viernes, 15 de noviembre de 2024

La casa-palacio, de la calle de Cantón, en Santillana del Mar, año 1956

 


La casa-palacio de la calle de Cantón, en Santillana del Mar

Fue de Dª Leonor de la Vega y Cisneros

Hoy es conocida por “Palacio del Primer Marqués de Santillana

He leido, con extraña sorpresa, que, en Santillana del Mar, la conocida Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega, no perteneció a esta señora ni, por tanto, se puede llamar Palacio del Marqués de Santillana, porque así lo manifiesta don Manuel Pereda de la Reguera en su reciente libro titulado “TORRELAVEGA Y SU PARTIDO – NOTICIAS HISTÓRICAS”.

Dice el señor Pereda de la Reguera que esta secular casona no pertenece al linaje de los Vega, sino que es de una familia, también oriunda de Santillana, que no tiene hoy solar conocido allí, y a los de la Vega les señala otra casa, que fue torre, llamada de la Parra -que por cierto ha sido reconstruida, recientemente, con pésimo gusto y peor arte-, en lo alto de la plaza, sin embargo, de no tener pruebas fehacientes el señor Pereda de la Reguera, pues,  las que da, todas supuestas, no pueden admitirse seriamente ni, tampoco resiste la más débil crítica un infundado escrito, como veremos más adelante.

Empieza el señor Pereda de la Reguera su relato, y dice que “existe una casona gótica en muchos de sus elementos, que más que por su valor arquitectónico, análogo al de otras construcciones de la villa, ha sido destacadamente conocida por la creencia de que fue edificada y fue residencia del primer Marqués de Santillana”.

Efectivamente, la casona es gótica, y conserva aún los elementos que la distinguen, que no fueron destruidos por la acción del tiempo u otras causas diversas hasta el año 1909, desde cuya fecha, no siempre con acierto, ha cambiado de dueño nada menos que seis veces, con la fortuna para Santillana de que haya ido a parar a las manos que hoy la tienen. Y esta casona, no es creencia, ni lo fue nunca, que la edificara don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana, aunque se llame “Palacio del Marqués de Santillana”, de la misma manera a como se llama la Casa-Palacio de los Peredo, “Palacio de los Marqueses de Benemejís”, o la Torre de los Barreda, en la plaza, “Torre de don Borja” (que tomó y le dieron este nombre porque el último mayorazgo de esta casa se llamó Francisco de Borja como nombre, no como apellido), o también a esta “Torre se le suele denominar de la Infanta por haberla poseído doña Paz de Borbón desde 1929 y después, su nieta, doña Mercedes de Baviera, recientemente fallecida.

¿Por qué, pues tanta extrañeza a que se llame del Marqués de Santillana esta Casa-Palacio, que construida por doña Leonor de la Vega, su madre, heredó después más tarde su hijo y sucesor don ´Iñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana?

Tampoco es casona ésta análoga al de otras construcciones de la villa, pues, de esta traza y estilo, no hay ninguna en Santillana.

Nada nos prueba el señor Pereda de la Reguera con publicar una carta poder del Abad Don Domingo Fernández de Pradoluengo, en la que con fecha 14 de agosto del año de 1406 se dice: “se obligaron por firme e valedero los que ellos leyesen en el negocio yuso escrito con don Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, e con doña Leonor, su muger, de licencia del dicho marido, sobre razón del Puerto de San Martín de la Arena (Requejada) el palacio e torre quel dicho señor almirante había fecho en el solar de la dicha yglesia de Sancta Juliana”.

Esta cita que da el señor Pereda de la Reguera, no es correcta. No puede ser, ni es esa carta poder del Abad de fecha 14 de agosto de 1406, como dice. No lo puede ser por la sencillísima razón de que el almirante de Castilla don Diego Hurtado de Mendoza había fallecido el año anterior, o sea en 1405, y, por tanto, sobraba esta carta poder del 14 de agosto de 1406.


