Chús el escultor
Publicado
en El Diario Montañés por orden cronológico:
D/M.13.03.1963
El notable escultor Otero dando los últimos toques a la escultura en piedra del Cristo en la iglesia de La Albericia.- Foto ARAUNA |
Esta es mi mejor obra escultórica
.Diseño
siempre en directo, porque así logro dar más expresión y emoción a la imagen
.Nos
dice Jesús Otero, que ha realizado el grupo de Cristo y los doce Apóstoles para
la nueva iglesia de La Albericia
Por
Julio PÓO SAN ROMÁN
Casi
seis toneladas y media pesa el grupo escultórico que ha de constituir el único
retablo de la nueva iglesia, levantada a expensas de la Caja de Ahorros en La
Albericia.
Integran
el grupo un conjunto de esculturas de forma ovoidal, con un Cristo en el
centro, y a ambos lados del mismo los doce Apóstoles, coronando la obra la
paloma como símbolo del Espíritu Santo.
Jesús
Otero, el excelente artista montañés, es el artífice que ha sabido plasmar en
piedra arenisca, dorada, extraída de las canteras de Camplengo y Avios, de su
Santillana natal, esa expresión ideal de Cristo en la Cruz, pleno de
resignación humana ante el dolor y a la vez de serena majestad.
-He
querido que la imagen apareciese como concentrada en su vida interna, es decir,
no retorcida y atormentada, exteriormente, por el sufrimiento. Por tanto, he
buscado en todo momento que su rostro fuese como el trasunto de la divinidad de
Dios, henchida de piedad y de serenidad, pero reflejando, al mismo tiempo, la
muerte física del hombre.
Hay
cabrias, andamios, poleas, con las cuales los obreros van colocando las pesadas
moles de piedra en unión perfecta. Chús Otero, desde abajo, dirige toda la
labor.
-¿Qué
si estoy contento? Ya lo creo que sí. Y mucho. A mi juicio, es ésta, mi mejor
obra, tanto considerada en el aspecto del proyecto, como en la escultura.
No
falta mucho para dar cima al conjunto al ensamblaje de las piedras de este
grupo escultórico, que mide casi cinco metros y medio de altura por más de dos
de ancho, con la imagen central del Cristo de dos metros.
-Presenté
la idea al arquitecto de la obra don Javier G. de Riancho, quien inmediatamente
la aprobó por considerarla adecuada al conjunto del nuevo templo diseñado por
él.
El
templo es grande, luminoso, de una sola nave y amplio coro. Con luceras a ambos
lados, y otra en el trascoro; la sencillez de líneas preside el armonioso
conjunto, en el que resaalta este grupo escultórico en piedra, sobre un frontil
en negro del mismo material.
-¿Qué
estilo has imprimido a tu obra?
-El mío
propio, personal. Hay quienes afirman que le encuentran un cierto parecido con
el románico, pero una vez confrontadas las obras, se ve que no tienen esa
similitud que dicen.
-¿Es
difícil trabajar con bloques tan pesados de piedra?
No, al
contrario. La única dificultad estriba en el movimiento de las piezas, ya que
hay que realizarlo, como es lógico, con más lentitud.
-¿Cómo
ha diseñado este grupo escultórico?
-El
Cristo, dibujándole en equeño previamente.y los Apóstoles en su mínimo tamaño.
La talla la he realizado en directo toda ella, como es mi costumbre.
-¿Por
qué?
-Porque
da más expresión y emoción a la imagen, a la figura. Lo que no se saca de
directo, pierde la espontaneidad y, por tanto, queda más frío, más como sin
vida.
-¿Consideras
difícil la escultura religiosa?
-Desde
luego, porque hay que esforzarse más para conseguirla, y exige, al mismo
tiempo, una mayor concentración del espíritu para lograr que inspire piedad,
puesto que de lo contrario, la imagen reflejaría, tan sólo, el aspecto humano.
Chús
Otero ha vuelto una y otra vez a dar órdenes desde abajo, mientras los
operarios incrustan los bloques de piedra tallada de esta auténtica obra de
arte, que podrán admirar todos dentro de muy breve espacio de tiempo,
probablemente el primero de mayo como fecha tope señalada para su solemne
bendición e inauguración.
oOo
D/M 30.10.1965
Santillana
del Mar
La escultura equilibrada
En el
estudio del escultor Jesús Otero, que posee en Santillana del Mar observo por
dentro al gran artista a través de su lograda obra.
Descubre
la alegría de saberse plasmado en una incorruptible sinceridad en todas las
hermosas esculturas que nos rodea.
Todos
los más geniales escultores del mundo han tenido benéfica influencia en ellas.
La observación que Otero saca de la naturaleza alcanzan su punto culminante en
la magnífica cabeza del poeta José Luis Hidalgo, que emplazada provisionalmente
en el Sardinero espera una urgente y necesaria base.
Jesús
Otero es un fino espíritu invadido de poesía que sabe comunicar a la piedra con
una vigorosa garra de artista clásico. Jesús Otero sabe componer y realizar sus
esculturas con la sabiduría de un arquitecto y la finura de un artista.
El
barro como materia (estoy ante unos bocetos) sobra en sus manos formas cóncavas
y convexas de una impresionante vitalidad.
Primero:
Otero plantea el problema creador en el barro y seguidamente, de una forma
directa, lo lleva a la piedra produciendo, seguidamente, el acontecimiento de
la creación más bella.
Jesús
Otero está de vuelta de lo puramente abstracto espiritualmente, porque se ha
entregado por entero al encanto de la naturaleza.
No me
agradan las comparaciones: pero Jesús Otero es el escultor español que puede
tratar de tu a otro español que se llama Pablo Serrano.
M.
ANDRÉS
oOo
D/M10.02.1966
Santillan a
del Mar
Jesús Otero, el poeta de la piedra
Es un
deleite para el espíritu visitar en Santillana del Mar el estudio del gran
escultor, Jesús Otero, que vive sus sueños de poeta. Es la piedra en ese pueblo
de ensueño donde la más hermosa historia está dibujada en la mejor arquitectura
de su paisaje urbano, que desde cada esquina os invita, cortés y silencioso, a
tratar de “vos” y de “vuesa merced” al cruzarse con sus sencillas gentes en las
estrechas callejuelas románticas.
Jesús
Otero tiene el clásico señorío del pueblo que le vio nacer. Jesús Otero lleva
en el pulso de su arte el eco del más arcaico románico. En su estudio admiramos
figuras en piedra de diversos animales que él ha idealizado con sus sabias
manos de escultor poeta.
Cuando
de temas religiosos se trata, cobran sus obras el más extremado esplendor
místico. La figura de Jesucristo, llevada a la piedra por el escultor, es algo
impresionante.
Sus
Cristos están nimbados de luz clarísima y humana fe redentora. Mirando estos
Cristos y estas piadosas Vírgenes que el escultor da forma y vida en la piedra
se comprende fácilmente el mensaje divino del que por Amor murió por todos.
Si
llegamos a su técnica, diremos solo, en su más exacto elogio, que es de los
pocos escultores de España que llevan y tratan de dejar su obra en la piedra y
sólo en la piedra, por ser la materia más noble y más de acuerdo con todo
verdadero escultor.
Dejamos
a Jesús Otero con sus sueños de artista que veis en la piedra sus creaciones de
poeta-escultor en este Santillana del Mar donde duermen los siglos en la piedra
histórica de sus casas.
