La casa-palacio de la calle de Cantón, en Santillana del Mar
Fue de Dª Leonor de
la Vega y Cisneros
Hoy es conocida por
“Palacio del Primer Marqués de Santillana
He leido, con
extraña sorpresa, que, en Santillana del Mar, la conocida
Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega, no perteneció a esta señora
ni, por tanto, se puede llamar Palacio del Marqués de Santillana,
porque así lo manifiesta don Manuel Pereda de la Reguera en su
reciente libro titulado “TORRELAVEGA Y SU PARTIDO – NOTICIAS
HISTÓRICAS”.
Dice el señor
Pereda de la Reguera que esta secular casona no pertenece al linaje
de los Vega, sino que es de una familia, también oriunda de
Santillana, que no tiene hoy solar conocido allí, y a los de la Vega
les señala otra casa, que fue torre, llamada de la Parra -que por
cierto ha sido reconstruida, recientemente, con pésimo gusto y peor
arte-, en lo alto de la plaza, sin embargo, de no tener pruebas
fehacientes el señor Pereda de la Reguera, pues, las que da, todas
supuestas, no pueden admitirse seriamente ni, tampoco resiste la más
débil crítica un infundado escrito, como veremos más adelante.
Empieza el señor
Pereda de la Reguera su relato, y dice que “existe una casona
gótica en muchos de sus elementos, que más que por su valor
arquitectónico, análogo al de otras construcciones de la villa, ha
sido destacadamente conocida por la creencia de que fue edificada y
fue residencia del primer Marqués de Santillana”.
Efectivamente, la
casona es gótica, y conserva aún los elementos que la distinguen,
que no fueron destruidos por la acción del tiempo u otras causas
diversas hasta el año 1909, desde cuya fecha, no siempre con
acierto, ha cambiado de dueño nada menos que seis veces, con la
fortuna para Santillana de que haya ido a parar a las manos que hoy
la tienen. Y esta casona, no es creencia, ni lo fue nunca, que la
edificara don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de
Santillana, aunque se llame “Palacio del Marqués de Santillana”,
de la misma manera a como se llama la Casa-Palacio de los Peredo,
“Palacio de los Marqueses de Benemejís”, o la Torre de los
Barreda, en la plaza, “Torre de don Borja” (que tomó y le dieron
este nombre porque el último mayorazgo de esta casa se llamó
Francisco de Borja como nombre, no como apellido), o también a esta
“Torre se le suele denominar de la Infanta por haberla poseído
doña Paz de Borbón desde 1929 y después, su nieta, doña Mercedes
de Baviera, recientemente fallecida.
¿Por qué, pues
tanta extrañeza a que se llame del Marqués de Santillana esta
Casa-Palacio, que construida por doña Leonor de la Vega, su madre,
heredó después más tarde su hijo y sucesor don ´Iñigo López
de Mendoza, primer Marqués de Santillana?
Tampoco es casona
ésta análoga al de otras construcciones de la villa, pues, de esta
traza y estilo, no hay ninguna en Santillana.
Nada nos prueba el
señor Pereda de la Reguera con publicar una carta poder del Abad Don
Domingo Fernández de Pradoluengo, en la que con fecha 14 de agosto
del año de 1406 se dice: “se obligaron por firme e valedero los
que ellos leyesen en el negocio yuso escrito con don Diego Hurtado de
Mendoza, almirante de Castilla, e con doña Leonor, su muger, de
licencia del dicho marido, sobre razón del Puerto de San Martín de
la Arena (Requejada) el palacio e torre quel dicho señor almirante
había fecho en el solar de la dicha yglesia de Sancta Juliana”.
Esta cita que da el
señor Pereda de la Reguera, no es correcta. No puede ser, ni es esa
carta poder del Abad de fecha 14 de agosto de 1406, como dice. No lo
puede ser por la sencillísima razón de que el almirante de Castilla
don Diego Hurtado de Mendoza había fallecido el año anterior, o sea
en 1405, y, por tanto, sobraba esta carta poder del 14 de agosto de
1406.