La cita, sí, es de Don Domingo Fernández de Pradoluengo, capellán del Rey, que hizo el número treinta y uno de los Abades de la Colegiata, que el ´´ultimo contrato en que interviene fue, precisamente, el 14 de agosto de 1406, fallecido ya, como digo, el almirante don Diego Hurtado de Mendoza. Este Abad dio poder amplio y carta de presentación al canónigo de la Colegiata don Juan Pérez de San Vitores, en la ciudad de Palencia a 16 de noviembre de 1403, y dice: “ e aviendo por firme e valedero para agora e para siempre jamás, un compromiso por mi, e en mi nombre fecho, por Juan Pérez de Sanvítores, canónigo de la dicha mi iglesia, los quales se obligaron o cierta pena que yo lo avería por firme e valedero lo que ellos hicieron en el negocio juro por escrito con don Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla, e doña Leonor, su mujer de licencia del dicho su marido sobre razón del Puerto de San Martín de la Arena (1), e palacio e torre quel dicho señor almirante había hecho en el solar de la dicha eglesia de Sancta Juliana, segund que se contiene en un contrato de compromiso que en esta razón fue fecho por Juan Gómez del Portal, notario público de nuestro señor el Rey; otro sí oviendo por grata e rata la sentencia dada en el dicho negocio por el amigo árbitro tomado e escogido entre los sobre dichos (2).

Por lo que se lee en la anterior cita del Abad Pradoluengo, está claro que el terreno para edificar el “palacio e torre” se le cedió la Colegiata, y se formalizó por documento ante notario, que hubo una sentencia “dada en el dicho negocio por el amigo árbitro y que esa sentencia que aclararía muchas cosas la razón conocemos. Pero no tiene duda que estaba, relacionada con algo incumplido por doña Leonor de la Vega y su marido el almirante de Castilla, en relación con el solar o con las edificaciones ya hechas.

La Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega, más tarde de su hijo don Ïñigo López de Mendoza, pudo ser una Torre, o tenerla adosada, que destruida hoy, pudo estar en el mismo sitio que ocupa la casa que hay anterior a la principal que fue siempre y es dependencia de la misma con marcado estilo de la época. Pudo estar esta Torre donde está la casa que sostiene una pilastra que corta la calle del Cantón, construida muy posteriormente y edificada donde hubo un paso o calle y terrenos que, como he leído en un documento antiguo, hace años, rodeaba la Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega. Pudo, también, esta Torre, correr la misma suerte que el Palacio que debió de existir, y no existe, junto a la Torre de la Parra, que el señor Pereda de la Reguera hace solar de los Mendoza y de la Vega.

Pero no incurramos en divagaciones y supuestos, que a nada claro nos conducen y vayamos a buscar la realidad de las cosas, con hechos y, entonces, nos encontraremos con la primera prueba irrefutable siguiente: Que la Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y Cisneros, en la calle del Cantón, de Santillana del Mar, “el mal llamado Palacio del Marqués de Santillana” como dice el señor Pereda de la Reguera, NO PUDO NUNCA SER DEL LINAJE DE LOS POLANCO -aún en el caso improbable de que algún día pudiera probarse que no fue de los señores de la Vega-, Precisamente, por las armas que ostenta la fachada de la Casa-Palacio de la calle del Cantón, que, publicada su fotografía, atribuye, con lamentable error, a los Polanco-Vega-Herrera.

Esta Casa-Palacio de dona Leonor de la Vega y de Cisneros, el “mal llamado Palacio del Marqués de Santillana”, por el señor Pereda de la Reguera, tiene tres escudos góticos (3), divididos en cuatro cuarteles cada uno, y se ordenan de la forma siguiente:

Primero.- BANDA. La Banda va del diestro de arriba del escudo al siniestro de abajo; no tiene -y mal puede verse- una estrella en cada punta.

Segundo y tercero.- AVE MARÍA.

Cuarto.- Torre con dos calderas, una a cada lado.

El escudo de los Polanco, capilla del claustro de la Colegiata, está dividido en los cuatro cuarteles siguiente:

Primero.- BARRA, con dos estrellas, una a cada punta. La Barra va desde el siniestro de arriba del escudo al diestro de abajo; es decir, contrario a la BANDA.

Segundo.- León rampante y ocho aspas.

Tercero.- Cruz llana; y

Cuarto.- Un castillo con dos calderas, una en cada banco.