Juan DE
LA PEÑA
oOo
D/M 18.02.1968
El escultor Jesús Otero da los últimos toques a su última obra , un magnífico alto relieve, que tiene como tema el mar. (Foto LOBETO) |
Ha
realizado una bella obra lírico-dramática
Jesús
Otero, el poeta de la piedra
Jesús
Otero y Santillana del Mar son dos nombres unidos por un vínculo espiritual
indisoluble. El ámbito cultural y espiritual de Santillana, su arte de siglos
sus restos de piedra milenaria, están proyectándose ahora, se han involucrado
ya, en el vasto y rico ciclo creacional del escultor Jesús Otero. En cada una
de sus creaciones está grabada la impronta románica, la huella y el vestigio de
aquellas piedras toscamente humanizadas, religiosamente trascendidas.
Hemos
contemplado la última creación escultórica de Jesús Otero. Un alto relieve
conteniendo como trilogía temática una caracola, dos cabezas de caballos
marinos y dos delfines. Podríamos decir que se trata de un paisaje marino
surrealista esculturalizado, que alude simbólicamente al mar tal como le
representaba la literatura y el arte de la mitología griega. Jesús Otero ha
regresado al mito clásico de Poseidon como mera referencia
ilustrativo-temática, ya que no para transcribir textualmente la dimensión
expresiva y emocional de aquel arte. No debemos olvidar que la trayectoria artística
de Otero se caracteriza precisamente por una constante y coherente evolución de
formas y contenidos puramente escultóricos.
Este
mítico mar de piedra concebido por Jesús Otero posee dos campos expresivos
distintos: por un lado, el lirismo que resuena en la suave tactilidad
morfológica de la caracola y el encanto y la ternura poética depositados en los
delfines, elevados y trascendidos por el artista al rango superior de
humanísimas criaturas. El otro núcleo expresivo pertenece a la tragedia, y está
representada por la cabeza de un caballo apocalíptico y esperpéntico, donde la
regularidad clásica y la timidez académica han sido aniquiladas por el desgarro
de las formas y el brío y la fuerza concentrados por el material pétreo.
Estamos sin duda ante una de las expresiones escultóricas más representativas
de la entraña y el genio ibéricos.
En este
caballo marino, o mejor en esta furia desatada, en este grito desgarrado, Jesús
Otero ha retratado plásticamente nada menos que el rostro de su tiempo histórico.
En la paz de Santillana hablamos de Vietnam, del odio de la guerra, del napalm…
La ideología humano-existencial de Otero nos da la clave y el porqué de este
caballo apocalíptico y esperpéntico. Recuerdo ahora al escultor las palabras
del actor teatral Ramón Pareja Molina esta última Navidad en su casa de
Santillana, cuando afirmaba Pareja existir en paralelismo sorprendente entre la
estética de Valle Inclán y el arte de Jesús Otero. En la figuración escultórica
de este caballo agónico y patético, adquiere validez categorial la opinión de
nuestro actor del Piccolo Teatro Milanés.
Digamos
finalmente, que el material empleado no ocupa rango de simple depositario de la
expresión, ni es únicamente cimiento estructural, sino que se integra en la
síntesis plástica y coadyuva a reforzar la coherencia expresiva del conjunto.
El ataque directo a la materia, sin recurrir a procedimientos mecánicos,
proporciona fuerza y espontaneidad a la obra de arte.
Jesús
Otero continúa perfeccionando su obra, trabaja en el silencio y la sencillez;
por todo esto, es uno de los artistas más importantes y más representativos de
la escultura española contemporánea.
M.
oOo
El Diario Montañés domingo 16 de agosto de 1968
Osos de seis toneladas en Santillana
.Tres nuevas obras de un insigne escultor montañés
.Jesús Otero acaba de brindarnos uno de los más sugestivos motivos de su arte
El oso
es el animal de las múltiples facetas. En la literatura regional tiene una
amplia prosapia. Ahí tenemos, por ejemplo, y sin pretender agotar el tema ni
mucho menos, ese oso muerto en “Peñas Arriba”, en prodigioso alarde cinegético,
que pudiera servir -pese a la rareza de la especie- de símbolo de nuestras
cacerías. Recuérdense también, por su fino humorismo, aquel otro oso de
Fernández Flórez, en el seno de la fraga gallega, fugitivo del lazo de un
antiguo titiritero, que salía al paso de los caminantes cargado de viejos
resabios y la mano tendida en súplica de limosna.
Por
Joaquín DÍEZ BLANCO
El oso,
en la historia de España, comiéndose a Favila, se hizo animal político. Las
malas lenguas, que ni entre los historiadores faltan, no han dejado de decir
que en el suceso hubo algunas cosillas no demasiado claras. Es posible que el
oso pagase las faltas de otros bípedos de distinta especie zoológica, mucho más
iniciada en la política y la intriga.
El
escudo de Madrid, Berna y otras muchas ciudades le consagraron como símbolo
heráldico. En este campo, Rusia fue su coto de privilegio.
En el
circo, en el amor, en la leyenda… hasta en la farmacopea, el oso tiene siempre
un puesto de excepción. En la tierra montañesa suelen referirse las virtudes de
la grasa de este animal, como crece-pelo infalible; probablemente derivadas de
los efectos horripilantes atribuidos al plantígrado.
Y en el
arte…
EN EL
ESTUDIO DE SANTILLANA
En las
obras de Jesús Otero son muy frecuentes los animales.
Es
fácil que pudieran ser, precisamente los animales lo más característico de su
obra. Aquel magnífico grupo escultórico de dos caballos, hoy en la colección de
Lafuente Ferrari, y cuya obra nos complace citar de entre todas en primer
lugar; también, aquellos toros, símbolos de la tierra ibérica, del monumento
del Ebro; esos asnos filósofos –burro callado por sabio es contado”- de algunas
ocasiones; el mismo corderillo –al que no se puede dejar desapercibido, aún
dentro del abigarrado grupo- del dintel de la puerta de la iglesia de la Virgen
Grande; entre otros muchos ejemplos avalan lo que apuntamos. Después de una
visita a Altamira, el asiduo estudio de Jesús Otero en Santillana, al penetrar
en el mismo, siente una idea de continuidad, tras haber traspuesto un puente de
siglos. El efecto no puede atribuirse a una mera coincidencia del tema; entre
otras cosas, porque los mismos animales se ven en franca minoría, e incluso,
las especies no resultan ni siquiera coincidentes.
Dejemos
a los expertos en psicología y a los doctores del arte, el análisis de aquella
sensación. Si nos fuera lícito decir algo en este sentido, apuntaríamos como
causa principal, el fortísimo sentimiento del artista, que se hace trascendente
por su maravillosa fuerza de sugestión. No son imágenes contempladas en un frío
análisis anatómico. Son animales con los que el artista ha hablado muchas
veces. Los artistas de Santillana hablan en su soledad con sus animales, como
lo hacen reiteradamente nuestros campesinos. Pero… volvamos a nuestro tema.
UNA
ESPECIE NUEVA
En el
“zoo” de Jesús Otero, no recordamos ningún otro oso. Se lo decimos así. Jesús
Otero nos mira sonriente. Adivinamos el chiste que se le ha ocurrido, que surge
fácil, pues ya decíamos, el oso es el animal de las innumerables sugerencias:
-No.
Osos nunca- nos dice- Luego, puntualiza. Es el chiste que latía en el ambiente.
-No
había esculpido hasta ahora nunca un oso… pues, en cuanto a hacer el oso…
¿Quién
más y quién menos en esta vida…? ¡Ya sabes! ¿Quién podrá decir que jamás ha
hecho el oso en alguna ocasión?