La cita, sí, es de
Don Domingo Fernández de Pradoluengo, capellán del Rey, que hizo
el número treinta y uno de los Abades de la Colegiata, que el
´´ultimo contrato en que interviene fue, precisamente, el 14 de
agosto de 1406, fallecido ya, como digo, el almirante don Diego
Hurtado de Mendoza. Este Abad dio poder amplio y carta de
presentación al canónigo de la Colegiata don Juan Pérez de San
Vitores, en la ciudad de Palencia a 16 de noviembre de 1403, y dice:
“ e aviendo por firme e valedero para agora e para siempre jamás,
un compromiso por mi, e en mi nombre fecho, por Juan Pérez de
Sanvítores, canónigo de la dicha mi iglesia, los quales se
obligaron o cierta pena que yo lo avería por firme e valedero lo que
ellos hicieron en el negocio juro por escrito con don Diego Hurtado
de Mendoza, almirante de Castilla, e doña Leonor, su mujer de
licencia del dicho su marido sobre razón del Puerto de San Martín
de la Arena (1), e palacio e torre quel dicho señor almirante había
hecho en el solar de la dicha eglesia de Sancta Juliana, segund que
se contiene en un contrato de compromiso que en esta razón fue fecho
por Juan Gómez del Portal, notario público de nuestro señor el
Rey; otro sí oviendo por grata e rata la sentencia dada en el dicho
negocio por el amigo árbitro tomado e escogido entre los sobre
dichos (2).
Por lo que se lee en
la anterior cita del Abad Pradoluengo, está claro que el terreno
para edificar el “palacio e torre” se le cedió la Colegiata, y
se formalizó por documento ante notario, que hubo una sentencia
“dada en el dicho negocio por el amigo árbitro y que esa sentencia
que aclararía muchas cosas la razón conocemos. Pero no tiene duda
que estaba, relacionada con algo incumplido por doña Leonor de la
Vega y su marido el almirante de Castilla, en relación con el solar
o con las edificaciones ya hechas.
La Casa-Palacio de
doña Leonor de la Vega, más tarde de su hijo don Ïñigo López de
Mendoza, pudo ser una Torre, o tenerla adosada, que destruida hoy,
pudo estar en el mismo sitio que ocupa la casa que hay anterior a la
principal que fue siempre y es dependencia de la misma con marcado
estilo de la época. Pudo estar esta Torre donde está la casa que
sostiene una pilastra que corta la calle del Cantón, construida muy
posteriormente y edificada donde hubo un paso o calle y terrenos que,
como he leído en un documento antiguo, hace años, rodeaba la
Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega. Pudo, también, esta Torre,
correr la misma suerte que el Palacio que debió de existir, y no
existe, junto a la Torre de la Parra, que el señor Pereda de la
Reguera hace solar de los Mendoza y de la Vega.
Pero no incurramos
en divagaciones y supuestos, que a nada claro nos conducen y vayamos
a buscar la realidad de las cosas, con hechos y, entonces, nos
encontraremos con la primera prueba irrefutable siguiente: Que la
Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y Cisneros, en la calle del
Cantón, de Santillana del Mar, “el mal llamado Palacio del Marqués
de Santillana” como dice el señor Pereda de la Reguera, NO PUDO
NUNCA SER DEL LINAJE DE LOS POLANCO -aún en el caso improbable de
que algún día pudiera probarse que no fue de los señores de la
Vega-, Precisamente, por las armas que ostenta la fachada de la
Casa-Palacio de la calle del Cantón, que, publicada su fotografía,
atribuye, con lamentable error, a los Polanco-Vega-Herrera.
Esta Casa-Palacio de
dona Leonor de la Vega y de Cisneros, el “mal llamado Palacio del
Marqués de Santillana”, por el señor Pereda de la Reguera, tiene
tres escudos góticos (3), divididos en cuatro cuarteles cada uno, y
se ordenan de la forma siguiente:
Primero.- BANDA. La
Banda va del diestro de arriba del escudo al siniestro de abajo; no
tiene -y mal puede verse- una estrella en cada punta.
Segundo y tercero.-
AVE MARÍA.
Cuarto.- Torre con
dos calderas, una a cada lado.
El escudo de los
Polanco, capilla del claustro de la Colegiata, está dividido en los
cuatro cuarteles siguiente:
Primero.- BARRA, con
dos estrellas, una a cada punta. La Barra va desde el siniestro de
arriba del escudo al diestro de abajo; es decir, contrario a la
BANDA.
Segundo.- León
rampante y ocho aspas.
Tercero.- Cruz
llana; y
Cuarto.- Un castillo
con dos calderas, una en cada banco.
