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De izquierda a derecha los hermanos: Ángel (1901-1992), Vicente (1895-1969), Joaquín 1894-1969), Benigno (1882-1959 y Andrés Gutiérrez Posada (1890-1972). 8 de septiembre 1958. Festividad Virgen del Terrero
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Francisco Gutiérrez Posada (1887-1969). Besando la reliquia de Santa Juliana
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Plácida (1879-1918), Benigno, Francisco, Andrés, Joaquín, Vicente, Victoriana (1898-) y Ángel eran hijos de:
Eusebio Gutiérrez Sánchez (n. 1856 Cerrazo, m. 1941 Arroyo) y Josefa Posada Iglesias (n. 1857 Arroyo, m. 1920 Arroyo), casados el 23 de noviembre de 1878 en la Iglesia Parroquial de Santa Juliana de la Villa de Santillana.
Benigno, Joaquín y Ángel estaban casados en Oreña y de allí eran vecinos. (véase en este blog "Ángel y Leonor" "Nino y Adela" "Joaquín y Maximina" "Eusebio Gutiérrez y Josefa Posada".
Plácida estaba casada en Madrid con Agustín Ramos Rosón (n. Cerredo Oviedo), su residencia en Madrid.
Andres casado el 25 de febrero de 1922 en la Iglesia Parroquial de Santa Juliana de la Villa de Santillana con Benita Oreña Herrera (1895-1976) y su residencia en Santillana.
Francisco casado el 10 de agosto de 1912 en la Iglesia Parroquial de Santa Juliana de la Villa de Santillana con Antonia Rodríguez Cuevas (1892-) y su residencia en Santillana.
Vicente casado el 21 de diciembre de 1940 en la Iglesia Parroquial de Santa Juliana de la Villa de Santillana con Misericordia Ansorena Bárcena (1909-1995) y su residencia en Santillana.
Victoriana, soltera, murió de joven en Arroyo.
Raíces:
Mi padre y sus hermanos.
Anecdotario:
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mi padre, su vida en Arroyo
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Apuntes que mi padre dejó escritos
en Cabezón de la Sal.
(año 1986).
“Nací en Arroyo, del Ayuntamiento de Santillana del Mar, el año 1901, en octubre,
mis padres Eusebio y Josefa, mi padre era de Cerrazo, mi madre de Arroyo,
Santillana.
A los siete años fui a la escuela de Santillana, andando con la comida
envuelta en una servilleta, un trozo de tortilla o un trozo de chorizo y pan y
una pieza de fruta, el pan se lo cambiaba a los críos de Ubiarco por el pan que
traían ellos que era de trigo, íbamos a las ocho de la mañana y volvíamos a las
cinco de la tarde a merendar a casa.
A los diez años me sacaron de la escuela para ir a atender una vaca que
tenía mi hermano Francisco que vivía en Santillana y él trabajaba en Solvay, andando desde Santillana y ganaba cinco pesetas. (*)
A los doce años volví otra vez a
casa y a la escuela desde Arroyo con la comida en la mano; antes de salir por
la mañana tenía que ir a atropar verde hasta las ocho que iba andando a la
escuela. Así hasta los catorce años que
salí de la escuela y a ordeñar vacas.”
"en 1920 murió mi madre y quedamos con mi padre: mi hermano Vicente, mi sobrino Eusebio y yo; sin ninguna mujer que nos atendiera una temporada, nos atendían las cuñadas, después metimos una señora muy mayor que había estado de cocinera donde los marqueses de Santillana y era prima de mi madre, esta enfermó y se murió de vieja donde vivía, que a nuestra casa no venía más que para el día, así estuvimos hasta 1926 que vino de Toñanes Rosario (**); en 1930 que me casé yo y quedaba con mi padre Vicente y Sebio mi sobrino. Después se casó Sebio y quedó Vicente con mi padre y Rosario los dejó y los atendió Lisa una hermana de Rosario.