Junto a
los enormes bloques, hablamos del gran descubrimiento del nuevo tema: A la
derecha aparece prácticamente completo el oso macho; a la izquierda, la osa, en
otro bloque separado de similares dimensiones, juguetes con el osezno. Luego,
en el centro, pero retirado hacia atrás, pensamos, por razones de orden
espacial para aprovechar el recinto –pero que da al conjunto una distribución
lógica- un perro pastor alemán, abre la boca con la lengua fuera, en busca de
sosiego, tras montaraz correría.
Jesús
Otero también parece ilusionado del flamante objeto de su arte. Miramos el
macho desde diversos ángulos. Esta pieza, liberada del dinamismo que impone a
la osa el jugueteo con su hijo, ofrece su sosiego llena de majestad. Las
líneas, dentro de la depuración propia de la obra de Jesús Otero, alcanzan
marcada elegancia. Las masas del plantígrado se ofrecen como materia idónea al
sistetismo del escultor. Todo parece nacido como fruto espontáneo. “Cuidad
vuestra obra y estudiarla tanto –recomendaba Miguel Ángel- que cuando esté
concluida dé la sensación de no haber requerido el menor esfuerzo”.
SEIS
TONELADAS
Pero,
en nuestra condición de legos en el arte, no logramos despegarnos del material.
Jesús va golpeando la piedra de Santillana. Nos gusta ver saltar esa arenisca
–hermana en nobleza a las rocas más acreditadas de todas las latitudes-, bajo
los golpes del puntero. Apuntemos aquí, pese a que esté tan manoseado, eso de
que dentro de todo bloque de piedra, hay siempre una escultura maravillosa. El
mérito del escultor radica meramente en ir desprendiendo aquello que le sobra.
Con
Jesús trabaja un cantero, que le ayuda a adelantar el trabajo. Sentimos –ya
hablaremos de todo- cierto dolor, recordando este noble oficio de cantero, hoy
en esta tierra, en tramos de extinción, tras fama secular.
-No sé
–nos dice Jesús contestando a nuestra curiosidad- lo que pudiera pesar cada
bloque. Pongamos así, por encima, unas seis toneladas escasas.
Este
tema se agota pronto. Bajo el improvisado cobertizo, hecho detrás de la gran
pieza gótica del edificio en que vive y trabaja, para dar cobijo a la nueva
obra, las referencias al mundo de la materia carecen de sentido. La piedra ha
quedado olvidada. Sólo, ahora, sentimos el peso de las carnes del oso, en su
quietud torpe de movimientos, ingrávido en su infinita pesadez…
J.D.B.
oOo
El Diario Montañés, sábado doce de octubre de 1968
Magnífica obra de arte de Jesús Otero
La
estatuaria religiosa tiene en Jesús Otero un intérprete excepcional. Muchas son
las iglesias que cuentan con expresiones escultóricas del sentimiento
religioso, debidas al genio creativo de nuestro artista más representativo. Es
ahora la nueva iglesia de Espinama quien contará con dos obras de Jesús Otero,
un Cristo en la Cruz y la Santísima Virgen con el niño. Se trata de una
estética religiosa que podemos denominar tradicional, ya que el escultor no ha
distorsionado la peculiaridad morfológica de la imaginería ya clásica.
No
obstante, Jesús Otero no ha repetido la imagen arquetípica del arte religioso
tradicional, sino que, partiendo desde unos supuestos estilísticos ortodoxos,
ha plasmado dos originales versiones de lo luminoso y sobrenatural, poniendo
así de relieve que no es preciso recurrir a artificiosos alardes vanguardistas
para reflejar la expresión de aquellas vivencias más alejadas de materialidad,
como son estas dos esculturas imbuidas de espiritualidad.
En la
foto aparecen Jesús Otero y su ayudante, el cantero Celestino Bustio,
flanqueando al Cristo en la Cruz, que va a presidir el altar central de la
nueva iglesia de Espinama, que se inaugurará el próximo día 24, gracias al
patrocinio de esos ejemplares benefactores que son don Rafael Calvo y su
distinguida esposa, doña María Jesús Briz.-M
oOo
El Diario Montañés, viernes 5 de septiembre
de 1969
Con Jesús Otero y su última creación escultórica
En
nuestro habitual itinerario a través de las milenarias piedras de Santillana
del Mar, siempre nos hemos detenido ante la casa del escultor Jesús Otero. Sus
puertas se abren de par en par a la llamada del amigo, como el propio corazón
del artista. El pasado miércoles, con mis compañeros de “perenigraje”, hemos
llegado, una vez más, hasta el estudio de Otero.
La
imagen escultórica que se yergue ante nosotros, en un gesto de dolor patético y
terrible nos produce un trallazo emocional irreprimible. Estamos ante “Cristo
en la Cruz”, un motivo representacional reiteradamente interpretado por Otero.
Más poco tiene que ver esta última versión plástica, con la anterior
iconografía oteriana sobre la Crucifixión.
Jesús
Otero, “el escultor de la piedra”, ha utilizado en esta ocasión un nuevo
material plástico, y quizás sea esta madera de roble empleada la que ha
contribuido a perfilar una fisonomía expresiva inédita.
Es
indudable esta influencia parcial de la materia, pero el resultado estilístico
total es un compendio y una amalgama de previos compromisos ideológicos y
pensadas resoluciones técnico-estructurales. Que existe una posición ideológica
humanista, lo sabemos a través de las palabras que Otero repite con agónica
entonación e insistencia; “El mundo va mal existe en el hombre de hoy angustia
y ansiedad; este Cristo en la Cruz es una suprema súplica por la humanidad
doliente”.
En
cuanto al proceso creador y su problemática, el escultor dice: “Las
dificultades técnicas en el tratamiento escultórico de la madera, provienen
principalmente de la especial configuración de las vetas. Hay más lucha física
con la obra en piedra, por la dureza de la materia y la pesantez de las
herramientas. Sin embargo, la madera permite una mayor fluidez en el modelado y
un mayor sentido ascensional”.
Efectivamente,
este sentido ascensional de que habla Jesús Otero es la característica estético
ideológica predominante en su “Cristo en la Cruz”, en nuestra opinión, una de
las obras más representativas del escultor de Santillana.
Contemplando
este Cristo vienen a la memoria aquellas bellas pero discutibles definiciones
de Spengler: “Alma fáustica en aquella cuyo símbolo es el espacio puro, sin
límites”. Así es la estructura corporal y anímica de esta imagen antiapolínea,
espiritualizada y ennoblecida, a pesar de que el artista ha subrayado el
carácter humano de Cristo.
Jesús
Otero, a golpes de gubia y de corazón, ha reflejado la más rota y descarnada
expresión del dolor, para que reflexionemos ante ella los hombres de este
tiempo, “y ya que cada tiempo, tiene su tiempo, este es el tiempo de llorar”
(C. Emilio Ferreiro).- M.
El
Diario Montañés, jueves 5 de marzo de 1970
REFLEXIONES SOBRE LA ESTÉTICA DE JESÚS OTERO
Sus dos últimas obras, a California
Después
de contemplar las dos últimas esculturas de Jesús Otero en su estudio de
Santillana del Mar, nos encontramos ahora con una necesidad imperiosa de
realizar un intento de aproximación crítica en torno a la peculiaridad
estilística de tan subyugante aventura creacional.
Así,
vemos que los componentes figuracionales que el canon estético religioso
occidental había magnificado y sublimado, han sido distorsionados y desmantelados
de la estatuaria oteliana. Pero Otero rehúye tanto aquel idealismo platónico
como un naturalismo mero imitador de la apariencia más epidérmica y
superficial.