Y para demostrar cuanto queda referido, publico dos fotografías con los escudos de la Casa de doña Leonor de la Vega y el de los Polanco de la capilla del claustro de la Colegiata, en la que de manera bien notable, se puede claramente apreciar la diferencia que entre ellos existe, y que tan lamentablemente confunde el señor Pereda de la Reguera en su citado libro. Tampoco conoce bien la lista genealógica que publica de la sucesión del mayorazgo de Polanco. La verdadera es la siguiente:

Juan de Polanco, casó con Juliana González de Barreda. Fueron sus hijos Jorge y Juan González de Polanco. Este fue marido de María de los Ríos Mier y Terán, que tuvieron entre otros a:

Francisco de Polanco y de los Ríos, que casó con Mencía Fernández de Villa y Guerra, en Ibio. Tuvieron a Jorge, Catalina, Juana, María y Francisco. Fue el mayorazgo Jorge, y después su hijo, nieto y bisnieto, llamados los tres Juan (aunque el nieto se fue definitivamente de Santillana a Cabuérniga y allí continuó el mayorazgo). Después lo fue Luisa y luego Pedro Quijano, y últimamente lo fue Francisca Quijano y Bustamante, que casó con Manuel Calderón Enríquez, de la casa Calderón de Cabuérniga (4).

La cuarta hermana de Jorge, María, se casó, sí, con Juan de Barreda Bracho , señor y mayorazgo de esta casa en el barrio de Quintana, (Oreña), por lo que María no formó, ni constituyó, ni aportó ni heredó MAYORAZGO ALGUNO DE POLANCO. Seguir, pues, esta línea de Polanco como indica el señor Pereda de la Reguera en su libro, no da origen más que a la confusión y desconcierto.

El mayorazgo, no es Polanco, sino Barreda -que, por cierto, padece un lamentable error al hacer a don Blas de Barreda y Horcasitas esposo de su NUERA doña Gumersinda Mena; no nombra a su verdadera esposa doña María Larreta ni a su hijo don Joaquín, que fue el esposo de doña Gumersinda Mena-,y sin pertenecer a ninguno de los dos apellidos, por vía de mayorazgo, la Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y de Cisneros. Esta Casa-Palacio, como la Casa del Abad, junto a la Colegiata y el Palacio de Chamberga -hoy casi desaparecido- en las afueras de Santillana, así como otras innumerables fincas rústicas y urbanas, las adquirió la CASA DE BARREDA después de la desvinculación de bienes al suprimirse los mayorazgos y la Colegiata.


Por eso y no por otra cosa, han ido a parar a los Barreda esta Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y de Cisneros, más tarde de su hijo don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana, que, sin embargo, el señor Pereda de la Reguera es

te sucesión, quiere para los Polanco.

Unos renglones incompletos de la hemeroteca que no influyen en la finalidad del artículo y que no transcribo.

(1) Suances

(2) Privilegios, folio 44 (también incompleto)

(3) La forma gótica en uso en España siglo XIII al XVI (incompleto)

(4) M. Escagedo. Valle de Cabuérniga pgs 90 y siguientes y Solares Montañeses pgs 118 y siguientes.

Santillana del Mar, octubre de 1956

José María PÉREZ ORTIZ

DM/ Miércoles 31 de octubre de 1956


La Casa-Palacio de la calle del Cantón, de Santillana del Mar, mal llamado “Palacio del Primer Marqués de Santillana

AYER mismo llegué a Santander después de terminadas mis cortísimas vacaciones, de cinco días, que he pasado en tierras castellanas, pisando majuelos holgados y trigales recien nacidos, siguiendo los largos vuelos de las pocas perdices que han dejado en la hermosa vega que se extiende, junto a las riberas del Cea, en la linde de las provincias de León y Valladolid que he cruzado varias veces cada mañana, pendiente sólo de las aves perseguidas y del dicho popular “donde menos se piensa, salta la liebre”, que hizo posible que “colgara” algunas muestras, muy pocas, de ambos animalitos y olvidara por completo mis habituales trabajos y más, si cabe, los de investigación a los que dedico, estirando, mis horas más o menos libres. Por ello es bien cierto que me sorprendió la inesperada bienvenida que con grandes titulares me aguardaba entre las páginas de EL DIARIO MONTAÑÉS, pronta a saltar ante mi vista y a hacerme buscar un tiempo que, tras mi holganza, tenga escaso, para pergeñar estas líneas que hasta he dudado en escribir.