Y para demostrar
cuanto queda referido, publico dos fotografías con los escudos de la
Casa de doña Leonor de la Vega y el de los Polanco de la capilla del
claustro de la Colegiata, en la que de manera bien notable, se puede
claramente apreciar la diferencia que entre ellos existe, y que tan
lamentablemente confunde el señor Pereda de la Reguera en su citado
libro. Tampoco conoce bien la lista genealógica que publica de la
sucesión del mayorazgo de Polanco. La verdadera es la siguiente:
Juan de Polanco,
casó con Juliana González de Barreda. Fueron sus hijos Jorge y Juan
González de Polanco. Este fue marido de María de los Ríos Mier y
Terán, que tuvieron entre otros a:
Francisco de Polanco
y de los Ríos, que casó con Mencía Fernández de Villa y Guerra,
en Ibio. Tuvieron a Jorge, Catalina, Juana, María y Francisco. Fue el
mayorazgo Jorge, y después su hijo, nieto y bisnieto, llamados los
tres Juan (aunque el nieto se fue definitivamente de Santillana a
Cabuérniga y allí continuó el mayorazgo). Después lo fue Luisa y
luego Pedro Quijano, y últimamente lo fue Francisca Quijano y
Bustamante, que casó con Manuel Calderón Enríquez, de la casa
Calderón de Cabuérniga (4).
La cuarta hermana de
Jorge, María, se casó, sí, con Juan de Barreda Bracho
, señor y mayorazgo de esta casa en el barrio de Quintana,
(Oreña), por lo que María no formó, ni constituyó, ni aportó ni
heredó MAYORAZGO ALGUNO DE POLANCO. Seguir, pues, esta línea de
Polanco como indica el señor Pereda de la Reguera en su libro, no da
origen más que a la confusión y desconcierto.
El mayorazgo, no es
Polanco, sino Barreda -que, por cierto, padece un lamentable error al
hacer a don Blas de Barreda y Horcasitas esposo de su NUERA doña
Gumersinda Mena; no nombra a su verdadera esposa doña María Larreta
ni a su hijo don Joaquín, que fue el esposo de doña Gumersinda
Mena-,y sin pertenecer a ninguno de los dos apellidos, por vía de
mayorazgo, la Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y de Cisneros.
Esta Casa-Palacio, como la Casa del Abad, junto a la Colegiata y el
Palacio de Chamberga -hoy casi desaparecido- en las afueras de
Santillana, así como otras innumerables fincas rústicas y urbanas,
las adquirió la CASA DE BARREDA después de la desvinculación de
bienes al suprimirse los mayorazgos y la Colegiata.
Por eso y no por
otra cosa, han ido a parar a los Barreda esta Casa-Palacio de doña
Leonor de la Vega y de Cisneros, más tarde de su hijo don Íñigo
López de Mendoza, primer Marqués de Santillana, que, sin embargo,
el señor Pereda de la Reguera es
te sucesión, quiere
para los Polanco.
Unos renglones
incompletos de la hemeroteca que no influyen en la finalidad del
artículo y que no transcribo.
(1) Suances
(2) Privilegios,
folio 44 (también incompleto)
(3) La forma gótica
en uso en España siglo XIII al XVI (incompleto)
(4) M. Escagedo.
Valle de Cabuérniga pgs 90 y siguientes y Solares Montañeses pgs
118 y siguientes.
Santillana del Mar,
octubre de 1956
José María PÉREZ ORTIZ
DM/ Miércoles 31 de octubre de 1956
La Casa-Palacio de
la calle del Cantón, de Santillana del Mar, mal llamado “Palacio
del Primer Marqués de Santillana
AYER mismo llegué a
Santander después de terminadas mis cortísimas vacaciones, de cinco
días, que he pasado en tierras castellanas, pisando majuelos
holgados y trigales recien nacidos, siguiendo los largos vuelos de
las pocas perdices que han dejado en la hermosa vega que se extiende,
junto a las riberas del Cea, en la linde de las provincias de León
y Valladolid que he cruzado varias veces cada mañana, pendiente sólo
de las aves perseguidas y del dicho popular “donde menos se piensa,
salta la liebre”, que hizo posible que “colgara” algunas
muestras, muy pocas, de ambos animalitos y olvidara por completo mis
habituales trabajos y más, si cabe, los de investigación a los que
dedico, estirando, mis horas más o menos libres. Por ello es bien
cierto que me sorprendió la inesperada bienvenida que con grandes
titulares me aguardaba entre las páginas de EL DIARIO MONTAÑÉS,
pronta a saltar ante mi vista y a hacerme buscar un tiempo que, tras
mi holganza, tenga escaso, para pergeñar estas líneas que hasta he
dudado en escribir.