El
artista precisaba, pues, rebasar estas dos fronteras estilísticas –idealismo y
naturalismo-, porque en su estética y en su ideología de la existencia hay un
compromiso vivencial con la realidad visible de lo cotidiano y con la
suprarrealidad presentida del misterio.
Para
expresar esta doble cosmovisión de lo vital y de lo religioso, necesitaba
partir de una estética que ahondara y profundizase hasta poder llegar a
expresar la entraña más íntima de lo humano y de lo divino.
Y
justamente aquí se produce una actitud aparentemente paradójica por parte del
artista, porque en sus obras se percibe la resonancia expresiva de formas
culturales e históricas ya lejanamente pretéritas.
La Edad
Media, el Románico, Bizancio, Santillana encuentran un eco latente en la
escultura religiosa de Otero. Hemos dicho Santillana, efectivamente; aquí está
la clave del enigma.
El
escultor no ha podido sustraerse de las imágenes y referencias que le
suministra su entorno nativo. Los ojos de Otero han nacido a la visión de la
vida en medio de un paisaje de piedra. Para aquella su mirada, todavía virgen
necesariamente “en el principio era la piedra”.
Al pie
de su casa, la piedra milenaria de la calle del Cantón ha sabido asumir y
reinterpretar los fundamentos técnicos y expresivos del románico y ha llegado a realizar una síntesis plástica de
rango superior, con pleno derecho a ser integrada y reconocida en el capítulo
creacional más renovador y válido de nuestro tiempo.
Otero
se ha solidarizado con una cultura artística de corte primitivo y
anticonvencional porque de esta manera piensa él testimoniar más auténticamente
la angustia del hombre de hoy.
Hasta
aquí queríamos llegar, hasta la certeza de poder afirmar, sin más ambages, que
la estética oteriana está libre de reproche anacrónico, porque Jesús Otero no
es un escultor medievalista, sino un testigo y un protagonista de excepción de
la vida de aquí y de ahora, pues de aquí y de ahora son el dolor y también la
belleza que amanan de toda su empresa creacional.
Y
ahora, precisamente, acaba de finalizar dos obras el escultor de Santillana. Ha
cambiado de materia. De la dureza tectónica ha pasado a la ternura vegetal. Las
recias manos del cantero de la piedra labrada han posado su corteza noblemente
encallecida, en un viejo roble del bosque y le han infundido alimento vital,
llegando incluso a humanizar la figura imponente de Cristo en la Cruz.
La otra
obra es un alto relieve, concentrando toda la bella tristeza de la Virgen.
Estas dos realizaciones tienen un destino americano. La ciudad de Berkely
(California) será su residencia.
El
mensaje dolorido de amor y de paz de este Cristo puede ser un aleccionador
motivo de meditación para los hombres de las tierras agitadas y violentas de
Berkely.
El
gubiazo estremecido de Jesús Otero ha llegado a las tierras de América, una
manera simbólica de patentizar la condición universal de su arte.
M.
oOo
Domingo
11 de julio de 1971 EL DIARIO MONTAÑÉS
LA ÚLTIMA OBRA DE JESÚS OTERO
UNA VIRGEN DEL ROSARIO PARA MIAMI-FLORIDA
Mide 2,35 metros y pesa 2.500 kilos
La sorprendente vitalidad de un genio escultórico excepcional
Jesús
Otero continúa erosionando la estructura de las montañas con el suave viento de
sus manos. Arrancada la piedra de su regazo geológico, el escultor la ha
trasplantado a un ámbito representacional donde sólo el silencio la diferencia
de lo humano. La Virgen del Rosario es una referencia sublimada de la
humanística concepción que el artista tiene de lo sobrenatural y religioso.
Estamos
ante la última obra de Otero. La renovada potencia creativa del escultor de
Santillana ha salvado una vez más el escollo de quedar atrapado en el estilo
por él inventado y asumido. Para no caer en el manierismo de sí mismo, Jesús
Otero indaga y estruja las múltiples variantes estéticas secretamente
escondidas en su peculiar sistema plástico del que siempre se dijo que devolvía
el eco de una melodía medieval. La Virgen del Rosario devuelve asimismo el eco
de toda la armonía clasicista, sin que esta dualidad de referencias culturales
atente contra la unidad y la coherencia estilísticas que presiden toda la obra
oterina.
Hay en
esta imagen religiosa algo del Pórtico augusto de Mateo y algo del mármol de la
Grecia de Pericles.
Otero
ha resuelto con un concepto escultórico sencillo los arduos problemas que le ha
suscitado su afán de originalidad. La Virgen del Rosario es ante todo un bello
y difícil trabajo de composición artística, en la que el escultor ha expresado
de forma elíptica y simbólica algunas dimensiones de la real. Ha perseguido la
síntesis expresiva y la ha alcanzado con creces.
Esta
singular creación escultórica tiene un destino americano. Ya está dispuesto su
emplazamiento en la ciudad de Miami – Florida. En cuanto a sus dimensiones
materiales, digamos que tiene una longitud de 2,35 metros y que su peso es de
2.500 kilos. La piedra ha sido extraída de Avíos (Suances).
Al felicitar al artista nos felicitamos a
nosotros mismos, porque ésta feliz realización artística es la comprobación
evidente de que se conserva intacto y renovado el genio escultórico de nuestro
Jesús Otero.
M.
oOo
EL
DIARIO MONTAÑÉS Miércoles, 9 de febrero de 1972
MÁS ALLÁ DE LA TRADICIÓN Y DE LA VANGUARDIA
Jesús Otero
Nuestros
artistas han sido noticia en la última semana. Saltaron a la “palestra”
informativa en bloque, porque en aquellos momentos era más importante su gesto
solidario que el valor artístico de sus obras. Pero pasados aquellos momentos
en que tenía primacía la actitud ética sobre el logro estético, fijamos hoy la
atención en este último aspecto. Y más concretamente nos proponemos romper
aquel bloque indiferenciado y vamos a quedarnos con una sola individualidad
creadora.
Y entre
las relevantes individualidades creadoras presentes en la exposición homenaje a
José Luis Hidalgo elegimos hoy la de Jesús Otero. Esta elección no viene
determinada por una particular valoración jerárquica, ya que en arte es imposible establecer
baremos de calidad y confrontar estilos y conceptos contrapuestos. Hemos
elegido a Jesús Otero porque su fuerte personalidad escultórica nos sugiere una
meditación en torno al debatido tema de lo nuevo y viejo en arte.
Contemplando
la obra de Otero diríase que el artista se ha propuesto poner en tela de juicio
la llamada “vanguardia”. Diríase que busca la legitimación de un canon estático
más próximo de la tradición que de los manifiestos que justifican teóricamente
el arte moderno. Pero esta suposición es más ficticia que real, ya que la
escultura de Otero no es una reivindicación de lo tradicional ni una repulsa de
la vanguardia. En nuestra opinión, el escultor de Santillana demuestra la
posibilidad de coexistencia histórica entre estilos totalmente diversos, sin
que la huella del pasado signifique desfasado anacronismo, ni la presencia de
los “nuevos signos” nos haga pensar sin más en un arte de nuestro tiempo. Esta
es la enseñanza principal que obtenemos nosotros de la enorme potencia
escultórica de Jesús Otero: es posible un pluralismo clásico. La condición
primordial de esta coexistencia estilística es que la obra tenga entidad
creativa, calidad plástica. Y estos requisitos no son exclusivos de lo nuevo ni
de lo viejo.
¿En
nombre de qué teoría artística moderna se puede negar validez plástica al arte
de Jesús Otero?