El artículo a que hago referencia apareció bajo el título “La Casa-Palacio de la calle del Cantón, en Santillana del Mar.- Fué de doña Leonor de la Vega y Cisneros”, y en él su autor, don José María Pérez Ortiz, ha querido triturar con acusado ensañamiento un trabajo que recientemente me ha publicado la Biblioteca José María de Pereda, de Torrelavega, pues fue dado a conocer. En conferencia pronunciada en dicha Biblioteca el pasado mes de julio, bajo el título “Torrelavega y su Partido. - Noticias Históricas”.

He leído el artículo del señor Pérez Ortiz con verdadero interés, no porque, en los cinco años que hace que elegí como mi violín de ingreso la investigación del arte o la historia regional y con una quincena de modestas obritas en la calle, sea la primera vez, aunque lo habré merecido muchas, que intentan desmenuzar, apaleando, mi trabajo, sino porque como en esas obras de misterio, deseaba -y no lo he conseguido- desentrañar el motivo que he podido dar al señor Pérez Ortiz, para que trate tal publicación con tamaña dureza y ensañamiento, pues no me parece pago adecuado, aunque hubiera equivocado -que no lo estoy- a mi gracioso interés hacia esa villa que, tanto estimo como cuna de nobleza e hidalguía, en la que fecha su artículo. He pensado incluso, aún cuando sus apellidos no me lo revelan que tuviera relación genealógica con la casa de la Vega y considerara que con tal opinión le había ocasionado algún perjuicio. En fin: no he hallado explicación a su dureza, y que como el único mérito del investigader estriba en trabajar con honradez, con pruebas ciertas y yo no invento nada paso a contestar o a aclarar punto por punto, cuanto en contra de mi trabajo expone el señor Pérez Ortiz.

Primeramente dice que ha leído con extraña sorpresa que la conocida Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega no perteneció a esta señora “porque así lo manifiesta don Manuel Pereda de la Reguera en su reciente libro” Puede que me equivoque, pero creo sinceramente que la sorpresa extraña la recibió dicho señor no con mi publicación de última hora sino al aparecer hace cuatro años la primera edición de “la ruta turística “Santillana del Mar y Altamira”, en la que ya expuse la posibilidad de que así fuera (Santander 1954, págs 37 al 39 y 60 a 63 inclusive), aún sin razonar ni aportar las pruebas que en mi publicación he considerado suficientes para fundamentar la opinión expuesta. Y al menos no estuvo conforme con mi opinión, y así lo expuso en una conversación sostenida en el Centro de Estudios Montañeses, en una de las visitas veraniegas. En mi guía se ha repetido tal noticia, de entonces acá, en cinco ediciones consecutivas. En el mismo párrafo dice, porque eso lo manifiesta…”, cuando las pruebas que lo justifican son numerosas, y en el último de los casos debiera, con buena voluntad, decir porque así debe probarlo. También veo que califica mi publicación de libro, su título un modesto folleto, lo que le agradezco vanidosamente.


En el segundo punto, dice que afirmo que dicha Casa-Palacio “es de una familia oriunda de Santillana que no tiene hoy solar conocido allí”, ¿Es que solar es igual a casa solar o edificio?. Debo de creer que si se arruina el edificio desaparece el enclave geográfico del solar, porque en Santillana tenía su solar una rama de los Polanco, y si no me equivoco un coetáneo de doña Leonor, de dicho apellido, don Juan González de Polanco, la representaba e incluso en la iglesia colegiata ocupaba el mismo banco que los de la Vega.

Sobre las pruebas que dí para adjudicar la torre “de la parra” a los de la Vega he de decirle que en ningún lugar he pretendido hacer creer que fueron fundamentadas en documentos, pero son razonamientos que están argumentados en tema tal que para desestimarlos habría que rebatirlos uno a uno con opuestas razones.

En el tercer punto, me copia: “Existe una casona gótica en muchos de sus elementos, que más que por su valor arquitectónico, análogo al de otras construcciones de la villa, ha sido destacadamente conocida por la creencia de que fue edificada y fue residencia del primer Marqués de Santillana”. El señor Pérez Ortiz replica diciendo “Tampoco es casona ésta análoga al de otros construcciones de la villa, pues, de esta traza y estilo no hay ninguna en Santillana”. ¿Dónde dije que con la misma traza existiera otra? ¿No hay ningún otro edificio de estilo gótico en Santillana? Sobre esto creo que dijo valor, no estilo.