El artículo a que
hago referencia apareció bajo el título “La Casa-Palacio de la
calle del Cantón, en Santillana del Mar.- Fué de doña Leonor de la
Vega y Cisneros”, y en él su autor, don José María Pérez Ortiz,
ha querido triturar con acusado ensañamiento un trabajo que
recientemente me ha publicado la Biblioteca José María de Pereda,
de Torrelavega, pues fue dado a conocer. En conferencia pronunciada
en dicha Biblioteca el pasado mes de julio, bajo el título
“Torrelavega y su Partido. - Noticias Históricas”.
He leído el
artículo del señor Pérez Ortiz con verdadero interés, no porque,
en los cinco años que hace que elegí como mi violín de ingreso la
investigación del arte o la historia regional y con una quincena de
modestas obritas en la calle, sea la primera vez, aunque lo habré
merecido muchas, que intentan desmenuzar, apaleando, mi trabajo, sino
porque como en esas obras de misterio, deseaba -y no lo he
conseguido- desentrañar el motivo que he podido dar al señor Pérez
Ortiz, para que trate tal publicación con tamaña dureza y
ensañamiento, pues no me parece pago adecuado, aunque hubiera
equivocado -que no lo estoy- a mi gracioso interés hacia esa villa
que, tanto estimo como cuna de nobleza e hidalguía, en la que fecha
su artículo. He pensado incluso, aún cuando sus apellidos no me lo
revelan que tuviera relación genealógica con la casa de la Vega y
considerara que con tal opinión le había ocasionado algún
perjuicio. En fin: no he hallado explicación a su dureza, y que como
el único mérito del investigader estriba en trabajar con honradez,
con pruebas ciertas y yo no invento nada paso a contestar o a aclarar
punto por punto, cuanto en contra de mi trabajo expone el señor
Pérez Ortiz.
Primeramente dice
que ha leído con extraña sorpresa que la conocida Casa-Palacio de
doña Leonor de la Vega no perteneció a esta señora “porque así
lo manifiesta don Manuel Pereda de la Reguera en su reciente libro”
Puede que me equivoque, pero creo sinceramente que la sorpresa
extraña la recibió dicho señor no con mi publicación de última
hora sino al aparecer hace cuatro años la primera edición de “la
ruta turística “Santillana del Mar y Altamira”, en la que ya
expuse la posibilidad de que así fuera (Santander 1954, págs 37 al
39 y 60 a 63 inclusive), aún sin razonar ni aportar las pruebas que
en mi publicación he considerado suficientes para fundamentar la
opinión expuesta. Y al menos no estuvo conforme con mi opinión, y
así lo expuso en una conversación sostenida en el Centro de
Estudios Montañeses, en una de las visitas veraniegas. En mi guía
se ha repetido tal noticia, de entonces acá, en cinco ediciones
consecutivas. En el mismo párrafo dice, porque eso lo manifiesta…”,
cuando las pruebas que lo justifican son numerosas, y en el último
de los casos debiera, con buena voluntad, decir porque así debe
probarlo. También veo que califica mi publicación de libro, su
título un modesto folleto, lo que le agradezco vanidosamente.
En el segundo punto,
dice que afirmo que dicha Casa-Palacio “es de una familia oriunda
de Santillana que no tiene hoy solar conocido allí”, ¿Es que
solar es igual a casa solar o edificio?. Debo de creer que si se
arruina el edificio desaparece el enclave geográfico del solar,
porque en Santillana tenía su solar una rama de los Polanco, y si no
me equivoco un coetáneo de doña Leonor, de dicho apellido, don Juan
González de Polanco, la representaba e incluso en la iglesia
colegiata ocupaba el mismo banco que los de la Vega.
Sobre las pruebas
que dí para adjudicar la torre “de la parra” a los de la Vega he
de decirle que en ningún lugar he pretendido hacer creer que fueron
fundamentadas en documentos, pero son razonamientos que están
argumentados en tema tal que para desestimarlos habría que
rebatirlos uno a uno con opuestas razones.