En la
foto de Lobeto vemos al artista junto a la cabeza de niño presentada en la
exposición de artistas locales. De un retrato individual ha hecho Otero un
arquetipo. En el rostro de un niño concreto ha dejado resumida y explicada la
expresión universal de la niñez, de la inocencia. Esa es la misión del
auténtico creador, elevarse de lo particular a lo universal. Esa es la
trayectoria que siempre ha seguido el arte de Jesús Otero. Por ello está más
allá de la tradición y de la vanguardia.
M.
oOo
EL
DIARIO MONTAÑÉS Domingo, 6 de agosto de
1972
UNA TARDE EN EL TALLER DE LOS PRODIGIOS
El gran momento creativo del escultor Jesús Otero
.LOS ANIMALES: CAPITULO DESTACADO DE SU TEMÁTICA
.”YO HAGO ESCULTURA COMO CANTAN LOS PÁJAROS”
Hemos
visitado Santillana en un día de no tan pacífica invasión turística, en una
tarde de miradas ensimismadas ante la soleada pátina de la piedra milenaria.
Santillana del Mar era una fiesta. Pero nosotros –Nati, Emilio y yo- no
veníamos a la fiesta, no habíamos sido invitados a ella. El objetivo de nuestra
visita era Jesús Otero y su arte escultórico.
Así, que aprovechamos el resquicio de una estrecha
callejuela medieval que nos llevó ante un exultante paisaje verde. Hasta aquí
no llegaba el zumbido de aquel enjambre humano invasor; se percibía, en cambio,
la lenta cadencia sonora de una herramienta que golpeaba la materia. Estábamos
en el umbral del estudio de Jesús Otero.
Una vez
en el interior del estudio encontramos grandiosas sorpresas creativas: la
elegante gracialidad de un esbelto corzo que presidirá una reserva cinegética;
la armonía de líneas y volúmenes de un oso oteando; el rítmico y flexible
dinamismo de las formas de una encantadora maternidad animal, y, por fin, la
imagen serena y severa de la muerte yaciendo en la estructura tectónica de una
imponente e informe mole de piedra.
En la
inevitable conversación sobre su arte, coincidimos todos en el carácter
monumental de toda la obra de Otero. Le preguntamos sobre las razones de este
concepto estilístico. Responde así:
-Se
trata de una actitud natural, instintiva. No sé por qué tiendo a la
monumentalidad. Yo hago escultura como cantan los pájaros. He intentado hacer
cosas de pequeño formato para disciplinarme pero no lo he conseguido. Lo
confieso.
(Dejamos
a Otero que siga hablando del proceso creador):
-No me
gusta hacer cantería de taller. Aprovecho al máximo la propia forma de la
piedra, las protuberancias, las aristas, incluso las calidades. Es ésta una
forma de no corromper la materia. Pienso además que la forma escultórica está
latentemente inscrita y perfilada en la propia materia.
-Se ha
hablado de huellas altamirienses, de vestigios románicos en la estatuaria de
Otero. ¿Qué hay de verdad en esto?
-Cuando
trabajo nunca me acuerdo de estas referencias tan cercanas a mi entorno
espacial y creativo. Yo opino que mi arte no se parece en nada al de Altamira y
al de los artistas medievales. Esta semejanza remota detectada por algunos
críticos –y que además no me molesta en absoluto- pudiera deberse a que trabajo
como los antiguos canteros, al aire libre y con sus mismas herramientas.
-¿Cuáles
son estas herramientas?
-El
puntero y la maza para devastar, la gradina (cincel dentado) y el cincel para
matizar. A veces empleo solo el puntero. Este deja huella muy grande y va muy
bien a mi estilo.
-Admira
pensar que empuñando tan sencillas y primitivas herramientas puedan levantarse
obras de arte tan grandiosamente bellas. ¿Por qué ocupan los animales un
capítulo destacado en la temática de sus esculturas?
Tal
vez, porque los tengo gran cariño y me gusta observarlos. No sabría decir si es
porque veo en ellos un sugestivo motivo plástico o porque les quiero. Siempre
me hicieron gracia los animales. Además es un tema que deja más libertad al
artista que un retrato por ejemplo. Deja lugar para que la fantasía, para la
recreación, para “artizar” como digo yo. Figura entre mis proyectos hacer un
toro agonizando, una vida frustrada por un asesinato. Ponlo así, como te lo
digo. El toro, desde que nace y anda, desde que embiste, no es para asesinarle
ni para divertir. Matar por diversión es un asesinato.
-Nosotros
conocemos un poco a Jesús Otero y sabemos que su ideología humanista alcanza a
todo lo creado, de ahí su apasionada defensa de los animales.
-¿Y qué
nos dice el escultor de su estilística, permanecerá inconmovible?
-Puede
haber todavía etapas de ruptura, de cambio de revolución, pero siempre teniendo
como base unos cánones fundamentales. Tal vez haga próximamente algún cambio, pero
no por la servidumbre que impone la vanguardia, no para hacer un arte actual,
sino de siempre.
Reconforta
la vitalidad creadora de Otero. Le decimos que es ésta una etapa de plenitud.
Nos responde que puede superar este feliz momento creativo. Habla de sus sueños
escultóricos: grandes caracolas marinas, grupos de caballos emergiendo de
enormes bloques de piedra.
Un día,
estos sueños tomarán forma viva en la piedra. Como ha venido ocurriendo hasta
ahora. Entonces volveremos Nati, Emilio y yo al taller de los fantásticos
sueños hechos realidad y asistiremos entusiasmados al prodigio. Como sucedió en
esta inolvidable tarde de agosto.
M.
oOo
EL
DIARIO MONTAÑÉS viernes 29 de agosto de 1975
El escultor Jesús Otero, a punto de culminar el retrato
. Este monumento será colocado en la bolera de Carmona el día 3 de septiembre
Todo a
punto para el día 3 de setiembre el pueblo de Carmona y los aficionados y
jugadores de bolos vivan una jornada plena de emotividad y de añoranzas. En
esta ocasión, la fiesta bolística carmoniega se verá enlutada por la ausencia
física del hombre que llenaba los ocios de su actividad científica con el
remanso contemplativo de nuestro juego vernáculo y con la amistad
indiscriminada de los jugadores y de los hombres de bolos. Este hombre era el eminente
doctor don Francisco Díaz González, fallecido en Madrid un mal día del pasado
año.
Para
perpetuar su recuerdo se levantará un monumento en la bolera de Carmona. La
efigie escultórica del hombre de ciencia está a punto de ser concluida por el
formidable artista Jesús Otero. En su estudio de Santillana del Mar perfila y
deja tallada en la piedra la fisonomía física y espiritual de don Francisco.
En la
fotografía de Lobeto vemos al escultor culminando ya su obra.
oOo
D/M 22.05.1976
Jesús Otero el otro arte de Santillana
Para
contemplar el estudio de la troika escultórica que hoy termino, fui a visitar
al escultor Jesús Otero, hombre que transforma la belleza natural de la piedra
en la artística que emana de su sensibilidad. Vive en una de las arterias que
conducen al corazón que la Colegiata representa para Santillana del Mar. Pasé a
través de una pequeña tienda de antigüedades y objetos típicos que tiene, el
taller; allí me enseñó, rodeado de los materiales con los que trabaja y algunas
obras terminadas, los bocetos del próximo trabajo: la fuerza y la nobleza de
dos toros embistiendo.
Luego,
ya sentados, iniciaríamos la conversación; una conversación que él quería
distinta a las que se ven en la “telecorrupción”, sin ningún interés y con
desconocimiento de los temas que abordan por parte de los entrevistadores.
-Jesús,
¿cómo fue su encuentro con el arte de esculpir la piedra?
