a punto de ser su ruina, encontrándose con la sorpresa de lo que traía dentro,
pues se trataba de una foto de la viuda y un billete de quinientos, empezó a
pensar lo que de él pudiera pensar su patrón si lo viera, lo cual le produjo
una alta fiebre que terminó en locura, que con el alboroto que formó, llega el
patrón y lo primero que ve fue el dinero y la foto, lo cual enseguida se dio
cuenta de lo ocurrido y llamando a los criados, le llevaron al sanatorio, en
donde los médicos le dijeron al patrón que no tenía remedio, pues la enfermedad
que tenía Manuel era el vómito, para lo cual no había cura.
Manuel, era tan querido
en el barrio que, la noticia se corrió como reguero de pólvora. La viuda
mandó llamar a la negra a hacer compra al almacén para enterarse, y
cuando llegó se lo contó a su ama, que lloraba desconsolada. Todos los días
preguntaba por Manuel y, la respuesta era la misma, sin esperanzas de vida.
Quitándose el velo del
secreto, la viuda rompió por la calle del medio y mandó a la negra que fuese al
almacén y le rogara al dueño de su parte si podía pasar por su casa, la negra
hizo el recado y el patrón le dijo que al anochecer iba, lo cual cumplió.
Al llegar, le mandó
pasar la viuda del banquero y confesándole lo del billete y la foto, pidiéndole
ir a verle sin que nadie la viese. El patrón como si adivinase su pensamiento,
le dijo:
-Señora, aquí está el
coche esperándola, yo voy también al sanatorio.
Eran las once de la
noche, cuando llegaron y Manuel solo se sabía que estaba vivo porque respiraba.
El patrón preguntó al sanatorio como había pasado la noche y el día, a lo cual, le contestó que en la misma postura que estaba, y que el médico había dicho que no había remedio.
El patrón preguntó al sanatorio como había pasado la noche y el día, a lo cual, le contestó que en la misma postura que estaba, y que el médico había dicho que no había remedio.
Al oír esto, la viuda se
arrojó sobre él hablándole fuerte y besándole al mismo tiempo. Manuel se movió
y arrojó con mucha fuerza un vómito de sangre que bañó al patrón y a la viuda,
al tiempo que llamaban al médico, quien al llegar dijo:
-Se ha salvado.
No se equivocó y, es de
aquel momento, empezó la mejoría y a los pocos días Manuel estaba de reposo en
el almacén.
Manuel no volvió a
trabajar más en el almacén pero sí seguiría siendo su casa, pues entre la viuda
y el patrón acordaron que Manuel empezaría a estudiar con los gastos a cuenta
de la viuda.
Manuel, fue muy pronto
Maestro Nacional y se casó con la viuda.
No acabarían aquí las
desventuras de éste joven, estando a punto de dar a luz su esposa, cuando daban
un paseo, el primo de la viuda hizo unos disparos, resultando muerto el perro,
y de la impresión se adelantó el parto, de lo cual murió la que fuera su
esposa.
Nada más expirar, Manuel
sacó un revólver de la mesita de noche para pegarse un tiro, pero el patrón
adivinando su pensamiento se abalanzó sobre él y le detuvo diciendo:
-Todavía te queda mucho
en este mundo.
Y le señalaba el niño
que había nacido con vida.
Así terminó la historia
de aquel niño travieso pero muy inteligente, que empleaba el seudónimo de
Ricardo Quintana Robledo, que su nombre real era Manuel Salas y que el pueblo
de Oreña lo apodaba Satanás.
9. PUERTO CALDERÓN
Este puerto, orgullo de
Oreña y capricho de la Naturaleza, es un marco incomparable de la belleza
natural, rodeado de misterios, al igual que todo lo que se escriba
de este Pueblo, viejo con pocas leyendas y que el visitante ha de hacerse una
idea de lo que puede ser esto y aquello.
Así ocurre con Puerto
Calderón, ya no quedó nada de lo que fuese el Palacio de los Calderones, estuvo
enclavado en lo más céntrico del terreno que rodea el Puerto, y que sus piedras
de sillería fueron empleados en la reconstrucción del muy viejo molino de
Serranera.