En el tercer punto,
me copia: “Existe una casona gótica en muchos de sus elementos,
que más que por su valor arquitectónico, análogo al de otras
construcciones de la villa, ha sido destacadamente conocida por la
creencia de que fue edificada y fue residencia del primer Marqués de
Santillana”. El señor Pérez Ortiz replica diciendo “Tampoco es
casona ésta análoga al de otros construcciones de la villa, pues,
de esta traza y estilo no hay ninguna en Santillana”. ¿Dónde dije
que con la misma traza existiera otra? ¿No hay ningún otro edificio
de estilo gótico en Santillana? Sobre esto creo que dijo valor, no
estilo.
El que a dicha casa
se le llame Palacio del Marqués de Santillana, como a la Torre de
los Barreda Torre de don Borja, ni me va ni me viene para las pruebas
presentadas ni el que la gente crea que lo construyó ´´el o su
madre, cuando lo que se intenta probar es que no fue ninguno de los
dos.
Sobre su cuarto
punto, no hace más que aclarar una errata de imprenta que no altera
el documento y que su aclaración me es favorable. Y el señor Pérez
Ortiz conoce sin dar tanta explicación que el documento añadido,
con la errata por el encabezamiento, podía comprobarlo puesto que en
la misma página en que aparece, hay una cita que dice: “de donde
ha sido parcialmente transcrito”. No habrá necesidad de decir que
no puede ser, ni es esa carta porque en tal fecha ya había fallecido
el almirante. Bastaba decir errata o cita mal tomada, en vez de 1406
es 1403, puesto que la cita es exacta y correcta en su llamada.
“Mateo Escagedo Salmón. Colección Diplomática III, pgs 79 y
siguientes”, ya que se trata de un documento que no hizo más que
copiar.
Al punto siguiente,
dice el señor Pérez Ortiz que pudo ser que la “Torre del palacio
de la calle del Cantón desapareciera, etc.,etc. ¿Qué valor
probatorio tienen estas suposiciones al azar? Como prueba de
afianzamiento dice también: “Pudo también esta Torre correr la
misma suerte que el Palacio que debió de existir y no existe junto a
la Torre de la Parra, , que el señor Pereda hace solar de los
Mendoza y de la Vega”. Ante esto confieso que me duele que las
personas interesadas en estos temas, que no dan más que rompederos
de cabeza, no se detengan siquiera a leer con detenimiento lo
expuesto. ¿Quién ha dicho que tuviera que existir un Palacio,
cuando lo que hemos argumentado es que se trataba de un palacio-torre
en un solo inmueble aún existente?
A continuación
dice:
“Pero no
incurramos en divagaciones y supuestos, que a nada claro nos conducen
y vayamos a buscar la realidad de las cosas con hechos y, entonces,
nos encontraremos con la primera prueba irrefutable siguiente Que la
Casa-Palacio de doña Leonor de la Vega y Cisneros, en la calle del
Cantón, en Santillana del Mar el “mal llamado Palacio del Marqués
de Santillana, como dice el señor Pereda de la Reguera, NO PUDO
NUNCA SER DEL LINAJE DE LOS POLANCO -aún en el caso improbable de
que algún día pudiera probarse que no fue de los señores de la
Vega-, Precisamente, que las armas que ostenta la fachada de la
Casa-Palacio de la calle del Cantón, que publicada su fotografía
atribuye, con lamentable error a los Polanco-Vega-Herrera”.
A continuación dice
que los escudos divididos en cuatro cuarteles cada uno se componen en
la forma siguiente:
“Primero.- BANDA.
La Banda va del diestro de arriba del escudo al siniestro de abajo,
no tiene -y mal puede verse- una estrella en cada punto”.
He aquí el cuartel
en cuya composición no estamos de acuerdo. La banda que le cruza
como dice no es la que corresponde a los Mendoza ya que no está
fileteada como corresponde a la que lleva tal apellido (que es
fileteada de oro sobre sinople) y, además lleva estrellas
encabezándola, o sea es la de los Polanco.
Ahora, para refutar
esta primera prueba irrefutable digo que no solamente recuerdo haber
visto las estrellas, que si en los últimos años no han sido
desgastadas por los agentes atmosféricos etcétera, aún pueden
verse sino que para demostración, por si hoy no se conservaran
suficientemente, publicamos una fotografía de dicho escudo que en la
obra “Santillana del Mar – Romántica y caballeresca”, de don
Manuel de Asúa, publicó el Marqués de Aledo (pág. 84, figura 49),
en 1934, en la que se aprecian las estrellas perfectamente. Creo que
queda bien aclarado, a no ser que el Marqués de Aledo preparara la
fotografía con vistas a facilitarme esta prueba.
