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Don Daniel rodeado de algunos de sus chicos, a los que se dedicó durante toda su vida (Foto DM) |
Don Daniel, “un regalo de Dios”
por Beatriz Benéitez Burgada
Ayer se celebró el centenario de su nacimiento. Aunque murió hace ya tres décadas, los que le conocieron aseguran que don Daniel aún sigue vivo en su memoria. Todos le recuerdan como un hombre bueno y sencillo y un trabajador incansable, que dedicó toda su vida a luchar para ayudar a los demás, a todos los más necesitados y especialmente a sus chicos, para los que creó la Obra San Martín, una fundación que aún sigue viva, y en la que todavía se trabaja siguiendo los mismos principios por los que don Daniel trabajó durante toda su vida.
Don Daniel García González nació en Bustillo del Monte (Valderredible), el 28 de enero de 1899. Su padre se llamaba Telesforo y su madre Avelina, trabajaba de maestra nacional en dicho pueblo. Seis años más tarde, fue destinada a Sierrapando, donde se trasladó con toda su familia. Con tan sólo trece años, el joven Daniel ingresó en el Seminario de Corbán, donde también fueron sus dos hermanos. Celebró su primera misa en 1924, en el Santuario de Nuestra Señora de Las Caldas.
En un principio, fue destinado como cantor de salmos a la Catedral, pero eran muchas las horas que pasaba en el barrio San Martín, donde era capellán del colegio Los Ángeles Custodios. Pronto comenzó a organizar numerosas actividades en el barrio, destinadas sobre todo a los más pequeños. Visitaba con frecuencia a los enfermos y siempre preguntaba por los vecinos más necesitados.
La primera iniciativa
Con el fin de ayudar a los más pobres creó la popular suscripción de la “perra gorda”, en la que todos los vecinos colaboraron con entusiasmo, según cuenta Isidro Rojo en su libro sobre la Obra San Martín. Pronto contó con el apoyo de los comerciantes de la zona y de numerosos vecinos. Éste sería el primer paso de lo que acabaría siendo una gran obra, por la que don Daniel luchó y trabajó durante toda su vida.
Don Daniel conocía bien a todos los pescadores del barrio y compartía los momentos buenos y también los duros golpes que recibían, especialmente cuando ocurría alguna desgracia en la mar. Muchas de las mujeres trabajaban en fábricas de pescado durante muchas horas al día.
Ese hecho no pasó desapercibido. Don Daniel se dio cuenta de que la educación de los niños del barrio estaba bastante descuidada, y de que éstos se pasaban los días enteros vagabundeando por las calles. Fu entonces cuando decidió comenzar a preocuparse por ellos. Trató de ayudar a unos jóvenes que habían constituido un club deportivo en el barrio, pero no tenían donde reunirse. Pronto les consiguió un local, ubicado en una vieja carbonería, y pidió la ayuda de los vecinos de la zona para que le ayudasen a adecuarlo. El club se convirtió en pocos meses en una escuela donde don Daniel daba clases a los chicos del barrio.
Fue así como crearon las primeras escuelas San Martín, de la que en 1946 se harían cargo los hermanos de La Salle, a petición suya, por lo que él pudo continuar ejerciendo otras labores en la ciudad.
Visitas a enfermos
Los enfermos de Valdecilla y del sanatorio de Pedrosa también recibían a menudo la visita de don Daniel. Para tratar de ayudarles, comenzó a colocar unas huchas en todos los bares de la ciudad, y también a organizar festivales infantiles en Santander y el resto de la provincia.
El espectáculo, en el que participaban los chicos de San Martín, se llamaba “Caridad con alegría”, y con ellos comenzó a recorrer los escenarios no sólo de la ciudad, sino también de la provincia. El dinero recaudado fue considerable.
La primera obra benéfica San Martín estaba ubicada en el número 20 de la calle Canalejas. Se trataba de un caserón de dos plantas que pertenecía a las Hermanitas de los Pobres. Allí acudían los niños que vivían en los barrios San Martín, el Gurugú,La Unión, Barrio Camino y Tetuán, entre otros.
Don Daniel se preocupaba no sólo por que tuvieran una buena educación, sino también de facilitarles una alimentación sana y nutritiva en el comedor que pronto se instaló en el centro escolar, para los niños de las familias más pobres.
Don Daniel siempre quiso lo mejor para sus chicos, a los que dedicó gran parte de su vida
Fue en esta época cuando la Diputación Provincial puso en marcha la residencia Capitán Palacios, también en Canalejas, para acoger a la población infantil que provenía del Hogar Provincial. Muchos de estos internos acudían a las escuelas de la Obra San Martín, con el propósito que comenzaran a recibir una educación, se acostumbraran a salir a la calle, y fueran superando su condición de huérfanos, o de miembros de familias con problemas. Todos ellos contaron, desde el primer momento con el apoyo y la ayuda incondicional de don Daniel.
En 1948, el popular sacerdote decidió abrir un preventorio en el Asilo Hospital de Potes. El lugar era muy bueno para sus chicos tanto por el clima, como para aislarlos de los brotes de tuberculosis que había en la capital. El éxito de estas instalaciones hizo que pronto se abriera otro preventorio en Arredondo.
Don Daniel trabajaba continuamente para tratar, con la ayuda de los santanderinos, de conseguir fondos para poder poner en marcha más iniciativas para ayudar a todos sus protegidos.