-Comencé
como Mauro Muriedas, cuando cuidaba vacas los días que no había escuela;
entonces yo enredaba con barro, leía, dibujaba perros, vacas, etc., me gustaba
mucho dibujar las nubes, pero me era muy difícil por su estado cambiante
continuamente.
Posteriormente
yo mismo preparaba las herramientas y trabajaba con piedra blanda. En esta
época me ayudó mucho el maestro de la escuela Marcelino Rodríguez; yo hacía
retratos de familia, luego vendría el tema de los animales.
-Continuando
su camino formativo artístico ¿ha tenido algunos maestros como referencia?
-Los
primeros años estuve sin maestros. Después me fui a Santander a trabajar con
los canteros, para aprender y conocer el manejo de los utensilios de trabajo;
por la noche me iba a la escuela de Artes y Oficios, entonces conocí a Daniel
Alegre un escultor importante; él me ayudó lo suyo.
LA
PIEDRA
-Suele
ser frecuente, que los que esculpen en madera tengan más dificultades para
hacerlo en piedra; no así a la inversa ¿sólo trabaja en piedra?
-En
madera sólo lo hago para encargos, no lo domino como a la piedra.
-¿Tiene
alguna posibilidad especial de expresión la piedra?, ¿se puede hablar de algunos
temas que sean más adecuados al tratamiento de la piedra?
-La
piedra tiene la ventaja de que es más maciza, pesada; la madera es más lirios,
más etérea. Se las da tratamientos distintos.
-¿Cómo
selecciona la piedra?
-Yo la
traigo de Camplengo y Avíos. Una piedra puede ser bonita y dorada, pero puede
destruir la herramienta; no es buena para encargos la piedra que supone más
trabajo y esfuerzo, por cuanto encarece la misma, y los compradores no
entienden de arte y sólo miran lo económico.
-¿Qué
es lo que se plantea, qué le sugiere un bloque de piedra con el que va a
trabajar?
-Por la
piedra se puede cambiar la idea; el homenaje a la poesía que expuse en la Sala
Espí, fue distinto a la concepción primera que tenía. Lo que trato es de no
estropear la silueta de la forma natural de la piedra.
Jesús
Otero estaba sentado frente a mí en un contraluz que dibujaba una imagen de un
gran parecido con un español universal que era Picaso. Unos años mayor que
Mauro Muriedas, le une una gran amistad con éste, que no frecuentaba su
estudio.
-En una
división esquemática de su obra, podemos delimitar tres apartados en los que al
tema se refiere; los cristos, los animales y los niños ¿qué representan cada
uno de ellos?
-Los
cristos han sido de encargo los he hecho con mucho entusiasmo, pues esto se
refleja en la obra. Yo no soy beato, religioso a mi manera, pero la figura de
Cristo es importante como la de ciertos santos. En cuanto a los niños, me
gustan por su encanto, su pureza; sin recelos y vírgenes de todo lo que luego la
vida les arrastrará. De los animales, su belleza, su también encanto.
Chús
Otero que así es como familiarmente se le conoce, no es un escultor de pequeño
formato, no es de pocos centímetros, necesita grandes dimensiones, a dos
concursos a los que tenía en proyecto presentarse no fue porque limitaban la
obra a sesenta y ochenta centímetros.
LOS
CONCURSOS
-¿Qué
significan para usted los concursos?
-Están
bien para conocer al artista, para dar difusión de su obra, pero no entendidos
como algo competitivo, no con premios. Eso está bien para los que empiezan. Por
otra parte, en ocasiones te puedes prestar a hacer el juego, pues el premio ya
estaba otorgado antes del concurso. Intervienen los amigos. Lo
comercialización, el que son uno conocido.
-Esto
nos lleva su problema de la mercantilización del arte ¿cómo lo ves?
-Actualmente
existe una mediatización por un espíritu feminoide. Donde la guerra, la pintura
se mide en metros. Los nuevos ricos hechos a base de dinero que no sé de dónde
ha salido, quieren llenar sus casas con obras de arte como algo decorativo;
entonces surgen los marchantes en estrecha relación con un cierto tipo de
crítica. Es la crítica pagada que pone de moda unos estilos y nuevos valores,
aquellos que ven que tienen posibilidades, que luego ellos comercializan. El
arte de moda no perdura, si aquel que es
reflejo de una época; los egipcios no pintaban a la moda, sino a la época. ¿Qué
es ahora, por ejemplo del arte abstracto, ese que yo llamo obstruso?
Cómo se
puede combatir este cáncer que ataca al mundo del arte.
-Con
sinceridad, con valor para enfrentarse a ésos santones consagrados. Nadie tiene
valor para decir esto es malo; uno por miedo y otros por ignorancia desprecian
y atacan con una cierta agresividad.
ARTE
ACTUAL, NO TONTERÍAS
-¿Y qué
piensa de aquellos artistas que buscan nuevas formas de expresión, que
investigan nuevas técnicas de un modo sincero y consecuente?
-De
todo lo que he dicho se salvan muy pocos. Hay que hacer arte actual, de
acuerdo, pero no tonterías; no dejarse engañar por mitos que responden a un
momento presente y que no pasarán a la historia. Van a lo desagradable, a lo
repulsivo. Falta gente con valor que diga: ¡hay que acabar con todo esto! Que
ofende al buen gusto, a la estética.
-De
todo esto se impone una pregunta ¿qué puede ser el arte?
-No
concibo la vida sin él, el galopar de un caballo, la embestida de un toro, el
viento azotando los árboles, no solo sirven para el pintor, también lo siente
el escultor. Los niños jugando, hacen arte sin darse cuenta; las rocas, las
montañas, son arte permanente, están ahí. Incluso el fútbol, aparte de lo sucio
que puede haber en torno a él, es belleza; además, mientras que la
telecorrupción nos ofrezca eso, no nos ofrezca algo peor.
Jesús
Otero mira con unos ojos de gran viveza, su expresión refleja todo un
sentimiento cuando se pone a hablar de sus amigos o de aquéllos que le
ayudaron. Es la expresión del hombre bueno de Machado: “…en el buen sentido de
la palabra, bueno”.
-¿Qué
es lo más importante en su obra, lo que más trata de expresar, de un modo más
patente?
-La
expresión de algo noble, pero bien expresado, con gracia. El arte se puede
resumir, que hay que expresarle con gracia.
-Materia,
espacio… ¿ qué más es la escultura para usted?
-Hacer
la belleza como yo la entiendo. Tengo la sinceridad de creer el arte así.
Hablar
de Jesús Otero, es hablar de Santillana del Mar.
-¿Qué
representa para usted Santillana, por qué su residencia aquí?
-Me
quedo aquí por la piedra. En las grandes ciudades no se puede trabajar; hay que
estar preocupados en buscar “los amigos” eso que antes hablábamos del mercado
del arte.
-Pero
¿no margina un tanto el estar aquí?, ¿no existe el peligro de perder contacto
con la actualidad?
-Están
marginados los que no se compran un periódico, los libros, las revistas, nos
permiten actualizarnos. Los artículos en la prensa nos hacen como estar en una
tertulia.
Un
reloj de pared iba marcando el poco tiempo que me quedaba de conversación. Por
una vez estaba echando en falta el poder disponer de un coche, que me
permitiese tomar un café con Jesús Otero; pero tenía que ir al autobús.
-¿En
qué sitios hay obras suyas?
-En el
extranjero tengo en Berlín, Miami, Berkeley, Colombia. En la provincia están
las ya conocidas de Santo Toribio, la del salmón, la del oso.