El que a dicha casa se le llame Palacio del Marqués de Santillana, como a la Torre de los Barreda Torre de don Borja, ni me va ni me viene para las pruebas presentadas ni el que la gente crea que lo construyó ´´el o su madre, cuando lo que se intenta probar es que no fue ninguno de los dos.

Sobre su cuarto punto, no hace más que aclarar una errata de imprenta que no altera el documento y que su aclaración me es favorable. Y el señor Pérez Ortiz conoce sin dar tanta explicación que el documento añadido, con la errata por el encabezamiento, podía comprobarlo puesto que en la misma página en que aparece, hay una cita que dice: “de donde ha sido parcialmente transcrito”. No habrá necesidad de decir que no puede ser, ni es esa carta porque en tal fecha ya había fallecido el almirante. Bastaba decir errata o cita mal tomada, en vez de 1406 es 1403, puesto que la cita es exacta y correcta en su llamada. “Mateo Escagedo Salmón. Colección Diplomática III, pgs 79 y siguientes”, ya que se trata de un documento que no hizo más que copiar.

Al punto siguiente, dice el señor Pérez Ortiz que pudo ser que la “Torre del palacio de la calle del Cantón desapareciera, etc.,etc. ¿Qué valor probatorio tienen estas suposiciones al azar? Como prueba de afianzamiento dice también: “Pudo también esta Torre correr la misma suerte que el Palacio que debió de existir y no existe junto a la Torre de la Parra, , que el señor Pereda hace solar de los Mendoza y de la Vega”. Ante esto confieso que me duele que las personas interesadas en estos temas, que no dan más que rompederos de cabeza, no se detengan siquiera a leer con detenimiento lo expuesto. ¿Quién ha dicho que tuviera que existir un Palacio, cuando lo que hemos argumentado es que se trataba de un palacio-torre en un solo inmueble aún existente?

A continuación dice:

“Pero no incurramos en divagaciones y supuestos, que a nada claro nos conducen y vayamos a buscar la realidad de las cosas con hechos y, entonces, nos encontraremos con la primera prueba irrefutable siguiente Que la Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y Cisneros, en la calle del Cantón, en Santillana del Mar el “mal llamado Palacio del Marqués de Santillana, como dice el señor Pereda de la Reguera, NO PUDO NUNCA SER DEL LINAJE DE LOS POLANCO -aún en el caso improbable de que algún día pudiera probarse que no fue de los señores de la Vega-, Precisamente, que las armas que ostenta la fachada de la Casa-Palacio de la calle del Cantón, que publicada su fotografía atribuye, con lamentable error a los Polanco-Vega-Herrera”.

A continuación dice que los escudos divididos en cuatro cuarteles cada uno se componen en la forma siguiente:

“Primero.- BANDA. La Banda va del diestro de arriba del escudo al siniestro de abajo, no tiene -y mal puede verse- una estrella en cada punto”.

He aquí el cuartel en cuya composición no estamos de acuerdo. La banda que le cruza como dice no es la que corresponde a los Mendoza ya que no está fileteada como corresponde a la que lleva tal apellido (que es fileteada de oro sobre sinople) y, además lleva estrellas encabezándola, o sea es la de los Polanco.

Ahora, para refutar esta primera prueba irrefutable digo que no solamente recuerdo haber visto  las estrellas, que si en los últimos años no han sido desgastadas por los agentes atmosféricos etcétera, aún pueden verse sino que para demostración, por si hoy no se conservaran suficientemente, publicamos una fotografía de dicho escudo que en la obra “Santillana del Mar – Romántica y caballeresca”, de don Manuel de Asúa, publicó el Marqués de Aledo (pág. 84, figura 49), en 1934, en la que se aprecian las estrellas perfectamente. Creo que queda bien aclarado, a no ser que el Marqués de Aledo preparara la fotografía con vistas a facilitarme esta prueba.

