DM/Miércoles, 9 de septiembre 1942
Torrelavega al día
Impresiones.- Honrar la memoria de don Darío Gutiérrez, es honrar a la Montaña.-
IMPRESIONES
La idea lanzada desde estas columnas en nuestro número de ayer, de organizar un homenaje a la memoria de don Darío Gutiérrez, ha sido acogida entre los jugadores y aficionados al juego de bolos con la mayor satisfacción y las más vivas simpatías. Era de esperar, dada la popularidad tan bien ganada de que gozaba aquel entusiasta, por no decir apasionado, de este deporte, que consagró tantos ratos de ocio de su preciosa vida al fomento de dicho juego..
Donde había un desafío, un Concurso o, sencillamente, un buen partido, fuese en corro cercano a su querido Puente San Miguel, u otro de la provincia por muy apartado que estuviese, allí estaba don Darío Gutiérrez con su bastoncito, que no le llevaba precisamente por necesitarle para caminar, ya que si había hombres ágiles él era uno, sino para “marcar la raya” e ir anotando muchas veces las boladas en el suelo, pues sabido era que que estando este caballero deportista “cien por cien” en los corros, a él se le reservaba el honor de resolver todas las incidencias, por muy agrias que parecieran. Lo que dijera don Darío, siempre estaba bien dicho; lo que resolviera don Darío, acatado era por todos. ¡Tal fue su categoría como “entendido en bolos” y tal fue su personalidad como “hombre bueno”, justo, inteligente y desapasionado.
Muchos más detalles conocemos de este ejemplar montañés relacionados con su “cruzada” “pro juego de bolos”. Los vivimos y los saboreamos a su lado en muchas ocasiones, por habernos visto honrados con su leal y sincera amistad; pero necesitaríamos columnas y más columnas para relatarlos; ahora que todos significaban, no sólo su amor al juego netamente montañés, sino su espíritu selecto, su cultura y su sencillo señorío, manifestado en aquellas charlas amenas y sencillas, dentro de la mayor camaradería y rebosantes de un entusiasmo poco común cuando de asuntos de la “tierruca” se trataba, que eran casi siempre tema principal de sus reuniones y tertulias, pictóricas de buen humor. Por eso, honrar la memoria de don Darío Gutiérrez, que nació y vivió en Puente San Miguel, cuna de hombres buenos, inteligentes y distinguidos, y “solera” de jugadores de bolos, es honrarnos a nosotros mismos, honrar a la Montaña entera.
Su busto, colocado en aquel magnífico Corro que le sirvió de recreo y de estudio de jugadas y de reglamento del juego, será un recuerdo perenne, no sólo para los que le conocieron, sino para las generaciones que vengan, a las que nunca con mayor motivo se les podrá decir con sentida emoción: ¡Jugad bien; sed caballeros del deporte, como lo fue el inolvidable don Darío Gutiérrez, que os está presidiendo!
PACO CAYÓN