Desde el sitio donde
estuvo enclavado el Palacio, mirando hacia el mar, queda a la derecha las minas
centenarias o milenarias del Pollo, ricas en blenda y junto al mismo agua, que
se cree sea la causa de que no se puedan hoy explotar, allí mismo, hay
unas rocas y en ellas unos restos de argollas que sirvieron para amarrar
buques, pero, nadie sabe que barcos cargaban y descargaban. Voy a escribir lo
que queda de una pobre leyenda, sobre los habitantes del Palacio. Allá por el año
1300 vivía un matrimonio de apellido Gutiérrez él y España ella. Esta era Doña
Teresa, la cual, cierto día se puso en parto y trajo a este mundo un niño al
parecer muerto, y las vecinas que la asistían lo depositaron en una caldera.
De pronto, Doña Teresa
se sintió muy mal y toda la atención de aquellas mujeres la dedicaron a la
enferma, viendo la causa de la gravedad en un nuevo hijo. Cuando prestaban
atención a este nuevo niño, salió llorando el de la caldera que había vuelto a
la vida. Se le apodó con el calderón y más tarde, así se distinguió terminando
por adoptarlo como apellido.
De esta manera, se creó
un nuevo apellido, que en realidad era Gutiérrez, de este Calderón descendía y
nacía en Oreña D. Alonso Ortiz Calderón, Señor de Oreña y Puerto Calderón,
Almirante de la Escuadra de Castilla.
Hay personalidades en
esta provincia que aseguran que las argollas del Puerto servían para amarrar
los barcos que, para contrarrestar los fueros de San Vicente de la Barquera
desembarcaban sus fletes en Calderón. Todos los Palacios que había en Oreña, a
excepción del de Quintana, han desaparecido. El último que quedaba en el Barrio
de Padruno con el escudo de los Calderones, lo han trasladado a Santillana del
Mar, y, los de otros barrios se derrumbaron ellos, al no ser reparados por sus
dueños, así es que Oreña, con su Castillo también desaparecido, hoy solamente
queda el de Quintana y no completo, pues hace años sufrió un incendio,
perdiendo su primitivo valor.
El Palacio de Torriente,
hoy dos casas ganaderas que su fachada principal y Escudo sirvió para cubrir el
enorme corral, para librarse del barro, así como los del Barrio de Bárcena
desaparecieron y hoy nadie sabe que existieron.
Nadie sabe a conciencia
donde nació D. Alonso Ortiz Calderón, Señor de Oreña y Puerto Calderón, pero
casi seguro, que sería en el Palacio del Puerto, donde desde niño se
aficionaría las cosas del mar. Tampoco se oyó en el Pueblo de las acciones de
Guerra que tomó parte este Almirante de la escuadra de Castilla.
10. MAHORTEO
A varios metros del
Puerto, en dirección Sur, se encuentra el sitio de Mahorteo, donde aún se conservan
unas higueras y restos de un edificio, también sabemos que fue habitado por
Pablo Gurrea aquel marino Montañés que, un día después de muchos años
navegando como Contramaestre de un Naviero Americano, le llamó y le dijo:
-P´allá, en el valle de
Santillana te aguarda una moza, desde hace años, toma esta bolsa y vete con
ella.
Pablo cogió
aquella bolsa de monedas y llegando a su tierra, se casó y tuvo dos hijos,
dedicándose a la pesca con una barca en el Puerto Calderón, construyendo su
casa en Mahorteo.
Este lugar histórico,
donde Pérez Herich cimentó su obra “La mujer Adúltera”, y que nace del hijo de
Pablo (Ángel), el cuál estudió Náutica en Santoña.
Cierto día, cuando Pablo
estaba tan ajeno, se presentó su antiguo Naviero y le dejó a su cargo una joven
rubia que, tan pronto llegó Ángel, se enamoró de ella, y ya Capitán, se casó,
pero cuando llegaba cerca de Santillana se cruzó con un coche de caballos en el
que su esposa se fugaba con cierto personaje. Esto era el regreso de su
primer viaje como Capitán.