A continuación dice, hablando del escudo de los Polanco, que se compone:

“Primero.- BARRA, con dos estrellas, una a cada punta. La Barra va desde el siniestro de arriba del escudo al distro de abajo, es decir, contrario a la BANDA.

Segundo.- León rampante y ocho aspas.

Tercero.- Cruz llana; y

Cuarto.- Un castillo con dos calderas, una en cada flanco”.

Y continúa:

“Y para demostrar cuanto queda referido, publico dos fotografías con los escudos de la Casa de doña Leonor de la Vega y el de los Polanco de la capilla del claustro de la Colegiata, en las que de manera bien notable, se pueden claramente apreciar la diferencia que entre ellos existe, y que tan lamentablemente confunde el señor Pereda de la Reguera en su citado libro”


No publica dichas fotografías, sino dibujos, que no es lo mismo.

En primer lugar, hemos de decir que de Polanco no es más que el primer cuartel, ya que los otros, si menos el segundo y cuarto son de otros apellidos, por lo que comparar un escudo con otro sería ridículo, y no soy yo quien lamentablemente lo confunde, ni los he comparado en ningún lugar de mi obra.

Debo aclarar al señor Pérez Ortiz que pese a tener el escudo de los Polanco barra en vez de banda, según se acredita en multitud de certificaciones de nobleza de dicho apellido.

El que en el de la Vega la banda, esté cruzada desde el lado diestro de arriba del escudo al siniestro de abajo y en los de Polanco al contrario, nada demuestra, pues los maestros canteros equivocaban a veces la posición al hacer las labras, prueba evidente -que no admite réplica- es que en el mismo claustro de la Colegiata de Santillana existe un escudo precisamente de los de la Vega con la barra en sentido contrario al que lleva en los escudos del Palacio de la calle del Cantón, y para que no exista la menor duda de que se trata de tal escudo sobre él está labrado el apellido “Vega”. ¿Basta esta prueba?

A continuación, acusa otra inocente errata de imprenta que en nada altera las pruebas presentadas. La lista verdadera es la que hemos publicado, subsanada la errata de imprenta, que es la siguiente: donde citamos a Blas María de Barreda y Horcasitas (falta decir: casado con María de la Concepción Larreta Aguirre; hijo Joaquín de Barreda y Larreta), casado con. . La lista de descendientes de éstos es correcta y la de los numerosos ascendientes también.

Por último, dice el señor Pérez Ortiz que dicha casa no pertenecía a ninguno de dichos apellidos por vía de mayorazgo y que, como otras fincas rústicas y urbanas, las adquirió la Casa de

Barreda después de la desvinculación de bienes.

Podemos afirmar que el último mayorazgo de Barreda (Casa de Benemejís) poseía un mayorazgo de Polanco y que no sabemos a que desvinculación se refiere, pues podemos probar que dicha Casa-Palacio, según reza en un artículo publicado por el señor González Camino y Aguirre en la revista “Altamira” (número 2 de agosto de 1934, pág. 143, titulado “Santillana en el año 1753”, en dicha fecha era propiedad de don Pedro Antonio de Barreda Bracho (nació en 1707, murió 13-2-1770), el cual era descendiente directo de don Francisco de Polanco y ascendiente de doña María de Barreda y Fuentes, y que es el propietario que en nuestra cita genealógica citamos en la oportuna fecha.

De las demás pruebas y numerosos razonamientos presentados por mí en el modesto trabajo,nada dice, así como de los lamentables errores históricos que contiene el libro. Creo que por mi parte queda respondido cuanto al blasón y al mayorazgo se refiere y punto por punto a todo el artículo, y pongo mi punto final, ya que si alguna aclaración más fuera precisa ruego al señor Pérez Ortiz que me la haga directamente al Centro de estudios Montañeses, pues el tiempo, lamentablemente corto de que dispongo no me permitirá volver a perderle pergeñando un artículo como éste que he hecho a vuela pluma en la misma oficina de redacción de EL DIARIO MONTAÑÉS. Y va a la caja sin releer siquiera.

Sepa el señor Pérez Ortiz, que, pese a su dureza de trato, queda siempre a su disposición atentamente.

Manuel PEREDA DE LA REGUERA

Santander, 1 noviembre 1956.

DM/ Sábado 3 de noviembre de 1956





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