Al final,
como en un resumen de su obra, de su creación, me dice:
-Yo
hago una obra para el desquite, para que la historia juzgue. Sólo dejar para
mis amigos y los que aún no han nacido, para no defraudarles. Para los que hoy
creen en mí y los que puedan creer.
Dejé a
Jesús Otero después de estar la tarde con él, con su sencillez, con su bondad,
con su arte. Al ir por las calles antiguas de Santillana, montones de turistas
contemplaban el vetusto arte. Era el arte de los turistas, el de las tarjetas
postales, el que se ve cuando se llega a Santillana; pero había otro arte que
era desconocido para ellos, estaba detrás, de Santillana. Era de ahora, de
siempre; era el otro arte, el de Jesús Otero.
Luis
Alberto SALCINES
oOo
D/M 19.08.1978
Jesús Otero: piedra viva
Uno de
los artistas cántabros actuales que más ha sacado su arte a la calle. Tal vez
por las características de su obra, es Jesús Otero. Si entramos en una iglesia
de la provincia, es muy posible que veamos un Cristo o una Virgen suya; o si
estamos contemplando el paisaje de nuestra tierra las tonalidades verdes de los
campos se interrumpan por el color blanco y su pátina de tiempo de un oso, o un
corzo, o un salmón, esculpido por Otero.
Jesús a
la hora de trabajar la piedra, siempre ha preferido las grandes dimensiones.
Por ello, sus obras han creado problemas de espacio cuando se han querido
encerrar en el reducido espacio de las galerías. Donde las esculturas de Otero,
es sin límites de espacio.
-A mí
me gustan las obras grandes. Al aire libre por tanto. Por mi tamaño, mi obra es
más de la calle.
El
pintor, a la hora de manchar el lienzo se ve reducido a las dos dimensiones, y
de una perspectiva determinada para que una perfecta visión de la obra. El
escultor, tiene las tres dimensiones, liberándose de la única perspectiva, para sustituirla por una
visión esférica, espacial. Y además, en el caso de la escultura concebida no
aisladamente, sino un espacio concreto, buscando una coherencia con el entorno,
que dé más énfasis a la obra. El oso de Jesús Otero, o su salmón tiene esa
perspectiva y no otra, porque tenía que tenerla, situado en unas coordenadas
determinadas.
Los
temas que Jesús Otero ha sacado a la calle, son una muestra de la obra que a él
le ha caracterizado. Veremos por tanto, temas religiosos –Cristos sobre todo-,
animales, bustos, niños… lo que más ha hecho han sido motivos religiosos, esto
viene a afirmar a la Iglesia como núcleo de arte a través de los tiempos, donde
se concentró el saber y del poder económico.
Del
taller de Jesús Otero han salido cristos para muchos templos de nuestra
provincia. Los hay en las iglesias de Udalla y Espinama, hechos en madera,
también de madera hay uno en la iglesia de Bellavista en Santander, de dos
metros largos de altura, caracterizado más que por su resignación por un gesto
de protesta, parece estar clamando. Otro Cristo, esta vez en piedra, lo tiene
la iglesia de La Albericia. Y por último, en la Virgen Grande de Torrelavega,
un relieve en piedra: Jesús rodeado de niños. Cuando Jesús Otero, se acerca al
mundo de los niños, a su ingenuidad, a su inocencia, universaliza la idea
partiendo de unos niños concretos que él conoce, y aproxima su ternura a la
ternura de los niños (qué ternura contenida reflejan los hijos de Diersen, de
Pily Cantalapiedra, el de Ángel de la Hoz aún inacabado):
oOo
D/M
Martes, 24 de julio de 1979
Análisis de un escultor: Jesús Otero
Jesús
Otero es una especie de institución de Santillana del Mar, nadie ha salido del
pueblo sin conocer su nombre. A Jesús se le puede encontrar, siempre que no
haya alguna celebración cultural, en su casa de la villa, bien en el estudio o
bien colocado en un ventanuco que da a su tienda de “recuerdos” cuidando la
“integridad” física y económica de su local. Allí lo encontramos y estuvimos
dialogando con él.
-Chús
(así lo denominan los amigos), cuatro años llevas esculpiendo?
-Bueno,
empecé de muy joven. Ya en la escuela era muy aficionado al dibujo. El maestro
que teníamos entonces era muy bueno a pesar del gran número de alumnos a los
que tenía que atender. Los viernes dedicábamos una hora a dibujar y fue
entonces cuando empecé a interesarme por él. En aquel entonces venían muchos
pintores ya a Santillana y a mí me parecían muy capaces. Ello me animó a
pintar, pero la adquisición de los colores no me fue tan fácil como el coger
unos clavos viejos y con ellos construir yo mismo una herramienta para tallar
en piedra blanda, ya que por lo primitivo de los utensilios éstos no daban para
más. Los días que no tenía escuela mi padre me mandaba a cuidar las vacas a un
lugar donde había una fuente con barro y allí con otros muchachos de mi edad
que se dedicaban al mismo trabajo hacíamos “canenes” de barro. Más que una
forma de hacer “arte” lo que nos preocupaba era encontrar una diversión.
Después empecé a tallar en piedra. Lo primero que hice fue un relieve de una
cabeza (cabeza que conserva en su casona de Santillana encima de la chimenea).
La gente empezaba a opinar sobre mis esculturas, aunque la mayoría de las veces
no tenía demasiada idea, y aunque yo me dejaba influir por sus consejos,
también procuraba hacer lo que a mí me gustaba y como yo quería. Así surgió
otra obra, un relieve de toda la familia en piedra, entonces tendría yo quince
o dieciséis años. Esta obra la vieron varios pintores como Ricardo Bernardo,
San Román, y otros, junto con el escultor Daniel Alegra. Ellos, al ver que
había algunas influencias en la gente me aconsejaron que hiciera sólo lo que yo
pensara y no lo que la gente me dijera. Esto me dio ánimos para aislarme más y
me refugié en un rincón de la casa para trabajar a mi gusto y manera.
LA
PRIMERA EXPOSICIÓN
-¿Cuándo
comenzaste a exponer?
-Mi
primera exposición fue en el Ateneo de Santander en una exposición de artistas
noveles donde mandé el relieve de mi familia, al que antes he aludido. Esta
misma obra se expuso más tarde en una exposición de Artes y Oficios, también en
Santander, donde recibí un premio provincial. Eso fue en 1926 y no volví a
tener más exposiciones hasta el año 31 que hice otra exposición también en el
Ateneo, donde hubo gran cantidad y buena calidad de obra.
Después
de esto mandé obras al Salón de Otoño de Madrid los años 31, 33, 35 y en 1936 a
la Exposición Nacional de Madrid, obras éstas, por cierto que me desaparecieron
y de las que no he vuelto a tener noticias, aunque supongo que están en algún
sitio.
Después
de la guerra seguí trabajando y participé en una exposición colectiva en Madrid
y en alguna otra exposición colectiva. Por entonces recibí un premio del
Ayuntamiento de Bilbao por una obra que está actualmente en los sótanos del
Museo de Arte Moderno de Bilbao.
En 1957
mandé una obra a Madrid para un concurso nacional, concurso en el que los dos
primeros premios estaban concedidos antes incluso de convocar el concurso. El
enterarme de algo así supuso que ya no volviera a participar en ningún otro
concurso de escultura.
Después
comencé a realizar imágenes religiosas por encargo, sobre de todo de Cristos.
Esta es una labor que siempre he hecho con cariño, me gusta hacer figuras de
Cristo porque veo en Él todo lo que no ven las beatas: un hombre bueno y
superior. Otro modo por la que me gustaba este trabajo es porque mi obra se
había centrado siempre en figuras de animales y con estas esculturas demostraba
que no estaba sujeto a una sola faceta.