11. EL MOLINO DE SERRANERA
Este viejísimo molino,
muy cerca del Puerto y que hace muchos años fue reconstruido con los últimos
sillares del Palacio de los Calderones, es el sitio más solitario de Oreña. Los
molineros que se sucedieron a lo largo de su historia fueron hombres bragados,
pues pensando solamente en el rugido permanente de la Cueva de Oreña a pocos
metros¸ no sé cómo podrían conciliar el sueño, pero que a pesar de esto ha
estado siempre habitado.
En este molino ocurrió
un caso que, si hubiese pasado hace muchos años, dirían que era pura fábula.
Les tocó en suerte ser en aquella ocasión a Tía Lucinda y Tío Jorge, y se había
criado con ellos un sobrino siendo niño aún, llamado Andrés Fernández Cayuso (1910-1980), actual propietario de dicho molino.
El molino, está separado
varios metros de la vivienda y, una tarde, mientras Tía Lucinda y Andresín
estaban maquilando en el molino, se metió en la cocina de la casa un raposo; nadie
supo el tiempo que allí llevaba cuando llegó el Tío Jorge, el cual al verlo dio
unos pasos atrás y cerró la puerta. Entró en la cuadra y agarró la pala de
ganchos al tiempo que iba a la cocina diciéndole al Zorro “no intentes escapar,
pues estás perdido”. Pero he aquí que, cuando Tío Jorge lo fue a clavar, el
zorro pegó un salto y se escapó por la chimenea, exclamando Tío Jorge aquellas
palabras históricas en Oreña: “Me has jodido”
12. LA CUEVA DE OREÑA
Esta cueva natural,
capricho de la Naturaleza, es una boca rasgada en vertical sobre un centro
donde se estrellaban las olas del mar, y a varios metros, otra en redondo al
nivel del agua, en mareas altas se comunican dentro del castro pero muchos
metros al interior, y el no tener salida, en el retroceso forman un ruido
infernal conocido como un barómetro natural. El eco se oye desde los pueblos
altos de la provincia, y su refrán popular dice:
“Cuando la Cueva de Oreña ruta, unce los bueyes y vete a por leña”.
El movimiento de las
aguas se adelanta al temporal en muchas horas y es la causa de prevenir a los
pueblos que ya lo saben de generación en generación. Es tal lo que impone esta
cueva que cuando uno está cerca, los pelos se ponen de punta; quién no lo haya
visto no lo podrá creer:
La zona de la cueva,
desde el Mediajo hasta Calderón, es muy rico en percebe, además los más ricos
del litoral pero tienen un precio muy caro pues el mar cobra un impuesto todos
los años al reservar una sepultura para los mariscadores.
Si los que habitaron el
pueblo de Oreña bien en la Prehistoria, lo mismo que los grandes pescadores de
hace cien o veinte años se les pudiese decir que un hombre entró en la
“toñada”, pasando al interior de la cueva, no se lo creerían, y el caso fue
cierto, siendo así, la mayoría del Pueblo no lo cree, más el milagro ocurrió y
voy a dar los detalles.
Vive en Oreña, donde
nació cerca del mar José Manuel Jareda Martínez (1946) (Puchi) o (Nelo), desde niño, se destacó
por sus extraordinarias cualidades físicas, sin que haya participado nunca en
ninguna competición deportiva. El, muy aficionado al mar, bien como pescador o
marisquero, y, este año pasado fue con un hombre-rana al mar, en ocasión en que
estaba muy bella al no hacer olas como se acostumbra a decir cuando el
mar está en calma. Al llegar a la cueva y no ver movimiento le dijo al rana que
era Marín Calderón, que le dejase el pantalón y la camisa de goma y después de
discutir mucho, pues Marín se oponía, Puchi, se metió en la cueva, donde
en un momento cavó a unos treinta kilos de percebes y Puchi se introdujo de
nuevo en la cueva. Cuando se disponía a cavar más percebes, por un misterioso
fenómeno de los que el mar es muy rico y nadie acierta a comprender, empezaron
a penetrar cientos de toneladas de agua por las dos bocas, cogiendo de sorpresa
a Nelo que, tan pronto estaba a veinte metros de altura como se veía en el
suelo, lo mismo que pluma al viento. Encerrado en la oscuridad dando de pared
en pared metiéndole hasta el final y volviendo al centro de la cueva, pero sin
sacarle de ella, y rozando todas las cavernas interiores.
