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J.A. PÉREZ El palacio del marqués de Benemejís, situado a la entrada de Santillana, tiene una gran finca y jardines |
Caja Cantabria adquiere la casa palacio del marqués de Benemejís en Santillana del Mar
El inmueble, uno de los mejores de la villa, será conservado íntegro, con sus jardines y todo el mobiliario y bienes familiares que se muestran en sus salones
JUAN CARLOS FLORES-GISPERT
El edificio conocido como palacio de Barreda-Pereda, situado en Santillana del Mar, propiedad de Juan Iturralde de Pedro, marqués de Benemejís, Grande de España, ha sido adquirido por Caja Cantabria, que conservará todo el patrimonio de esta antigua familia cántabra. El edificio guarda los archivos de las Casas de Benemejís, Robledo, Torralba y Cartayna, entre otras. La adquisición se habría realizado por una cantidad cercana a los 500 millones de pesetas.
En el acuerdo ha intervenido activamente el doctor cántabro en Derecho Jesús Lobato de Blas, representante legal de la Casa de Benemejís, Juan Iturralde, embajador de España, Grande de España, marqués de Benemejís de Sistallo y marqués de Robledo de Chavela, reside habitualmente en Biarritz y Ginebra, ciudad en la que fue cónsul de España.
Junto con el palacio, situado a la entrada de la villa de Santillana del Mar, Caja Cantabria ha adquirido la finca, en la que se encuentra un lago y numerosos árboles, catalogados como patrimonio, y la totalidad de los muebles y enseres que contiene el edificio.
El edificio, construido en el siglo XVI, es uno de los más conocidos de la villa románica. En su interior se guardan numerosos muebles antiguos, una colección de muebles chinos, fotografías familiares, cuadros, tapices, porcelanas, plata, documentos y una espléndida biblioteca, en la que se incluyen varios incunables. Todos los bienes contenidos en el palacio deberán quedar expuestos tal como están en la actualidad, de manera que el edificio no pierda su carácter histórico y familiar. Así se contiene en el acuerdo de compraventa, por expreso deseo del marqués de Benemejís, hermano de Blanca Iturralde, marquesa de Torralba, que fuera alcaldesa de Santillana.
El acuerdo de compraventa se ajusta a los términos deseados por la familia Iturralde de Pedro. Que el patrimonio familiar no se desperdigue, quede recogido en la antigua casa-palacio familiar y se guarde en Cantabria. Así, tras la restauración a que será sometido el edificio. Caja Cantabria dispondrá de una de las mejores muestras de patrimonio histórico de la región, y en especial de un emblemático edificio en Santillana del Mar. Caja Cantabria adquiere y conserva el inmenso patrimonio familiar de los Benemejís, que lo vende a un precio considerado casi simbólico.
La casa palacio del marqués de Benemejís podría ser destinada por la entidad financiera a reuniones de trabajo, sesiones de grupo y hospedaje de personalidades, entre otras cosas.
El noble edificio, de dos plantas, conserva en su integridad el ambiente y las características arquitectónicas en que fue construido. Gracias a las disposiciones de 1575, que establecían que nadie podía edificar en la villa sin el control y correspondiente autorización de la justicia y corregimiento. Santillana del Mar atesora numerosas muestras del arte regional e internacional, guardados en las casonas y palacios, como es el de Benemejís. Este edificio guarda una valiosa colección de muebles chinos, tan del gusto de los nobles montañeses del siglo pasado.
Juan Iturralde, es hijo del que fuera ingeniero industrial, Javier Iturralde y de Blanca de Pedro, marquesa de Benemejís, quien en compañía del conde de Güell promovió el renacimiento de Santillana y el turismo en la villa en los años 20 del presente siglo.
JUEVES, 1 DE JULIO DE 1993 EL DIARIO MONTAÑÉS
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| M. DE LAS CUEVAS |
SANTILLANA DEL MAR
Caja Cantabria formalizó ayer la compra del palacio de Barreda del marqués de Benemejís
VIOLETA SANTIAGO
DM/SANTANDER
Caja Cantabria y Juan Iturralde, marqués de Benemejís, firmaron ayer el acuerdo de compra venta de la casa palacio conocida como Barreda-Pereda, ubicada en Santillana del Mar, por lo que el edificio ya ha pasado a manos de la entidad financiera. Su presidente, Francisco Revilla, declaró sentirse “profundamente emocionado por recuperar para Cantabria algo tan nuestro como esta muestra del patrimonio de la región”.
Aunque ayer ni comprador ni vendedor quisieron hacer pública la cifra en que se ha fijado la transacción, la cantidad rondaría los 500 millones de pesetas.
El abogado Jesús Lobato de Blas, que ha actuado como intermediario en la operación, señaló que fuera cual fuera el precio “éste es simbólico, por el valor de lo que se compra”.
Según sus palabras, hay que agradecer la altura de miras de que han hecho gala, en este caso, ambas partes.
Su gestión, por otro lado, fue alabada por Francisco Revilla, quien aseguró que Caja Cantabria asume muy satisfecha la custodia del edificio y su futura conservación.
“En principio se trataba sólo de hacernos con él”, señaló. “Más adelante se mostrará, siempre se podrá admirar, pero será en su momento, no de forma inmediata”, subrayó.
Entre las ideas que se barajan sobre su futuro, Revilla apuntó que podría cederse para albergar visitantes ilustres de la región.
El presidente de la entidad también agradeció al marqués de Benemejís la sensibilidad mostrada en todo momento hacia sus pretensiones e hizo hincapié en que “nunca puso dificultades para llegar al acuerdo final”.
La firma de la venta tuvo lugar en las oficinas centrales de Caja Cantabria en Santander.
Con el paso dado ayer, la institución financiera se hace no sólo con el edificio, sino también con la finca que lo rodea en la que existen árboles catalogados como patrimonio, una espléndida biblioteca, innumerables obras de arte y los archivos de las casas de Benemejís, Robledo, Torralba y Cartayna.
Conservar sin dividir
Con el acuerdo se cumple el deseo de Juan Iturralde de Pedro, Grande de España, marqués de Benemejís de Sistallo y marqués de Robledo de Chavela de que su patrimonio familiar no se divida y quede unido en la antigua casa-palacio familiar y, además, en Cantabria. El edificio fue construido en el siglo XVI y conserva en la actualidad el ambiente y las características arquitectónicas originales.
EL DIARIO MONTAÑÉS MIÉRCOLES, 8 DE SEPTIEMBRE DE 1993


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