A continuación
dice, hablando del escudo de los Polanco, que se compone:
“Primero.- BARRA,
con dos estrellas, una a cada punta. La Barra va desde el siniestro
de arriba del escudo al distro de abajo, es decir, contrario a la
BANDA.
Segundo.- León
rampante y ocho aspas.
Tercero.- Cruz
llana; y
Cuarto.- Un castillo
con dos calderas, una en cada flanco”.
Y continúa:
“Y para demostrar
cuanto queda referido, publico dos fotografías con los escudos de la
Casa de doña Leonor de la Vega y el de los Polanco de la capilla del
claustro de la Colegiata, en las que de manera bien notable, se
pueden claramente apreciar la diferencia que entre ellos existe, y
que tan lamentablemente confunde el señor Pereda de la Reguera en su
citado libro”
No publica dichas
fotografías, sino dibujos, que no es lo mismo.
En primer lugar,
hemos de decir que de Polanco no es más que el primer cuartel, ya
que los otros, si menos el segundo y cuarto son de otros apellidos,
por lo que comparar un escudo con otro sería ridículo, y no soy yo
quien lamentablemente lo confunde, ni los he comparado en ningún
lugar de mi obra.
Debo aclarar al
señor Pérez Ortiz que pese a tener el escudo de los Polanco barra
en vez de banda, según se acredita en multitud de certificaciones de
nobleza de dicho apellido.
El que en el de la
Vega la banda, esté cruzada desde el lado diestro de arriba del
escudo al siniestro de abajo y en los de Polanco al contrario, nada
demuestra, pues los maestros canteros equivocaban a veces la posición
al hacer las labras, prueba evidente -que no admite réplica- es que
en el mismo claustro de la Colegiata de Santillana existe un escudo
precisamente de los de la Vega con la barra en sentido contrario al
que lleva en los escudos del Palacio de la calle del Cantón, y para
que no exista la menor duda de que se trata de tal escudo sobre él
está labrado el apellido “Vega”. ¿Basta esta prueba?
A continuación,
acusa otra inocente errata de imprenta que en nada altera las pruebas
presentadas. La lista verdadera es la que hemos publicado, subsanada
la errata de imprenta, que es la siguiente: donde citamos a Blas
María de Barreda y Horcasitas (falta decir: casado con María de la
Concepción Larreta Aguirre; hijo Joaquín de Barreda y Larreta),
casado con. . La lista de descendientes de éstos es correcta y la de
los numerosos ascendientes también.
Por último, dice el
señor Pérez Ortiz que dicha casa no pertenecía a ninguno de dichos
apellidos por vía de mayorazgo y que, como otras fincas rústicas y
urbanas, las adquirió la Casa de
Barreda después de
la desvinculación de bienes.
Podemos afirmar que
el último mayorazgo de Barreda (Casa de Benemejís) poseía un
mayorazgo de Polanco y que no sabemos a que desvinculación se
refiere, pues podemos probar que dicha Casa-Palacio, según reza en
un artículo publicado por el señor González Camino y Aguirre en la
revista “Altamira” (número 2 de agosto de 1934, pág. 143,
titulado “Santillana en el año 1753”, en dicha fecha era
propiedad de don Pedro Antonio de Barreda Bracho (nació en 1707,
murió 13-2-1770), el cual era descendiente directo de don Francisco
de Polanco y ascendiente de doña María de Barreda y Fuentes, y que
es el propietario que en nuestra cita genealógica citamos en la
oportuna fecha.
De las demás
pruebas y numerosos razonamientos presentados por mí en el modesto
trabajo,nada dice, así como de los lamentables errores históricos
que contiene el libro. Creo que por mi parte queda respondido cuanto
al blasón y al mayorazgo se refiere y punto por punto a todo el
artículo, y pongo mi punto final, ya que si alguna aclaración más
fuera precisa ruego al señor Pérez Ortiz que me la haga
directamente al Centro de estudios Montañeses, pues el tiempo,
lamentablemente corto de que dispongo no me permitirá volver a
perderle pergeñando un artículo como éste que he hecho a vuela
pluma en la misma oficina de redacción de EL DIARIO MONTAÑÉS. Y
va a la caja sin releer siquiera.
Sepa el señor Pérez
Ortiz, que, pese a su dureza de trato, queda siempre a su disposición
atentamente.
Manuel PEREDA DE LA
REGUERA
Santander, 1
noviembre 1956.
DM/ Sábado 3 de noviembre de 1956