En uno de esos críticos
momentos, le subió al techo donde Nelo se agarró pero no pudo aguantarse y se
dejó caer al agua, sin moral, rendido y falta de fe, al verse perdido, pero, su
instinto de conservación le hizo procurar el último esfuerzo; se tiró al fondo
de la cueva en dirección a la boca y, agarrándose a las piedras del fondo logró
salir fuera a la superficie pero, completamente inconsciente. Merín al verle,
pues le creía perdido, le tiró un neumático y a voces le hizo agarrarse a él,
Nelo. Nelo salió con él, aunque nadando en dirección a alta mar. Fue
serenándose y Merín siempre a fuerza de gritos, logró hacerle volver, pero Nelo
fue a salir a mucha distancia de la cueva por el pánico que ésta le había
metido en el cuerpo.
El resto del día, lo
pasó Nelo sin hablar, ya recuperado, lo tuvo callado muchos días.
Esta aventura, nadie que
conozca la cueva puede creerla, pero fue cierta, ahora, cuando le preguntan a
Nelo, dice que pensó más en aquellos trágicos minutos que, en los veintisiete
años de su vida.
13. SAN BARTOLOMÉ
Si las leyendas del
Pueblo de Oreña, son muy pobres, no así las que tenemos al día, pues de
generación en generación, se viene transmitiendo la de San Bartolomé, esta joya
Mozárabe que su mayor riqueza es su pobreza y que nos dijeron nuestros
antepasados que fue construida en el siglo IX.
Su arco que en su
construcción sufrió un poco de variación y es lo que más llama la atención a
los visitantes. Sus ventanas sin guardar simetría, parecen hechas por
aficionados, lo contrario de su arco.
Esta Ermita, muy
discutido lo Mozárabe por personalidades que la han visitado y que no
concuerdan, pues hay alguno que la sitúa Ramiresca, otros posterior,
etc., pero, repito que es la única leyenda que tenemos al día en el
Barrio de Caborredondo en donde está enclavada y, sus vecinos apoyados por las
autoridades hicieron verdaderos sacrificios para su reconstrucción y
actualmente es el orgullo del vecindario.
Es tan vieja esta
Ermita, que las figuras de sus canecillos por efectos de las inclemencias del
tiempo están borradas, conservándose sólo las del ángulo muerto que representan
dos tetas perfectas.
La comisión que
reconstruyó ésta Ermita, no ha dejado de realizar gestiones para saber el
paradero de la primitiva imagen de San Bartolomé, ya que el Barrio sabe que
hace muchísimos años fue cambiada por otra de menor valor. Llegó cierto día a
él un señor que le propuso al Sacerdote de aquella época, llevándole consigo.
Al llegar a la fiesta, es corriente en días anteriores limpiar la Ermita y el
Santo; ese día acuden viejos y jóvenes a visitarle, sin embargo, al año
siguiente del cambio, llegó entre otros Tía Segunda que al ver al Santo dijo:
-Pero qué delgau te
has quedau San Bartolomé.
A la risa de los demás,
Tía Segunda se dio cuenta del cambio que le habían dado a esta imagen.
Quién se quedó sin la
imagen fue la Ermita, que era la primera Parroquia con la que contó el Pueblo
de Oreña.
14. SOCOBIO
Este remanso de paz,
junto al fatídico Mediajo, es sin duda donde se conservan las cicatrices
permanentes de la Era Mesozóica (Período Jurásico). A su derecha, piedras
menudas, sus cuevas se resistieron a salir por los aires, ante aquella enorme
explosión, con millones de toneladas de piedra viva, las cuales, al no, ceder
salieron despedidas, dejaron unos huecos en media circunferencia, que aún se
conservan como guardianes en espera, por si vuelve a repetirse.