-¿Cómo
es tu escultura?
-la
escultura, como expresión de grupos ha de ser siempre en relieve, ahí creo que
está mi punto fuerte. Con el relieve se logra poner a los actores dentro de una
escena, no son imágenes sueltas e inconexas, no pueden serlo, cada una tiene
que representar un papel dentro del conjunto. Para realizar relieves, no sólo
hay que saber esculpir, hay que tener dotes de compositor, puede haber muy
buenos escultores pero que por carecer de dotes de composición tienen que
recurrir siempre a una figura única.
HAY QUE
UIR DE LOS MODERNISMOS
-¿Qué
opinas de la escultura moderna?
-Yo no
tengo nada en contra de la escultura moderna, siempre y cuando muestre unas
dotes de construcción e inteligencia. Pero sí que estoy totalmente en contra de
esos nuevos “valores modernistas”. La gente por dejarse llevar de una moda
acepta a estas personas que no tienen ni buen gusto ni inteligencia para
realizar una obra como es debido. No admito una obra donde no se haya puesto ni
orden ni inteligencia, ni a los que conciben el arte como un “montón” o un “bardal”.
-A qué
crees que puede ser debido que tu fama no haya alcanzado a todo el público que
tu obra merece.
Bueno
quizá haya influido el que haya dejado de acudir a Madrid, a que no tengo, ni
puedo tener amigos ministros, ni de un rango parecido. A mí me dio una buena
oportunidad el antiguo Delegado de Obras Públicas, don Antonio Rubio, al
encargarme las obras del oso, el corzo y el salmón, esto me ayudó mucho, ya que
había sido una época en la que me habían puesto muchas zancadillas, zancadillas
que aún noto en algunos organismos y que espero algún día les pese porque he
trabajado mucho para que se sepa la verdad sobre estas gentes y sus nombres.
MI OBRA
PERMANECERÁ SIEMPRE EN LA REGIÓN
-¿Qué
planes tienes, con respecto a tu obra, para el futuro?
-Quiero
hacerme yo un museo para mí y nada más. No tengo interés para que mi obra vaya
a éste o a aquél museo, a no ser que se haga el museo de Torrelavega. Pero no
tengo interés porque mi obra vaya a otros lugares. Si se hace el museo de
Torrelavega tengo la idea de reproducir varias obras en bronce para él.
-¿Cuál
es la meta más ansiada para un escultor?
-Llegar lo más arriba posible en su obra, dejar una obra buena. La cuestión económica no importa, lo esencial es la obra.
oOo
DM -
Martes, 2 de septiembre de 1980
Una calle de la villa llevará su nombre
Santillana del Mar rindió homenaje a Jesús Otero
“Aquí
en Santillana del Mar, ha tenido en todo momento además de su taller de
escultor, su campo de observación más importante, el de la condición humana.
¡Con qué amor me ha comentado de personas de esta villa de las que según él
tanto aprendió! Jesús Otero nunca estuvo realmente fuera de Santillana, ni aún
en sus horas y días de alejamiento físico”.
Eran
estas palabras de Aurelio G. Cantalapiedra durante el ofrecimiento del homenaje
que le tributara el Ayuntamiento de Santillana del Mar al escultor Jesús Otero:
“Después vino el aguijón de la guerra civil a la que trató de aplicar
noblemente las lecciones de alta moral que había aprendido en tanto mirar y oír
a los demás y a las que, a lo largo de su vida, había sometido las ocasiones a
un filtro de insobornable honestidad. En la guerra y en la postguerra, pudo ver
y sufrir los incomprensibles comportamientos de los hombres Otero fue mal
interpretado y, sobre todo, muy comprendido, y su alma se quedó rasgada con
heridas que en otros con menor categoría humana que la suya, no hubieran
cicatrizado jamás, a él sólo le dejaron el dolorido sentir.
Volvió,
entristecido, a la piedra; se refugió en su observatorio de los misterios de la
naturaleza; buscó comprensión en el tan querido mundo de los animales y algunos
continuamos siendo sus amigos. La amistad que permite la gracia de horas de
soledad en compañía, nos ha proporcionado momentos en el silencio de su taller,
en los que apenas si las palabras eran necesarias, de vez en cuando, en el
descanso de la maza, su comentario sobre las grandes aplicaciones científicas,
a las que ha venido dedicando su intuición o sobre recientes hallazgos
arqueológicos, devolvían a nuestro espíritu el tiempo y el espacio. ¡Qué de
horas ganadas en su taller”
Recordó
Cantalapiedra su librito titulado “Cuatro amigos”, donde se detiene en el
componente ético y moral de Jesús Cancio, José Luis Hidalgo, Mauro Muriedas y
Jesús Otero: “amigo leal hasta más allá de donde llegan los demás, con
cualidades que surgen precisamente cuando son necesarias y entonces te
maravillan”. Habló de la tertulia santanderina “la pájara pinta”, donde Otero
era contertulio de Víctor de la Serna y Ricardo Bernando entre otros. De su
paso por la Biblioteca Popular de su estancia en la Escuela de Bellas Artes, de
su fraterna amistad con el pintor laredano Santiago Montes. Finalmente
pronunció estas palabras dirigidas al Ayuntamiento de Santillana del Mar: “Los
que suscriben –y me refirió a todos los que estábamos reunidos en este acto- se
dirigen a usted con la seguridad de que lo que piden es justo, solicitando que
por este Ayuntamiento se tome acuerdo en el que se reconozca oficialmente cuanto
le debe Santillana del Mar a Jesús Otero Oreña, el escultor y el hombre,
natural y vecino de esta villa en la calle del Cantón cuya obra y personalidad
han encontrado amplio y elogiosos eco fuera no sólo de nuestros límites
locales, sino, de los provinciales y aún de los nacionales, eco al que en todo
momento ha estado unido al nombre de este hermoso pueblo, gracia que de
concederse honrará a Santillana y a quienes la concedan”.
ROSINO
El
reconocimiento que pedía Cantalapiedra para Otero encontró respuesta inmediata
en el alcalde de Santillana Javier Rosino, que con voz emocionada hizo un canto
a la personalidad humana de Otero, el escultor sobre el que había cesado el
maleficio de que hablara un día Beltrán de Heredia. Rosino leyó el acta del
pleno municipal en el que se había tomado el acuerdo corporativo de conceder
por unanimidad, el nombre de una calle a Jesús Otero. Precisamente la calle que
pasa por el taller del artista, la que va desde Los Infantes hasta la Colegiata
pasando por la Escuela. Esa noticia produjo una ovación enorme en el público
que llenaba el salón del Parador Gil Blas. Otero fue abrazado y felicitado por
todos en un momento de incontenible emotividad. Junto al artista compartía esta
prueba de reconocimiento su inseparable hermana Magdalena, la compañera de sus
días de esplendor y de sufrimiento, una vida paralela a la suya y un acicate y
un estímulo permanente para su quehacer creativo.
Luego
fue la proyección de la película de Julio Sanz Saiz sobre la vida y la obra de
Otero, un poema del mismo Julio, dedicado al escultor, así como otro de Matilde
Camus recitado por ella misma. La presentación del acto corrió a cargo del
concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santillana, José Luis Palacio. Entre
los asistentes se encontraban el alcalde de Torrelavega, Manuel Teira, el de
Reocín, Vicente Saiz Martín y el de Santillana, Javier Rosino, así como Antonio
Niceas, Blanca Iturralde, Pedro Sobrado, Mauro Muriedas, Ángel Calderón y
numerosas personas relacionadas con el arte y la cultura.
M.
oOo
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