sábado, 27 de agosto de 2016

Saturnino Marotías Cabrera y Josefa Gutiérrez González





 



SATURNINO MAROTÍAS CABRERA  (n. 1902 Oreña, m. 1991 Oreña) y JOSEFA GUTIÉRREZ GONZÁLEZ (n. 1913 Oreña, m. 2007 Santander),  casados el 11 de junio de 1951 en la Iglesia Parroquial de Oreña (Capilla del Sagrado Corazón de Jesús en el barrio de San Roque).

Sus hijos: María José (1952) y Florencio (1956).

Del comercio con residencia  en Caborredondo.




SATURNINO era hijo de Florencio Marotías Fernández  (n. 1878 Oreña, m.) y Virginia Cabrera Santamaría (n. 1880 Padruno, m. 1942 Oreña).
Sus hermanos: Olegario (1903-1992), Vicente (1907-1911), Hilario (1909-1911), Sabino () y Virginia (1910-1984).
Era nieto paterno de  Pedro Marotías Olasar (n. 1840 Otañes, m. 1905 Oreña) y María Fernández Sánchez (n.1831 Oreña, m. 1921 Oreña).
Era nieto materno de Miguel Cabrera Rodríguez (n. 1834 Villa de Ciervos León, m. 1894 Padruno) y Rudesinda Santamaría (n. 1839 Quijas, m. 1917 Oreña).


JOSEFA  era hija de Luciano Gutiérrez Callejas (n. 1879 Oreña, m. 1953 San Fernando Cádiz) y Josefa González González (n. 1882 Oreña, m. 1947 Oreña).
Sus hermanos: Modesta (1906-1991) y Fidel Ramón (1907-1907).
Era nieta paterna de Paulino Gutiérrez Iglesia (n. 1847 Ubiarco, m. 1899 Oreña) y Crisanta Callejas Sánchez (n. 1845 Bárcena, m. 1926 Oreña).
Era nieta materna de Manuel González González (n. 1843 Perelada, m. 1929 Caborredondo) y Modesta González Pedrosa (n. 1846, m. 1921 Oreña).




Raíces: Luciano, el padre de Josefa, es hermano de Dominga (1883-1947), casada con  Francisco González Ruiz (1880-1940) hermano de Marceliano (1879-1914)  casado con Avelinda Gutiérrez González (1877-1963)  hermana de mi abuelo materno Estanislao.




Otros familiares en este blog:

Hermanos de Saturnino:


Padres de Josefa:





Anecdotario:

Su vida (por María José Marotías Gutiérrez)


Nació el 8 de Febrero de 1902, día de la Virgen de Guía, en Caborredondo, en la casa donde hoy vive Celestina Marotías.

Era el mayor de 6 hermanos, de los que vivieron 4. Cuando tenía 9 años, su padre emigró a Cuba y poco tiempo después murió, según el contaba, de “las fiebres”. Al ser el mayor, su madre le mandaba a trabajar al campo, pero le gustaba más ir a la escuela. Contaba, que alguna vez dejó las vacas solas paciendo y se fue a la escuela. Es de suponer que las vacas se escaparan y cayera algún azote.

Le gustaba mucho leer y escribía bien, tenía menos faltas de ortografía que los jóvenes de hoy. A los 12 años, le llevaron a Andalucía (Cádiz y San Fernando) a trabajar en la tienda de algún paisano. Lavaba vasos, fregaba suelos, etc. etc. a cambio de comida, cama y unas alpargatas, cuando se rompían las puestas.

Unos años más tarde, comenzó a navegar en barcos de carga, como mozo de carga, fogonero, ayudante de cocina y en lo que terciaba. Según él, conoció ciudades de medio mundo. Ya se le empieza a ver la vena aventurera.

En uno de esos viajes, cuando el barco hizo escala en Nueva York, decidió quedarse, como ilegal. Eran los años 20. Allí estuvo durante 11 años, supongo que unas veces viviendo y otras sobreviviendo como podía. Trabajó casi siempre en bares, restaurantes, pero también estuvo un tiempo en la Estándar Eléctrica.