En este sitio de
Socobio, se derrumbó el pasado año desde unos cincuenta metros de altura, una
media tonelada de tierra que al llegar al suelo se convirtió en almejas
petrificadas. Estas almejas, junto con el bloque desprendido, resultaron ser
una tierra arenosa y a su caída salieron despedidas por toda la lastra, en
subiendo la marea las llevó también, que daban la impresión de haberlas sacado
del mar. Entre éstas había también algunos caracoles marítimos de gran
tamaño y, parece ser de una especie distinta a la conocida hoy en nuestras
costas, y lo mismo ocurre en otros lugares de este Pueblo, lo que nos demuestra
que en otros tiempos fue una enorme ría, en donde desembocaban dos grandes
ríos, teniendo sus respectivos lugares de nacimiento en la hoy cueva de
Cualventi y la llamada de Cotera. Estos ríos debido a la enorme convulsión
sufrida, se perdieron, apareciendo metros más abajo del que se llamó el Torco.
También la actual generación lo vería desaparecer por el año 1938, debido,
creemos, a un pequeño temblor de tierra ocurrido en el mes de octubre de ese
año.
15. EPÍLOGO
Oreña, Pueblo que fue
patrimonio de la Reina Doña Urraca, con Cóbreces y Novales forman el Valle de Oreña.
Este pueblo dio mozos fuertes, como todos los ribereños que participaron con su
Almirante en todas las acciones de la Escuadra de Castilla. Hicieron causa
común, para que se les concediera por dos veces Fueros a la Villa de San
Vicente de la Barquera. Que dio grandes hombres a la Patria lo mismo en el
terreno cultural que en el militar, que ya mencioné.
Si esto se sabe es
debido a los hombres que integra la Institución cultural de Cantabria. A estos
abnegados miembros que en silencio y con celo, trabajan constantemente por
dicha Institución, para que no quede en el olvido ningún hecho histórico de
nuestra Patria Chica, Cantabria, pues lo mismo que le ocurre al Pueblo de
Oreña, es general en la Provincia; sus archivos desaparecieron, y si la actual
generación sabe algo de la Historia de sus pueblos se lo debemos a ésta
estupenda Institución.
Al llegar la Parcelaria
Se quitaron los jarales
Los Miruellos no hacen nido
Pues no quedan ni bardales
Se quitaron los jarales
Los Miruellos no hacen nido
Pues no quedan ni bardales
Los erizos ya no crían
Se acabaron los rincones
Y todos en fila india
Se fueron por los Varones
Se acabaron los rincones
Y todos en fila india
Se fueron por los Varones
Al llegar a Cabezón
Vieron un jeep en la mies
Y al ver los parceleros
Regresaron otra vez.
Vieron un jeep en la mies
Y al ver los parceleros
Regresaron otra vez.
Pero al llegar a Rodero
Una urraca los paró
Por no quedar un laurel
Desde el suelo les gritó
Una urraca los paró
Por no quedar un laurel
Desde el suelo les gritó
Se comen hasta los hisos
Se cavan ya las linderas
Y en la llana de Cubías
No quedan ni las higueras
Se cavan ya las linderas
Y en la llana de Cubías
No quedan ni las higueras
Tengo sed dijo un erizo
La fuente está tapada
Si es que quieres beber agua
Tiraos por las Bragadas.
La fuente está tapada
Si es que quieres beber agua
Tiraos por las Bragadas.
Estas gentes de hoy en día
No es como la de antes
Pues no quieren comprender
Que con un metro hay bastante.
También en este blog:
Valentín Usamentiaga Jareda y Maria del Pilar Ruiz Sáez
La leyenda de la cueva de Cualventi (1ª parte)
La leyenda de la cueva de Cualventi (2ª parte)
Valentín Usamentiaga Ruiz
No es como la de antes
Pues no quieren comprender
Que con un metro hay bastante.
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Valentín Usamentiaga Jareda y Maria del Pilar Ruiz Sáez
La leyenda de la cueva de Cualventi (1ª parte)
La leyenda de la cueva de Cualventi (2ª parte)
Valentín Usamentiaga Ruiz