(*) "éramos seis hermanos y dos hermanas, el mayor era Benigno, éste fué desde Arroyo andando a Cóbreces a trabajar cuando hicieron la obra de los trapenses, ganaba siete reales diarios y más que le daban por guardar las herramientas, esto me lo contaba mi madre a mi, otro se llamaba Andrés vino de Cuba en el año 1921 estuvo viviendo con mi padre mis hermanos y yo en Arroyo, estando con nosotros compró la finca del Cerrón, unos seiscientos carros de monte que estando con nosotros casi empradó la mitad, otro se llamaba Joaquín, éste fué a servir a Cerrazo a atender a casa de unos Señores; otro se llamaba Vicente, este a trabajar a jornal a una ganadería de D. Jesús Sánchez Tagle que estaba entre Arroyo y Santillana, ganaba 3 pesetas y le llevaba yo la comida todos los días desde Arroyo, iba todos los días desde casa: otra hermana se llamaba Plácida, murió a los 39 años, otra hermana se llamaba Victoriana, murió a los 19 años, y yo el más pequeño, nunca gané un jornal, salí de la escuela a los 14 años y a ordeñar vacas hasta los 28 años para mi padre y después para mi hasta los 59 años y todavía estoy para contarlo con mis 84 años".
(**) véase en este blog "Valentín Valdés y Beatriz Sánchez".
“Voy a ver si recuerdo algo de lo que sería el pueblo de Arroyo por los
años 1880 cuando vino mi padre a vivir en él y que me contaba mi madre:
Había siete casas de planta baja, tres o cuatro de piso con balcón, una de
ellas la compró mi padre y aprovechando horas por la noche después
de venir de trabajar de la carretera de Cerrazo donde iba a barrenar con un barreno a pura fuerza, haciendo
el de albañil la arregló.
En esa casa nos criamos ocho hermanos, hoy vive en ella un nieto, en
Arroyo, está como a seiscientos metros de Santillana, hoy tiene carretera, pero
cuando yo iba a a la escuela la carretera estaba muy mala, los mismos vecinos
hicieron un trozo de carretera que se llamaba la canvera nueva.
Cuando vino mi padre a Arroyo, propietarios había pocos, uno el abuelo de
mi madre que había venido de Asturias y traía unas onzas de oro, con las que
compró unas fincas en la mies y algunos helgueros, en ellos plantó castaños y
los injertó; un helguero llamado la
castañera daba castañas para todo el pueblo. Este abuelo de mi madre vivió
más que el abuelo materno. Este vivía con una hermana de mi madre que fue la que heredó lo del abuelo de mi
madre y luego lo vendió.
Mi padre compró algunos helgueros, los que pudo, pero la castañera y algunas fincas se las compró otro. Mi padre empezó a
cerrar esos helgueros con pared de piedra, como unos seis cierros, esto me lo
contaba mi madre, se llamaba Josefa Posada.”
“mi madre cuando éramos ocho hermanos no se vería muy bien para darnos de
comer pero hambre nunca pasamos, se mataba un chón muy grande, se comía borona,
yo como era el más pequeño ya comí poca
borona ya se amasaba pan en casa¸ una vez a la semana lo cocían en el horno que
había hecho mi padre ocho o diez panes gordos, dos rosquillas y a veces mi
madre a un pan le echaba azúcar que gustaba mucho, esto lo cocían una vez a la
semana, esto sería así hasta el año 1914 o 1915 que ya se compraban tortas de
pan cocidas de tres kilos y que costaban a una setenta cada torta.
Algún día lo leerán y se acordarán del que lo escribe.”
"y me queda algo por decir, de lo que me dijo mi madre cuando nació Andrés hace 94 años mi madre se fue a criar una hija de los Marqueses de Santillana (***), ésta que tendría hoy como Andrés 94 años. Fue ganando 75 pesetas al mes, antes de ir a eso mi madre ya dejaba en casa 13 celemines de trigo limpios para moler, por lo que ya no se pasaba hambre en casa. A mi hermano Andrés le darían algo de leche de alguna vaca tudanca y por lo menos pan de trigo tendrían para no pasar hambre, la cosa era ganar esos 15 duros mensuales, que serían más que hoy 15.000 duros."