Me pregunto ¿Qué pasaría por la cabeza de un muchacho de pueblo, con 23-24 años, cuando vio los rascacielos, la Estatua de la Libertad, etc. etc. Nos hablaba del barrio del Bronx de Nueva York, que fue el barrio en el que vivió, al principio, con chinos y puertorriqueños; del Central Park, de la 5ª Avenida y del Madison Square Garden, donde vio boxear a Paulino Uzcudun.

Saturnino con un novillo ratino
Cuando regresó a Oreña, con 31, 32 años, traía la maleta llena de trajes, sombreros y zapatos. Aparentemente era un soltero de oro, pero él prefirió seguir libre y regresó a Andalucía, dedicándose a regentar algún bar en sociedad con su hermano Sabino. Allí, le tocó pasar la guerra civil y alguna que otra juerga.

Cuando decidió sentar cabeza, ya tenía 48 años, volvió al pueblo y cortejó a mi madre; que dicho sea de paso, fue lo mejor que hizo, porque era una mujer trabajadora y buena que le llevó por buen camino, aunque no le resultó muy difícil.

Tienda de Saturnino con su corro de bolos. En la actualidad es Mesón Sopeñas
Cuando se casaron, compraron la tienda de Caborredondo, que hoy es el Mesón Sopeñas. Pusieron bar y comestibles, que vendían de fiado y algunas veces cobraba y otras no. Mi madre le reñía porque no sabía reclamar lo que era suyo, él siempre decía que a nosotros no nos faltaba comida y a los demás sí. Así era, no tenía nada suyo, será por eso que nunca hizo fortuna.

Como persona, ya sabemos que era de lo mejor, además de alegre y campechano. Yo pocas veces le vi enfadado y nadie le notaba si estaba triste o tenía algún problema. Salía de casa igual de feliz con poco dinero que con mucho. Su fortuna se contaba por los muchos amigos que tenía.

De izqda a drcha: Josefa, Florencio, María José, Saturnino e Isabel

De izqda a drcha: Josefa, Florencio, Isabel, Saturnino, María José y Fernando
Los últimos años, después de cerrar la tienda, los pasó rodeado de niños, hijos de familiares y vecinos. Los llevaba en el carro cuando iba al campo, o simplemente de paseo cogidos de la mano. Uno de ellos, Román Seco (qepd) le llevo una tarta con 80 velas  el día de su cumpleaños.

Saturnino con sus dos primeros nietos
Saturnino y Josefa con Valentín   y Luisa de Novales (*)


Saturnino con Pepe "el 7"
A la puerta de la tienda y a la derecha Trini


Pero a los 81 años, apareció la enfermedad, que le mermó sus facultades, sobre todo le impedía moverse, y por primera vez le vimos de mal genio. Los primeros años, con mucha fuerza de voluntad y unas muletas consiguió hacer una vida más o menos normal, hasta que se fueron repitiendo las trombosis y quedó postrado en cama.

Esto es, a grandes rasgos, la vida de un hombre, desde el punto de vista de unos hijos, que se sienten muy orgullosos. Sabemos que también cometería algún error, pero estoy segura, que nunca con mala intención.

Falleció el 11 de Noviembre de 1991, a los 89 años y dejó un gran vacío en nosotros y en el barrio. No me quiero olvidar de mi madre que fue su 50%, aunque eran muy diferentes.

Sirvan estas líneas como homenaje a unos padres a los que les debemos lo que somos; unas cosas aprendidas y otras heredadas.

GRACIAS POR TODO Y QUE DIOS LOS TENGA EN LA GLORIA.

(*) nota del autor: Valentín Gómez Arroyo (n.1904 Novales, m.1982) y Luisa Ruiloba García (n.1908 Requejo, m. 1995 Torrelavega) vecinos de Novales.



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