A finales de 1957, se puso la primera piedra de un edificio en el barrio de Bellavista, con la ayuda de Santiago Galas, un montañés afincado en Méjico, que colaboró en esta obra de forma incondicional, movido por el entusiasmo de su creador. El nuevo edificio fue inaugurado con su nombre en 1961.
Se trataba de una gran construcción equipada con todo lo que los chavales pudiera necesitar, y para el que don Daniel recaudó fondos incansablemente entre las gentes más pudientes de la capital. La construcción ascendió a siete millones de pesetas de la época.
Viaje a México
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Don Daniel en el Morro de La Habana (Foto DM) |
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Imagen del comedor del preventorio Santiago Galas, En Bellavista (Foto DM)
Santiago Galas fue galardonado con la Gran Cruz de la Beneficencia, y don Daniel no dudó en viajar a Méjico para su imposición, lo que hizo en compañía del entonces director del Banco Santander, Pablo Tarrero, con quien también viajó a Cuba.
Un tiempo más tarde fue don Santiago quien acudió a Santander para conocer la obra en cuya construcción había participado, y donde fue recibido con un gran cariño y entusiasmo tanto por las autoridades como por don Daniel y todos los chavales que se habían beneficiado con su ayuda, que estaban deseosos de mostrarle su agradecimiento.
En los años sesenta, la tuberculosis comenzaba a remitir, por lo que cada vez eran menos los niños enfermos de la Obra, por lo que esta dejó de ser una de las mayores preocupaciones de su fundador. Fue entonces cuando comenzaron a ser atendidos niños con problemas y deficiencias mentales, cuyas familias estaban tremendamente traumatizadas.
Fueron muchas las personas que trataron de desanimar a don Daniel, asegurándole que con esas personas eran inútiles los esfuerzos. Sin embargo, este decidió seguir adelante con la iniciativa, para lo que se creó un nuevo centro, el colegio Padre Apolinar, ubicado en la avenida de Maura.
El nuevo colegio comenzó a funcionar con doce niñas. Don Daniel viajó a Madrid, Logroño, Vizcaya y Navarra para buscar un profesorado especializado, que estuviera capacitado para atenderlas lo mejor posible, y para ayudarlas a mejorar.
Fallece don Daniel
El 16 de mayo de 1969, la muerte sorprendió a don Daniel y también a todos los que le rodeaban, que no sabían como iban a seguir adelante sin su ayuda. El sacerdote falleció en la sección de niñas del centro Padre Apolinar, en la avenida de Maura, a causa de un derrame cerebral, y fue don Lucas Hontoria, el párroco de San Roque, el encargado de administrarle los últimos auxilios religiosos.
La noticia tardó poco en divulgarse por la ciudad. Emilio Casuso de la Sota, capellán del preventorio, e íntimo amigo de don Daniel, conoció la noticia por la radio, y falleció justo en el momento en que llegaba a la entrada del colegio donde está ubicado el velatorio de don Daniel. Don Lucas le administró también los últimos Sacramentos y fue llevado junto al fundador de la Obra San Martín.
Miles de personas, llegadas de todos los puntos de la capital y también de la provincia, se acercaron a lo largo de todo el día y toda la noche para orar ante los dos sacerdotes. El funeral tuvo lugar en la Catedral, tras lo cual se trasladó a don Daniel a la capilla del preventorio Santiago Galas en Bellavista, donde fue enterrado, y donde todavía hoy descansan sus restos.
La muerte de don Daniel supuso una gran conmoción en la ciudad y también hizo nacer la preocupación de decidir qué iba a ser de la Obra San Martín, que el sacerdote había levantado de la nada.
El funcionamiento de la Obra dependía de la generosidad de los cántabros, por lo que dirigirla no resultaba una misión fácil. El patronato eligió a don Miguel Manso, que ya era colaborador de la obra, para asumir la dirección de la Obra, quien continuó trabajando y realizó numerosas ampliaciones de las instalaciones de la Obra San Martín.
La Obra hoy
En la actualidad, la Obra San Martín cuenta con tres colegios, dos de ellos de educación ordinaria y otro de educación especial para minusválidos psíquicos. También posee tres residencias para disminuidos psíquicos niños, jóvenes y adultos.
La Obra San Martín está dirigida por don Samuel González, quien asegura que “aquí todavía queda mucho trabajo por hacer, pero lo que todos tenemos muy claro es que tenemos que trabajar siguiendo el espíritu de don Daniel, que siempre luchó y trabajó sin descansar para que sus niños tuvieran lo mejor”.
El actual director, no conoció a don Daniel, pero “son muchas las personas que me han hablado de él y también he leído muchos libros y documentos. Este trabajo no es fácil, y son muchas las cosas que quedan por hacer, pero es muy gratificante para mí poder continuar con la labor que don Daniel empezó”.
Una de las cosas que más le llama la atención el fundador de la Obra que ahora dirige es “la manera que él tenía de entender la caridad. No hacía las cosas por pena, sino por amor, y siempre quiso lo mejor para sus chicos, los mejores centros y los mejores profesores, y no paraba hasta conseguirlo. Fue un regalo de Dios”
Ayer, todos los niños de la Obra San Martín, sus profesores y el personal que trabaja, celebraron el centenario del nacimiento de don Daniel, con una misa que tuvo lugar en la capilla de la Obra San Martín. Don Samuel explica que “los actos han sido muy sencillos, porque él también era así, y pensamos que hay que recordarle tal y como era”.
DM/31 de enero de 1999