(***) Blanca de Pedro y Barreda (VIII Marquesa de Robledo de Chavela y VII Marquesa de Benamejís de Sistallo, Grande de España)
"Una de ellas que yo recuerdo, cuando en Arroyo había una fuente de manantial abierta, que sacaban el agua a calderos con una cuerda de aquél pozo para el gasto de casa. Y cuando la hicieron nueva la fuente, un bebedero y el río para lavar las mujeres. Lo hicieron los vecinos con ayuda del Ayuntamiento de Santillana. Cuando echaron el ramo de esa obra todos los vecinos y los mozos, entre ellos un hermano mío, que en 1905 se marchó a La Habana, recuerdo de verle cantar ese día la canción de la flor del romero".
Cómo describe mi padre, en estos apuntes de 1986, la agricultura y ganadería de Arroyo.
“Casi todos los vecinos eran renteros de los Marqueses de Benamejís de
Santillana, de Dª Elena, de las Escribanas, de los Señores de Tagle, estos de
Santillana.
La mayoría tenían las vacas en aparcería, todas ellas tudancas, las echaban
a los puertos y dejaban una en la cuadra que daba dos litros de leche a cada
hora, para en casa.
Casi todos tenían quince o veinte ovejas que las echaban al monte y tenían
un pastor que estaba un mes en casa de
los que las tenían, se encargaba de guardarlas y cada uno tenía que darle de
comer y darle cama, un mes cada uno.
Esto estaría así hasta que fueron vendiendo las ovejas, dejaron de mandar
el ganado al puerto en 1910.
En mi casa compraron dos becerras mixtas y otras dos holandesas, cuando
estas llegaron a parir se empezó a vender leche a 16 céntimos litro a los
trapenses, se vendían treinta litros.
Al año siguiente ya subía la leche a 18 céntimos litro, se vendían cuarenta
litros.
Cuando yo tenía dieciséis años ya se vendía la leche a 20 céntimos, se
vendían hasta setenta litros al día y a 22 céntimos litro subió en 1920.
De 1920 para acá echaban el ganado a pacer a la mies que se decía a la
derrota, que se abría en noviembre y se cerraba a primeros de febrero.
Al cerrar la mies, se empezaban a limpiar las tierras de labrantío de rastrojos
de maíces y los quemaban después, se empezaban a arar las tierras con un arado
de orejeras, que era un pedazo de madera como de cuatro metros de largo y una vuelta atrás, una manguera de metro y
medio, una reja de hierro debajo y dos tablas de madera una a cada lado; no
hacía más que mover la tierra, así araban sesenta o setenta carros de tierra.
Mi padre tenía dos vacas campurrianas muy grandes que lo hacían bien,
araban sin nadie delante, esto lo hacían en febrero y en la Semana Santa le
echaban el rastro, quedaban bastantes terrones, que había que machacarlos, se empezaba a sembrar en abril, se sembraba el
maíz a voleo, después ya se sembraba al suco.
Después vino un arado que tenía una tabla de hierro que se daba vuelta
cuando a un lado cuando a otro y por fin el arado bravant".
La venta de una vaca en 1916
"Tal día como hoy día de Viernes Santo, hace unos setenta años era vigilia, mi madre nos hacía guardarla, mi padre vendió una vaca muy gorda para Pascua y mi hermano Vicente y yo fuimos desde Arroyo a Torrelavega a llevarla andando, uno tras de otro, después de entregarla nos fuimos a comer a la Villa de Santillana, nosotros comíamos de vigilia, pero allí estaban comiendo los guardias de Santillana carne, para aquellos no era vigilia, cuando se lo contamos a mi madre, la extrañaba mucho, decía que cómo harían eso siendo guardias?. Nosotros comimos bien (de vigilia) y pagamos seis pesetas por los dos y como habíamos cobrado ochenta duros por la vaca, andando de vuelta otra vez para casa, unos doce kilómetros.
Entonces siempre se preparaba alguna vaca para Pascua porque se pagaban más, hoy (1986) una vaca como aquella igual vale treinta o cuarenta mil duros ¡algo más que entonces!
La Semana Santa ya no es como entonces, el Jueves Santo de las diez de la mañana para "lante" no se daba golpe, el Viernes Santo de las diez para "lante" ya se podía hacer algo."
Genial! ... Que abuelo!!... Tienes más historias de él?
ResponderEliminar¡Sí tengo más escrito por mi padre! algunas cosas más iré poniendo en esta misma entrada al blog poco a poco.
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